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jueves, 21 de febrero de 2019

Ser pintor por amor



La historia de 

Quinten Massys

¿Cuántas veces hablamos de Vasari y de sus Vidas?  Ya perdí la cuenta. Vasari fue el primer historiador del arte, el que se puso a recopilar datos biográficos de los pintores italianos (1550). Una tarea impresionante y necesaria, para que no se perdieran en la noche de los tiempos esos nombres. (Te conté algo más aquí.) Pero no sólo había pintores italianos y Karel van Mander (1548-1606) tomó la idea e hizo lo mismo con los pintores holandeses, flamencos y alemanes.

van Mander, Paisaje con nieve y Crucifixión, sg. XVII


El “Schilder-Boeck” (1604), como se llama en holandés, es un libro mastodóntico. Menciona antiguos pintores griegos, romanos y egipcios, a partir de Plinio; luego, traduce las Vidas de Vasari y agrega algunos artistas que conoció personalmente en su viaje a Italia,  actualizando la lista de Vasari. Añade sus biografías de pintores nórdicos, según sus investigaciones,  y termina su obra con un manual acerca de las Metamorfosis de Ovidio, imprescindible para aquél que quiera pintar temas mitológicos. Una gran demostración de sabiduría e investigación científica.
van Mander, Jugadores de ajedrez, sg. XVII


Como ocurre con Vasari, no hay que tomarse muy en serio sus biografías. En muchos casos está poniendo por escrito leyendas que se dicen sobre tal o cual, pero eso no significa que realmente haya sido así. Hoy podemos cotejar esos datos con otros documentos, aunque con respecto a ciertos autores, no hay más fuente de información que la de van Mander.

No te insisto en que lo leas:  ya lo leí yo para ti... Te voy a ir contando de a poco las historias de esos artistas que vivieron allá arriba, en el Norte. 

Massys, El prestamista y su mujer, 1514
Me encantó la historia de Quinten Massys (1466-1530). ¿Lo conoces? Es un pintor bastante peculiar. Se especializó en el tema de los prestamistas: el dinero como ocasión para la usura, la avaricia... 













Massys, Una vieja grotesca, 1513



Naturalmente, también pintaba otras cosas como esta mujer tan fea, dicen que era una condesa. En todo caso, puede ser una caricatura o bien, la demostración de los efectos de la mala vida en la apariencia de las personas.

Era hijo de un herrero, trabajó con su padre hasta los 20 años. Viajó mucho por Italia y se empapó de lo que hacían los artistas por ahí. Su obra tiene mucha influencia italiana. No había aprendido de ningún maestro, pero, sin embargo, su mejor escuela fue ver lo que hacían allá por el sur. Aunque, como herrero, tenía que saber dibujar...  Así y todo, fue miembro del Gremio de Artistas de San Lucas, o sea, sus colegas lo consideraban un profesional.




Massys, Retrato de un hombre viejo, 1520
 ¿Cómo llegó a ser pintor? En esa época los hijos estaban destinados a seguir la profesión de sus padres. Una reinvención, como decimos ahora, era casi imposible. No había movilidad social; si empezabas como aprendiz en el taller de tu padre con 8 ó 10 años... ¿cómo haces para cambiar de profesión, si ni siquiera ibas a la escuela? En el caso de él no era una  cuestión económica: su padre tenía una muy buena posición.

Mejor te dejo que te lo cuente van Mander:

“A propósito del origen o de la causa de su cambio profesional -del oficio de herrero a la práctica del arte- se cuenta a menudo otra historia: según esta versión, cuando era herrero, se habría enamorado de una bella y dulce joven, a la que se pone a cortejar, pero teniendo como rival a un pintor; la chica, aunque estaba realmente atraída por Quinten, no estaba para nada satisfecha con su ocupación, en realidad, muy sucia, y deseaba ardientemente que se dedicara a la pintura, en lugar de que siga siendo herrero.”

Massys, Retrato de una mujer, 1520
Así fue cómo dejó la fragua y las herramientas y se puso a pintar. ¿Ves? La fuerza del amor puede con todo.

Pero van Mander, a pesar de que todos cuentan esta historia, no la considera muy verosímil. Él tiene otra versión: cuando cumplió los 20 se enfermó gravemente, quedó muy débil, sin fuerzas suficientes para la fragua y los martillos. No podía mantener a su madre. Se lamentaba por esto ante todos los que lo iban a visitar al hospital.







Massys, Madonna y Niño con el cordero, 1513
Era costumbre en Jueves Santo visitar a los enfermos y a los niños se les regalaba estampitas con imágenes de santos. Alguien le pidió a Quinten que ayudara en la tarea de pintarlas. Parece que así arrancó con su nueva profesión. Un comienzo modesto, pero, como dice van Mander por ahí, uno no se convierte en artista si no se es constante en la práctica.

“Según mi opinión, -dice van Mander- ambas explicaciones podrían ser verdaderas: cuando cae enfermo, Quinten comenzó a pintar y, en cuanto se recuperó, encontró a la dulce jovencita de la que se enamoró profundamente, a pesar de que fuera ya cortejada por un pintor rival; luego de haber percibido algunos indicios de la damisela en cuanto a esto, decide abandonar las herramientas de herrero y toma las del pintor, llegando a ser un maestro excelente, ya sea a causa del amor, ya sea por inclinación natural, empleando con suma valentía los medios concedidos por un talento innato... “


Massys, Los cobradores, sg. XVI
¿Con cuál de las 2 versiones te quedas? Una historia que jamás te imaginarías viendo sus cuadros, ¿no? Una historia de amor del siglo XVI en Holanda...















Fuentes: Karel van Mander, Le vite degli illustri pittori fiamminghi, olandesi e tedeschi. 
Sant’ Oreste, Apeiron, 2000
Traducción: C. del Rosso


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