Serpiente de dos cabezas (Imagen: British Museum) |
Durero descubre América
Hace un tiempo te conté cómo
Durero emprendió el viaje a Italia (puedes verlo aquí). No existía el Grand
Tour como tal todavía (si no sabes de qué se trata...), aunque
muchos artistas, con ansias de conocer y aprender, decidían hacer este viaje.
Él era un pintor famoso, sin duda; sin embargo, en Alemania estaba aislado,
desconectado de todas las innovaciones que se hacían tanto en el sur como en el
norte. Como te decía antes, partió hacia Italia, donde se encontró con colegas,
admiró y aprendió de las colecciones de arte, hizo varias compras y presentó su
demanda contra Raimondi, que plagiaba sus obras con su firma y todo. Lo sabemos
porque escribió un diario de viaje, con todos los detalles: dónde dormía, sus gastos
personales, a quién veía…
Durero, Autorretrato con 28 años, 1500 |
Pero le faltaba algo: conocer de primera mano la pintura nórdica, la de los Países Bajos. Nuestro artista había sido invitado a la coronación de Carlos I (Carlos V de España) en Aquisgrán. Parte en julio de 1520, esta vez con su señora y la criada, desde Nüremberg y con destino Amberes. Por supuesto, escribe un diario, como lo hizo cuando fue a Italia. Nos cuenta qué comió, qué gastó, que compró, a quién vio, qué cuadros regaló…
Se quedó allí un año. Conoció a Erasmo y a otros personajes ilustres. Trató a Patinir, a Massys (lo vimos aquí) y a Mabuse. Pudo contemplar el Altar de Gante de los van Eyck (te conté algo por aquí) y las obras de van der Weyden (lo vimos también aquí). En medio de su estadía se entera de que ha muerto Rafael, con quien había intercambiado dibujos. (Sobre la muerte de Rafael pincha aquí.)
Sin embargo, había un motivo más urgente para este viaje: Durero dependía de una asignación por parte del emperador austro-húngaro Maximiliano I. Al pasar la corona a Carlos I tenía que asegurarse la continuidad de aquélla. El rey estaba en Bruselas y hasta allí se dirige Durero con un amigo, sin su mujer. La ciudad había organizado un homenaje triunfal al futuro emperador y el artista nos lo describe.
El 27 de agosto nos cuenta en su diario la visita que hace al ayuntamiento de Bruselas; allí se maravilla del Juicio de Roger van der Weyden. Pero había otra cosa más, que es lo que te quiero comentar hoy. A ver qué dice nuestro artista en su diario de viaje:
“También he visto lo que se le ha traído al rey desde el nuevo país del oro: un sol entero de oro, una braza entera de ancho; una luna toda de plata del mismo tamaño, 2 salas llenas de las mismas armaduras y toda clase de armas, arneses, protecciones, escudos maravillosos, vestimentas extrañas, ropa de dormir y todo tipo de cosas extraordinarias de uso masculino, que es mucho más bello de ver que cualquier otro prodigio. Todo esto es tan exquisito, que se lo valora en más de cien mil florines. Y, sin embargo, no he visto nada en toda mi vida que haya deleitado tanto mi corazón que esto. Pues allí he visto un arte maravilloso y me he asombrado del ingenio sutil de los hombres en tierras lejanas.”
¿Qué fue lo que vio que le causó tanta impresión? ¿A qué se refiere?
Anónimo, Retrato de Hernán Cortés |
En 1519 Hernán Cortés envió este tesoro al rey como muestra de su lealtad y de lo que había encontrado en México, “el nuevo país del oro”. Tenía especial interés en que el rey reconociera sus servicios. Cortés no tenía permiso de poblamiento y conquista: lo hizo por propia iniciativa y, desobedeciendo a su superior, Diego de Velázquez, gobernador de Cuba, fundó San Juan de Ulúa.
El emperador Moctezuma había recibido señales del tan añorado y temido retorno del dios Quetzalcóatl. Al tener noticia de la llegada de estos extraños, entendió inmediatamente que la profecía se había cumplido. El emperador, con mucho temor de ofender al dios, y de paso, ganar tiempo, envía a sus emisarios con este regalo. Esto no hizo más que intensificar la codicia de estos aventureros, pero no voy a seguir contándote cómo siguió este asunto, que si no me voy por las ramas.
Como te decía, Cortés recibió estos regalos y se los envía al rey. No es un saqueo ni un robo (distinto a lo que pasó después). Se expusieron en Sevilla y Valladolid; cuando el rey viaja a los Países Bajos los lleva consigo y son mostrados también en el ayuntamiento de Bruselas. Es entonces cuando Durero tiene la oportunidad de verlos.
El artista nos da una lista de lo que vio. Es bastante descriptiva si se toma en cuenta la carta que le envía Cortés al rey, detallando lo que le está enviando. En total son aprox. unos 160 objetos, en los que se encuentran no sólo el sol y la luna (de casi 2 metros de diámetro), sino también alpargatas, mantas, ropa tejida con plumas, collares con rubíes y esmeraldas, pieles, espejos y tocados de plumas.
¿Dónde está ese tesoro? Pues… no se sabe. Los objetos de oro fueron fundidos por orden del rey para poder saldar sus deudas de guerra. Se conservaron las piedras preciosas, que no se sabe adónde fueron a parar. Los historiadores han desarrollado casi una tarea de detectives, tratando de ubicar estos objetos. Se supone que parte de ellos terminaron en el Museo Etnológico de Viena, pero tampoco se está muy seguro.
Por ejemplo, se sabe que el llamado tocado de plumas de Moctezuma (penacho) fue regalado en 1524 por Carlos V a su hermano, el archiduque Fernando. Éste luego fue coronado emperador y armó una gran colección de “maravillas”, que más tarde pasaron a ese museo de Viena. ¿Será el mismo que vio Durero? Muchos estudiosos opinan que no perteneció a Moctezuma, sino a un sacerdote. México reclama su devolución; sin embargo, tanto los conservadores austríacos como los mexicanos opinan que no soportaría el traslado.
Esta pequeña cita en el diario de Durero nos muestra el encuentro de dos mundos. La reacción de Durero dice mucho. Su padre había sido orfebre, él mismo había sido aprendiz en su taller: podía juzgar perfectamente la calidad de esos objetos. Claro que sabía del descubrimiento de esas tierras. ¿Qué sabía de Cortés? Quizás nada. ¿Y de los aztecas? Quizás no mucho. Pero para él fue una experiencia que le deleitó el corazón. Sin embargo, esto no influyó en su arte, en su manera de pintar.
Dürer,
A. Schriften und Briefe. Westberlin,
Das Europäische Buch V., 1984
Traducción:
C.del Rosso
Notable. La otra cara del encuentro, conquista o como quiera llamársele...
ResponderEliminarEs todo eso a la vez.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario!