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jueves, 28 de febrero de 2019

Un museo junto al río


La Colección Amalia Lacroze de Fortabat

(Imagen: C.del Rosso)

Durante mucho tiempo Buenos Aires dio la espalda al Río de la Plata. El puerto estaba cercado con rejas, era zona militar. Los alrededores estaban en un estado ruinoso, había mucho ambiente de puerto y no daba ninguna gana de andar por ahí. Claro que siempre estaba la Costanera, una especie de rambla porteña. El río es anchísimo: no se ve la otra orilla, la de Uruguay, y es de color marrón (“color de león”, le decimos). Y no por mugre, sino por los sedimentos de tierra roja que llegan desde Brasil.

Warhol, Amalia Lacroze de Fortabat, 1980
(Imagen: Colección Fortabat)
En los ‘80 la ciudad recuperó el río y ganó un espacio para pasear. Allí, en Puerto Madero, junto a un dique, en el 2008, Amalita Lacroze de Fortabat hizo construir un museo para mostrar al público su colección privada. ¿Quién era esta señora? Una empresaria argentina, de familia aristocrática, dueña de una gran fortuna y mecenas de las artes. Con sólo ver su retrato te das una idea cabal de su personalidad.










Brueghel, J. Flores en un vaso Wan-Li,
1609 (Imagen: Colección Fortabat)
Cuando lo entramos no había casi nadie de gente: una pareja de chinos muy entendidos, una familia y algún visitante solitario. Y eso que era fin de semana. La colección es enorme. Dicen que abarca unas 400 obras, pero no todo está expuesto. El fuerte es naturalmente el arte argentino: hay de todo y todo bueno. Hay poco de arte internacional, aunque con ejemplos destacadísimos. También tienes esculturas egipcias y griegas.









Te encuentras con 2 Brueghel al entrar. (Estos Brueghel eran una verdadera dinastía de pintores: algún día te tengo que contar su historia...) De Jan, un impresionante bouquet de flores, muy a la holandesa, y el “Censo de Belén”, de Pieter. Una señora lo contemplaba detenidamente y se preguntaba en voz alta: “¿Dónde están María y José?”. 

Brueghel, P. El censo de Belén, sg. XVI (Imagen: C.del Rosso)


Impresionante el Turner: es para quedarse un rato largo mirándolo. Amalia causó sensación en la subasta: ¿de dónde había salido esta señora que es capaz de pagar todo ese dinero y dar vuelta el curso natural de una subasta? “Julieta y su aya”: Julieta en el balcón, contemplando la Plaza de San Marcos en Venecia; texturas por todas partes, el típico uso del blanco y amarillo de Turner, que te da la impresión de que los colores se están evaporando...

Turner, Julieta y su aya, 1836

Chagall, Bouquet de primavera, 1966
(Imagen: Colección Fortabat)
Otro que me encantó fue el jarrón con flores de Chagall: más texturas, flores sobre un fondo azul increíble y sus figuras revoloteando alrededor de la torre Eiffel...




















Figari, En el patio, sg. XX (Imagen: Colección Fortabat)

Hay varios cuadros de Pedro Figari, el pintor del candombe. Es rioplatense, uruguayo, aunque trabajó mucho tiempo en Buenos Aires.








Rugendas, Los capataces, sg.XIX (Imagen: Colección
Fortabat)
Como te decía, el arte argentino es lo que más se destaca en la colección. Tienes de todo un poco. Desde Prilidiano Pueyrredón, el pintor-arquitecto del sg. XIX, que plasmó las pampas y los comienzos de la nueva nación, hasta los artistas contemporáneos más vanguardistas. No te puedo detallar todo: son muchísimos.  Yo tengo mis preferencias, trataré de ser imparcial, aunque no creo que lo logre. Quizás no te suenen todos estos nombres...






Rugendas, Boleando avestruces, 1845 (Imagen: Colección Fortabat)
Alguna vez te conté de Rugendas, el pintor viajero, que anduvo por toda Sudamérica con sus pinceles (lo puedes ver aquí): un fiel exponente de la pintura costumbrista. Aquí tienes a un gaucho tratando de enlazar ñandúes con sus boleadoras. 












¡Fernando Fader! La tropilla de caballos, galopando por las pampas. Es un cuadro con mucho movimiento, fuerza, luz, difícil de pintar por el tamaño... Te atrapa, te llama desde lejos... 

Fader, La tropilla, 1907 (Imagen: C.del Rosso)

Quinquela Martín, Un momento rosado, sg.
XX (Imagen: C.del Rosso)
El más grande, Quinquela Martín: el pintor humilde, el carbonero, el pintor del puerto. Pinceladas espontáneas, cargadísimas de pintura, expresión gestual total, antes de que la hicieran famosa los americanos. Nos quedamos mirando esos 2 cuadros llenos de vitalidad, con la actividad del puerto, las figuras negras tiznadas por el carbón, con esas mismas bolsas que él había tenido que cargar... No se puede entender a Quinquela sin el río, sin los inmigrantes que llegaron a hacer la América.













Lacamera, Interior con ropero, sg. XX (Imagen:
C.del Rosso)
Y al lado, dos Lacamera, uno mejor que el otro: dos interiores en los que los planos se van sucediendo hacia lo profundo.




















Pettoruti, La resistencia (izq.); El indeciso (der.),
1950  (Imagen: C.del Rosso)
Tienes también los arlequines cubistas de Pettoruti. 
























Xul Solar, Zig-zag, 1949 (Imagen: Colección Fortabat)
Y de Xul Solar, con unas cuantas acuarelas surrealistas, intrincadas, misteriosas y varios de Raquel Forner. 















Soldi, Joven leyendo, sg. XX (Imagen: Colección
Fortabat)
Nos quedamos largo rato admirando la Joven leyendo de Raúl Soldi: con técnica impecable, sus rostros dulces son inconfundibles.













Berni, Niña con zapallo, sg. XX (Imagen:
C.del Rosso)
¡Y la mirada de la Niña con zapallo de Antonio Berni! Te estremece ver cómo logró esa expresión tan tierna con unas pinceladas precisas. De Berni hay mucho, de todas sus épocas: instalaciones sobre la Difunta Correa, su collage gigantesco sobre la historia de Ramona y otros tantos cuadros de denuncia social.










Macciò, Corazón, 1962 (Imagen: C.del Rosso)
El informalismo lo tienes con Rómulo Macció o con Jorge de la Vega: no me atrae mucho este tipo de arte, pero no por eso hay que despreciar sus obras. Son cuadros con mucha textura, color y gesto; en el caso de de la Vega, llama la atención la diversidad de materiales y el relieve que logra con ellos.














De los más actuales nos impactó el trabajo de líneas de Mac Entyre! Una precisión envidiable: ¿cómo lo hizo? 

Mac Entyre, Composición en verdes y azules, 1997 (Imagen: Colección
Fortabat)


Porter, Fragmentos de viaje, 1983
(Imagen: C.del Rosso)
Te dejo la intriga con Liliana Porter: una de las mejores artistas de Argentina. La foto desmerece la obra: no es capaz de trasmitir los detalles y el efecto emocional que provoca su contemplación. Pintura, collage, relieve, colores neutros en una armonía insuperable.



Es un museo chico: nosotros lo pudimos ver tranquilamente en una hora y media. La entrada no es cara. Obviamente, no puede competir con el Museo Nacional de Bellas Artes (lo vimos aquí), pero, si vas a conocer Puerto Madero, es una muy buena opción para culminar tu paseo contemplando pinturas de gran calidad. Tiene una pequeña tienda en la que ofrecen publicaciones. Y no te puedes perder la cafetería, a la orilla del dique... 






Una buena manera de terminar una tardecita de ésas en Buenos Aires.

(Imagen: C.del Rosso)


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