Durero, Joven veneciana, 1505 |
Aquí estoy, con un libro con olor a viejo, aunque no es tan añejo:
1978, sólo unos 42 años. Fue publicado
en la Alemania Oriental y reimpreso en Berlín Oeste. Historia antigua. Pero no por eso deja de ser útil: llegué a él
buscando los escritos de Durero, sus tratados y cartas.
Durero escribió bastantes cosas: un tratado de Pintura, otro sobre las
proporciones de la figura humana, otros tantos sobre arquitectura y
perspectiva…
Durero, Willibald Pirckheimer, 1524 (grabado) |
Estaba al tanto de lo que se hacía en Italia y no quería quedarse
atrás. En Alemania se seguía pintando a la manera medieval; los polos
culturales en ese tiempo eran los Países Bajos e Italia. Y un poco por
curiosidad, por darse a conocer, por aprender, viajó a Italia 2 veces. No era
fácil viajar en el sg. XVI: había que pasar varias aduanas, era muy costoso y
engorroso, en fin, él hizo las maletas (mejor dicho: los baúles) y partió de
Nüremberg. Llevaba muchísimos grabados para regalar y 6 cuadros para vender (y
los vendió). Aparentemente, para este 2do viaje, le prestó el dinero su amigo
Willibald Pirckheimer, noble, diplomático, que formaba parte del consejo de su
ciudad y que poseía una de las mejores bibliotecas de la Alemania de entonces.
El viaje duró 2 años (1505-1507).
Bellini, Pala di San Zaccaria, 1505 |
Durero ya era reconocido; de hecho, intercambiaba dibujos con Rafael.
Lo recibían con honores, pero… le habían aconsejado que tuviera cuidado porque ¡los
envidiosos podían envenenarlo! Pero no todos los italianos eran así: se había
hecho amigo de Sambellino (Bellini), de Carpaccio y de muchos otros artistas.
Durante el viaje iba mandando cartas a su amigo (tenemos 10 de ellas) y
por medio de éstas nos vamos enterando de cómo le fue. Había dejado a Agnes, su
esposa, y a su madre en Nüremberg, con todo lo necesario para que sobrellevaran
su ausencia. Entretanto, se declara la peste en la ciudad y ellas tendrán que
irse a Frankfurt. ¡No le llegaban noticias! Estaba preocupadísimo; tenía miedo
de que la madre hubiese fallecido. (De la esposa no dice nada...)
Pirckheimer le había hecho varios encargos: Durero le compró un anillo
con un zafiro, perlas, libros. Sin embargo, Durero quedó muy decepcionado con
la calidad y precios: mejor comprar estas cosas en Frankfurt. Y además, no te
estafan.
Durero, Autorretrato con 26 años, 1498 |
Por otra parte, Durero también aprovechaba los viajes para sus compras personales. Le
interesaba la moda, como un medio de afirmar su estatus de artista. Pronto dejó
de usar la ropa alemana, tan austera, por la tan colorida de los italianos. Le daba
tanta importancia a esto que mira lo que le dice a su amigo (naturalmente, es
sarcástico):
“Mi abrigo francés le saluda y mi traje suizo, también.”[1]
Y también era el momento de aprovisionarse de materiales para pintar:
el codiciado azul ultramar, pinceles buenos, papeles… Ir a Venecia a comprar
estas cosas era como si fueras hoy en día al mayorista o al importador: Venecia
era el centro de las transacciones de productos de Europa y Oriente y se
especializaba en el comercio de pigmentos.
El viaje a Italia también tenía otro propósito: Marcantonio Raimondi,
un grabador italiano, se lo pasaba reproduciendo sus grabados, incluso con el
monograma que usaba como firma, sin su permiso. Durero presentó una demanda en la Signoria. Raimondi
se aprovechaba de la fama que había ganado Durero a través de sus grabados. La
sentencia dictaminó que su monograma quedaría protegido, pero no sus obras.
Durero, La fiesta del Rosario, 1506 |
El viaje incluso dio sus frutos en el ámbito artístico: el Fondaco dei
Tedeschi, la delegación de los comerciantes alemanes en Venecia, le encargó una
tabla para el altar de la iglesia de San Bartolomé, su patrono. Esta obra se conoce
actualmente por “La fiesta del Rosario”, un título que se le puso erróneamente
en el sg. XIX. Le pidieron que estuviera lista para Pascua y la pinta ¡en 5
meses! Con lo que le pagasen, pensaba saldar la deuda con su amigo. Para él fue
una decepción:
Durero, Madonna con el verdecillo, 1506 |
“Sabéis, en cuanto a mi tabla, quieren dar un ducado por ella, que como
veis, estaba bien y con muy bellos colores. Recibí grandes halagos por eso,
pero poco provecho. Yo quería unos 200 ducados por el tiempo invertido y rechazarlo
por venganza, para volverme a casa, y el pintor guardó silencio; ellos han
dicho que yo soy bueno en los grabados, pero que en Pintura no sé tratar los
colores. Sin embargo, todos dicen que nunca han visto colores tan bellos.”
Vamos, ¡no era nuevo que se regateara! El problema era que él había
invertido mucho dinero en los materiales (unos 100 ducados) y, aparentemente,
no había contrato previo. (Finalmente, aceptó 110.)
También le dio tiempo para pintar otros cuadros. No especifica cuáles:
al parecer, “Cristo con los Doctores” y la “Madonna con el verdecillo”.
Durero, Jesús entre los Doctores, 1506 |
Sea como sea, era un alemán en Italia y seguramente tuvo detractores y
admiradores. Su pintura era anticuada para los italianos. Tenía mucho
que aprender de ellos. (Y más tarde, completó su formación con otro viaje, pero
a los Países Bajos.) Bellini lo admiraba y lo introdujo en los círculos más
exclusivos. Y el artista alemán recogió muchísimo de las enseñanzas de su amigo
italiano. A Pirckheimer le dice: “Cómo me congelaré después de este sol: aquí
soy un señor; en casa, un mendigo.”
“La fiesta del Rosario” es una de sus mejores obras. Todavía mantiene
rasgos del gótico tardío, pero incorpora todas las innovaciones que conoció en
Italia. Es una construcción piramidal, con la Virgen en el centro de la
composición y de la perspectiva. Por detrás, un paisaje alpino. Durero se
incluye con su autorretrato (y no sería la primera vez, mira aquí): aparece a
la derecha, junto a un árbol, sosteniendo un cartellino con una inscripción en
latín que dice: “Realizado en 5 meses, Albrecht Dürer, alemán, 1506, A.D.”. A
los pies de la Virgen, un ángel músico, una alusión a Bellini. De rodillas, el Papa Julio II y el emperador
Maximiliano. A la izquierda de la Virgen, Santo Domingo de Guzmán. Las demás
figuras probablemente sean personajes ilustres de Venecia y donantes del
Fondaco dei Tedeschi.
La obra comenzó a deteriorarse casi enseguida: la humedad de Venecia la
atacó sin piedad.
Durero, Vista de Venecia, 1506 (grabado) |
El emperador Rodolfo II la compró en 1606 para su colección. En el sg.
XVIII fue subastada, pasó de mano en mano, hasta que fue a parar a un convento
en Polonia en el sg. XIX. Los traslados constantes empeoraron aún más su
deplorable estado. El abad mandó a restaurarla. En el afán de recuperar los
colores, el rostro de laVirgen desapareció casi por completo y es más, también
un detalle típico en Durero: una mosca sobre la rodilla de María, con lo que
quería remarcar el realismo de la escena. Actualmente se encuentra en la
Galería Nacional de Praga.
Unos 14 años después vuelve a hacer las maletas, pero esta vez, hacia
el norte. Escribe un diario de viaje. Mejor te lo cuento otro día.
Fuente: Dürer, A. Schriften
und Briefe. Westberlin, Das Europäische Buch V., 1978
[1] Carta nº
8, 8 de septiembre 1506. En la carta siguiente: “Mi abrigo francés, el chaleco
y el traje marrón casi le envían saludos.” (23 de septiembre)
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