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jueves, 15 de abril de 2021

¿Por qué pintas?




©2013 Cristina del Rosso, Nenúfares en el Danubio


No me gusta hablar de mí. Hay tantos maestros de quién hablar y contarte su historia… Pero, cuando expongo, converso con alguien o leen mi blog siempre me preguntan lo mismo: “¿Por qué pintas?” o “¿Cómo se te ocurrió ser pintora?”. Y cuando me hacen una entrevista, estas preguntas están ahí otra vez.

Siendo ésta la semana del Arte, pensé que sería bueno contestarlas todas juntas en este artículo.
©2017 Cristina del Rosso, Venecia
misteriosa

En mi caso, siempre me fascinaron los colores. No tuve la oportunidad de crecer viendo grandes obras en directo; sólo veía reproducciones de una revista que recibía mi padre y había algo allí que me atraía poderosamente. El primer recuerdo que tengo en relación con el arte es de escaparme hasta una habitación que mi nonno le había alquilado a un pintor amateur; este señor se había ido de la casa y había dejado sus cuadros. Mi madre no quería que subiera esas escaleras y siempre recuerdo que llegaba arriba, alcanzaba a ver algún cuadro a escondidas e inmediatamente era escuchar “¡Cristina!”, la voz de mi madre, espantada, porque había subido sola hasta allí. Me movía la curiosidad, la aventura, llegar a ese lugar prohibido… pero había algo en esos cuadros (bastante malos, pensándolo bien) que me atraía. No era consciente en ese momento, pero era la pregunta que me asalta siempre cuando veo algún cuadro importante: “¿Cómo está hecho?”. Pasan los años, pero la pregunta es la misma: tratar de descifrar el secreto de una gran obra.



©2020 Cristina del Rosso, Mina de oro II, óleo y pan de oro


En casa se respiraba un ambiente, por decirlo de alguna manera, estético. Mamá tocaba el piano, bordaba y cosía maravillas, sus manualidades tenían un gusto exquisito... Las tortas que hacía para nuestros cumpleaños eran verdaderas esculturas. Papá tenía como hobby la fotografía; en su etapa como ingeniero había tenido que dibujar planos (¡Ay, sus Rotring!!! ¡Qué tentación!). Los domingos se escuchaba ópera, como es de rigor en una familia italiana. Pero pintar, nadie. En la familia no había pintores. En la adolescencia me puse a copiar obras por mi cuenta, aprendí a dibujar de a poco, sola. Desde entonces no paré nunca de pintar.

©2020 Cristina del Rosso, Sendero



Ir al Museo era una experiencia increíble, que sólo aumentaba mis ganas de aprender. Llegó el momento en que tuve que decidir qué estudiar. Para mí era clarísimo: Bellas Artes. Pero mi padre no quiso: tenía miedo de que me muriera de hambre. Luego de largas discusiones, llegamos al acuerdo de que estudiaría Letras.  Me lo tomé como que, bueno, sacaría la carrera y luego me dedicaría a Artes. Estudiaba para los exámenes y luego, de madrugada, me ponía a pintar, experimentando todo el tiempo (y con mamá acompañándome a esas horas). Terminé la carrera y, entonces, mi padre me apoyó con todo para que pudiera concretar mi sueño de estudiar pintura. Busqué los mejores maestros y la verdad, no aprendí mucho. Un gran pintor no siempre es un gran profesor. No era lo que yo estaba buscando. Comencé a exponer con mucho entusiasmo, pero vinieron las obligaciones familiares, enfermedades, traslados de país; sin embargo, siempre me las arreglé para encontrar un ratito para pintar. Y si no podía, estudiaba teoría, técnicas… Hasta que al fin encontré a un gran profesor y pintor con el que pude estudiar Pintura como yo quería y del que aprendí todo lo que sé. Fue como empezar de nuevo.

©2016 Cristina del Rosso, Eucaliptus



Con el tiempo, tuve la oportunidad de ser asistente en talleres y luego dirigirlos. Dar clase es muy gratificante ya que no sólo ayudas a otros a perfeccionarse sino que también esos alumnos te aportan muchísimo para tu creación personal. Es increíble ver cómo de a poco los alumnos van dando sus primeros pasos hasta que puedes soltarlos y que caminen sin tu ayuda. No se trata de inculcarles tu estilo, sino que cada uno pueda desarrollarse a partir de sus propias aptitudes. No todos seremos Velázquez, naturalmente, pero ¿por qué no intentarlo? Yo siempre les digo: “¿Vas a dejar de tocar la guitarra porque no puedes ser Paco de Lucía?”. Es que hay tantos grandes artistas que al final te apabullas y lo dejas. Y no, en esto, como en todo, hace falta mucha, pero mucha perseverancia.

©2020 Cristina del Rosso, Sauces a la orilla del río



Y bueno, “¿por qué pintas?”. Supongo que porque no puedo hacer otra cosa. Mentira, no es así, uno puede hacer muchas otras cosas. ¿Cuántos pintores tienen que trabajar en otras ocupaciones para poder mantener a su familia? Digámoslo de otra manera: pinto porque es lo que me hace feliz y lo que yo puedo aportar a los demás. Tengo la suerte de poder dedicarme a esto casi exclusivamente.


©2019 Cristina del Rosso, Cielos I,
Después de la tormenta siempre sale el sol


Voy por la calle y, oh, veo un motivo para pintar. Surge ahí mismo la necesidad imperiosa de pintarlo, aunque no siempre se pueda y haya que postergar el proyecto. Y todo el día gira alrededor del arte o la pintura. Si no estoy escribiendo para el blog, estoy leyendo tal o cual libro para un artículo o bocetando para enfrentar un nuevo proyecto. El proceso creativo, como lo llaman ahora, puede durar años. Hay cuadros que salen bien enseguida, en los que sé perfectamente adónde quiero llegar y qué quiero decir con esa obra. Pero en otros el proyecto puede tardar años en realizarse. A veces las cosas requieren de mucho trabajo, investigación y meditaciones antes de tomar el pincel y ponerse a trabajar.

©2014 Cristina del Rosso, Jardín en Heidelberg



Espero haber contestado aquellas preguntas. Si me permites una reflexión más… Es cierto que no es fácil ser artista, pero no mucho más que otras profesiones. Si quieres pintar, si te atrae el mundo del arte, no dejes de hacerlo. Muchos dicen que no tienen talento, que no sirven para esto… Seguramente en tu época de colegio alguien se ocupó de meterte eso en la cabeza: lo que ha fallado en ti no es tu talento, sino que el método didáctico con el que te enseñaron no era el adecuado. No es necesario ser un Leonardo para pintar. Si tienes talento y quieres algo más, ¡adelante! Pero si sólo te lo quieres tomar como un pasatiempo, ¿por qué no intentarlo? No sabes lo que te estás perdiendo. En tantos años de profesora he visto personas que salieron de una enfermedad grave, de una depresión, de desgracias personales, con la ayuda de alguna actividad artística.

Y te lo advierto, es una actividad peligrosa: una vez que entras en este mundo, ¡no puedes salir! ¡Es tremendamente adictivo! El mundo de la pintura, del arte en general, te atrapará…

¡Feliz día del Arte!

©2004 Cristina del Rosso, El secreto de la rosa

 
 






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