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jueves, 7 de marzo de 2019

Opiniones de una pintora


Los guardianes de la puerta estrecha, sg. XIX
¿Conoces a Anna Lea Merritt (1844-1930)? Seguro que nunca has oído hablar de ella. Sin embargo, fue una pintora famosa, a quien la noche de los tiempos cubrió con su manto y cayó en el olvido.

Nació en Filadelfia y su familia se trasladó a París cuando ella tenía 21 años; allí comenzó sus estudios de pintura. En 1870, ante la Guerra Franco-Prusiana huyeron a Londres y ella se estableció allí. En 1871 conoció  a Henry Merritt, un crítico de arte, quien la ayudó a posicionarse como artista profesional. Vendía muy bien, exponía a menudo: podía vivir de la pintura. Seis años después se casaron y Anna debió dejar su profesión: una dama no debía trabajar y menos dedicarse a pintar de manera profesional. 






Love blocked out, 1889
Ser pintor no era una ocupación muy honorable. Imagínate en el caso de una señora esposa: esto hubiese afectado a la reputación de su marido. Por esas cosas del destino, quedó viuda a los 3 meses de su matrimonio: nunca pudo superar su pérdida. Así lo manifestó con su mejor obra: Love locked out (Amor bloqueado). No se volvió a casar. Ahora nada le podía impedir seguir con su profesión de artista.  Tuvo mucho éxito en USA, en París y en Inglaterra y era respetada por todos. Fue miembro de la Royal Society of Painters and Etchers de Londres.


¿Por qué se me ocurrió presentarte a esta pintora? Por un lado, es un ejemplo más de todas esas artistas que fueron famosas, que tuvieron que luchar contra las convenciones de su tiempo y que fueron olvidadas posteriormente. Por el otro, ella nos ha dejado un testimonio personal muy importante, en forma de una carta, que escribió en 1900.






La tituló “Una carta para los artistas, especialmente para las mujeres artistas”, en la que en sus 5 páginas expone su visión sobre el rol del pintor y da sus consejos, según su propia experiencia de vida.

No te puedo detallar toda la carta: está en inglés; puedes verla entera en el enlace que te dejo abajo, si quieres. Sólo te voy a comentar algunas partes y verás que quizás las cosas no han cambiado demasiado.


La guerra, 1883 (Imagen: artuk.org)


Aprecia muchísimo que las mujeres, a comienzos del siglo XX, puedan estudiar pintura y exponer sin problemas, cosa que ella no había podido disfrutar de joven (aunque reconoce que nunca se sintió discriminada por ser mujer). Los problemas a los que se tuvo que enfrentar también afectaban a sus colegas masculinos, pues son propios de la actividad del artista en general: no hay ingresos fijos; hay que tener un taller, pagar modelos y los materiales son caros; hay que soportar la envidia de los colegas... Si una señorita quiere lograr su independencia económica por esta vía, debería pensar antes en todas estas cosas. Se me ocurre ahora el caso de Mary Cassatt: no le iba nada mal, tenía una pequeña pensión que le pasaba su padre y aun así se las tenía que ingeniar para conseguir taller, modelos, pagar clases...


A través del valle, sg. XIX (Imagen: artuk.org)

Anna sigue: “Si vivieras en un vecindario rural y de agricultores en Inglaterra, te sorprenderías al ver cuántas hijas de granjeros desprecian a las aves de corral o a la mantequilla y recorren millas en sus bicicletas para estudiar “arte” en alguna de las escuelas de South Kensington. Lo que les atrae de esta profesión es que está de moda.”


Ofelia (grabado), 1880


Todos quieren estudiar arte: las hijas de granjeros, los hijos de los carpinteros, las modelos de los artistas... Ya no es un deshonor para las familias tener una hija que se dedique a la pintura y se ha vuelto una moda. Les atrae la fama, los precios de venta de las grandes obras maestras.... pero no todos tienen talento, no todos tienen la constancia necesaria para formarse o para resistir ante tantas adversidades. Una pérdida de tiempo: la gran mayoría termina dedicándose a la decoración o al diseño.







Retrato de una joven, sg. XIX
Opina que hay que reconocer la labor de las galerías y de las escuelas de arte y que hay que apoyar al artista en sus comienzos para que pueda establecerse:
“El arte no puede florecer donde el artista no puede vivir.”
¿Cuántos galeristas asignaron una mensualidad a los pintores para que pudieran crear? ¿Hubiesen existido un Picasso o un Monet sin Kahnweiler o Durand-Ruel?











Muchos se veían obligados a dar clase a todas esas mujeres a las que sólo les importaba pintar como hobby. Esto no ha cambiado demasiado. Supongo que a algunos les parecerá tedioso o poco gratificante dar clase a gente que se toma la pintura de esta manera, pero también es cierto que dar clase es enriquecedor y que, de paso, te da de comer.

El conejo, sg. XIX
Más adelante, destaca la importancia de la educación en el arte y el valor de un buen profesor. Que no sólo hay que saber pintar, sino también conocer la Historia del Arte y educar el gusto mediante la observación de la naturaleza. Los grandes de la Pintura han tenido siempre un gran maestro de quién aprender... Puedes estudiar en Bellas Artes, sacar el título, pero sólo aprenderás de verdad si tienes la dicha de encontrarte con un gran profesor, de ésos que están comprometidos con el alumno y no esconden lo que saben. Te aseguro que es así: a mí me pasó. Ésa es la verdadera escuela: como fue toda la vida, el aprendizaje del taller, compartir los secretos del oficio de generación en generación.







Campos de trigo, sg. XIX (Imagen: artuk.org)
No le parece conveniente que haya exposiciones de mujeres artistas exclusivamente. Esto lo han dicho muchas pintoras. Por ejemplo, Georgia O`Keeffe se negó a participar en una que organizó en 1942 Peggy Guggenheim en su galería de Nueva York. La igualdad de oportunidades estaría en competir de igual a igual, en el mismo espacio que los pintores. Somos artistas, no “mujeres artistas”.







¿Cuál es el peor enemigo de la pintora? En realidad son dos: uno, las labores domésticas. La mujer debe zurcir, cuidar enfermos, escribir cartas, velar por su marido, ocuparse de la casa y de la comida, atender a los niños...

Retrato de su esposo Henry con pipa, 1877
Si una se quiere dedicar profesionalmente a esto, todas estas labores quitan un tiempo precioso... En cambio, el hombre (sea artista o no) tiene todas estas cosas resueltas. Y mira quién lo dice: ¡una mujer que amó profundamente a su esposo! El otro enemigo es la sensación de culpabilidad que se nos apodera de nosotras cuando no somos una “abeja laboriosa”, es decir, cuando no hacemos lo que se supone que debemos hacer.
“Esta estrechez de miras es un gran error, porque las ideas se engendran -la observación es más aguda en los momentos de ocio-  lejos de los implementos de las labores.”







O sea, dicho de otro modo: las cualidades que hacen que una mujer sea virtuosa boicotean su éxito profesional.

“El arte debería ser sólo juego, sólo recreación.” Más bien, una re-creación de una porción del Universo para entender al Creador, dice ella. No una mera imitación.


Eva, 1885


¿Qué te ha parecido esta carta? ¿Qué opinas? Déjame tu comentario o escríbeme un mail o por Twitter...



Fuentes: Merritt, Anna Lea (1900). "A letter to artists, especially women artists"Lippincott's Monthly Magazine (65): 463–469. n 1900




1 comentario :

  1. Super actual. Aún las mujeres seguimos batallando entre nuestros "deberes" y nuestra profesión. Muchas veces por imposiciones propias, por sentimiento de culpa por hacer algo que nos gusta.

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