De vacaciones
Se va
terminando el verano, todo vuelve otra vez, y nosotros vamos dejando atrás
nuestros paseos por jardines de artistas.
Dejé para el final, muy a propósito, a Santiago Rusiñol.
Rusiñol, Jardín señorial, Raixa, 1902 |
En una
entrevista le preguntaron por qué se dedicó a este tema, y él contestó que le
había traído muchas satisfacciones en París y que le emocionaban. O sea, ¿lo
movía el éxito económico? Es cierto que se repite muchas veces: el mismo
esquema compositivo, la misma atmósfera… Lo tildaron de convencional, comercial
y poco creativo. Sea como sea, aportó una imagen diferente de España: nada de
folclorismo y manolas, la tierra seca, las pinturas oscuras.
Comenzó con
este tema en 1895. En 1899 expuso sus obras en la galería L’Art Nouveau,
de París, que le da fama y prestigio. En 1900 muestra esas mismas obras y
algunas nuevas en la Sala Parés de Barcelona, con muy buena crítica.
El tema de los
jardines para él es un programa artístico integral. No sólo son pinturas: Rusiñol
también era escritor; era poeta y dramaturgo. Escribía crónicas con las
experiencias de sus viajes en el periódico La Vanguardia y sus obras
estaban acompañadas siempre por poemas, suyos o de amigos. Incluso la música:
Manuel de Falla compuso Noches de los jardines de España, inspirado por
las reproducciones de las obras del pintor (1915).
En 1903 creó un libro de artista llamado “Jardines de España”, que
pretendía ser una obra de arte en sí misma. Controló cada detalle. Tapas de
cartón, con cierre de lazos de algodón, como solían ser los cuadernos de viaje
de los artistas. Dentro, reproducciones a color o monocromas de 40 de sus
obras, con su sello y cubiertas con papel de seda. (Puedes verlo aquí.)
Rusiñol, Patio azul en Arenys de Munt, 1900 |
En 1914 saca
una nueva edición, con nuevos cuadros y textos de distintos autores, como
Díez-Canedo, Manuel Machado, Ramón Pérez de Ayala o Juan Ramón Jiménez.
Rusiñol, Emparrado, 1914 |
Rusiñol, Jardines de Aranjuez, 1911 |
La luz de la
tarde, dorada, melancólica, nos llevan a estados del alma distintos, no de
exaltación y alegría, sino de meditación. Mira los efectos de rayos de sol, que
resaltan entre tanta sombra profunda.
Rusiñol, Jardines del Generalife, sg. XIX |
Realmente, son
cuadros para disfrutar, para quedarse. No son para pasar de largo y a otra
cosa.
Y ahora que
terminamos nuestra serie de jardines, ¿cuál te ha gustado más? ¡Cuéntame! A mí
me costaría mucho decidirme por uno, la verdad.
Fuentes: Casacuberta, M. Els jardins de l’ànima de Santiago Rusiñol.
Girona, “Sa
Nostra” Caixa de Balears, 1999
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