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jueves, 10 de octubre de 2024

Todo es cuestión de imagen

 

Mabuse, Autorretrato, 1515


Jan Gossaert, alias Mabuse

¿Te cuento otra historia de artistas?

Uf, hay como para estar mil y una noches recordándolas.

Hoy toca Jan Gossaert, llamado Mabuse. Raro nombre, ¿no? Es el nombre de su ciudad natal, mal pronunciado: Maubege (en ese tiempo, Flandes; hoy, Francia). Nació en 1478 y murió en 1532, en Amberes. Para que nos ubiquemos: fue contemporáneo a Leonardo, Durero, Miguel Ángel, Rafael. O sea, ¿renacentista?


Mabuse, Retrato de un mercader,
1520


Pero era flamenco… Sí, o sea, pensemos en Massys, El Bosco, Brueghel… Si ya le diste una ojeada a los cuadros que te estoy mostrando aquí, ya te habrás dado cuenta de qué poco tiene que ver con sus compatriotas.

Cuentan que en 1508 viajó a Italia junto a su señor, Felipe de Borgoña, y allí conoció los avances del Manierismo (lo vimos por aquí), así que el vuelco que dio en sus obras se lo debemos a este viaje. Sin dejar de lado la precisión y el detalle de los artistas flamencos, incorporó nuevas técnicas que aprendió en el sur: la perspectiva, el sfumato, las figuras rotundas y fortachonas de Miguel Ángel, la inserción de los personajes en un marco arquitectónico. No sé cómo lo verás tú, pero da la impresión de que no está cómodo con esta manera de representar a las figuras. Son rígidas, tiene problemas con las proporciones. Sin embargo, oficio no le faltaba…

Mabuse, La Sagrada Familia, sg. XVI


Fue muy famoso. Debía atender muchos encargos. De hecho, sus obras andan por todas partes: señal de que era muy buscado por nobles y reyes. Había pintado un Descendimiento de la Cruz para la iglesia de Tongerloo, con 50 personajes, que fue muy alabado en su tiempo, hasta tal punto que su señor le pidió una copia para la iglesia de Middelburg. Tal era la fama de este altar que Durero, en su viaje a Flandes (lo vimos por aquí), se desvió especialmente para ir a verlo. El comentario del artista alemán: “no tan bueno en el dibujo como en la pintura”. Y sí. (Le faltó decir: “¿Para esto me desvié de mi camino?”) Nos tenemos que quedar con su opinión: el cuadro desapareció en un incendio en dicha iglesia.

(Lo más probable es que el “Descendimiento de la Cruz” que está en el Museo Hermitage de Moscú sea la versión superviviente de la iglesia de Tongerloo, y que se hayan perdido las alas laterales.)

Mabuse, Descendimiento de
la Cruz, 1520


En fin, un artista respetado por todos y con una gran producción. Sin embargo, gracias a lo que cuenta de él Karl van Mander, el Vasari nórdico (te conté quién era por aquí), su reputación quedó más que tocada por los siglos de los siglos. Es lo que tiene cuando te apegas a las fake news y no contrastas tus fuentes de información.

Mabuse, Retrato de Enrique III de 
Nassau-Breda, sg.XVI


Van Mander lo describe así, de un plumazo:

“Fue un hombre de vida irregular y desenfrenada, aunque se mostrara paradojalmente medido, equilibrado, meticuloso y paciente en las creaciones artísticas, como, por otra parte, debiera ser todo maestro.”

Por supuesto, le reconoce su valor como pintor y que, para llegar a ese nivel de calidad, seguramente habría estudiado mucho.

Y mira lo que dice sobre el viaje de Durero a Middelburg. Evidentemente, van Mander no leyó el diario de viaje del alemán:

“Entre sus múltiples trabajos, el más célebre e importante fue el monumental altar realizado en Middelburg; una pintura con dos alas verdaderamente gigantesca, que, por sus dimensiones, debía ser sostenido por caballetes cuando se abría. Cuando el ilustre Alberto Durero vino desde Amberes a contemplar esta obra, quedó profundamente impresionado.”

 

Mabuse, San Lucas pintando a la Virgen,
1515

Lo más curioso es la anécdota que nos deja de Gossaert/Mabuse y que con eso terminó por enterrar su reputación.

 

Cuenta la leyenda que Mabuse estaba al servicio de su señor cuando a éste se le ocurrió agasajar al emperador Carlos V con una gran recepción. Para ello, decidió vestir a su séquito con unas túnicas de tela blanca adamascada, carísima. A cada uno de la comitiva se le entregó su parte de tela para que confeccionaran el traje por su cuenta.

 

“Mabuse, frecuentemente necesitado de dinero para satisfacer sus deseos excesivos y desenfrenados, pidió que le dieran su parte del damasco por adelantado, con la excusa de que haría su propia prenda de vestir, según una idea personal, rehaciéndolo en un traje exótico; apenas consiguió el tejido, lo vendió y gastó el dinero.”

 

Mabuse, Retrato de hombre
con libro, sg. XVI

Llegó el día del evento y él, sin la túnica. Tomó un papel blanco, se hizo la ropa con él y le pintó un tábano y flores parecidas a las de las telas de damasco. Tuvo que desfilar así con los otros personajes de la corte. Su señor le preguntó al emperador qué vestimenta le había gustado más, sin conocer el truco de Mabuse. El emperador, por supuesto, señaló la del pintor. En la cena (ya con el marqués enterado del asunto) el emperador pidió ver de cerca la tela y entonces fue cuando descubrió que en realidad era de papel. El emperador se asombró y rió, con lo cual Mabuse se salvó del castigo correspondiente. (¿Diseñar el estampado de una tela, aunque sea papel? Ventajas de los artistas.)

 

Mabuse, Madonna con el Niño, 1520

En fin, van Mander cuenta que terminó en prisión por sus deudas y que siguió dibujando en su celda. Aunque no consta que esto sea cierto…

 

Así es cómo van Mander le hizo fama de derrochador y desenfrenado a Mabuse. Si fuese cierto, ¿cómo hizo para pintar tanto? ¿Cómo logró cumplir con los encargos que le hacían reyes y nobles?

 

Fuentes: Dürer, A. Schriften und Briefe. Westberlin, Das Europäische Buch V., 1984

van Mander, K. Le vite degli illustri pittori fiamminghi, olandesi e tedeschi.

Sant’ Oreste, Apeiron, 2000

Traducción: C.del Rosso

 

 

 

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