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jueves, 27 de agosto de 2020

Paseando por los jardines de Rusiñol


De vacaciones

Rusiñol, Jardines de Aranjuez, Glorieta, II, 1907

Se va terminando el verano, todo vuelve otra vez, y nosotros vamos dejando atrás nuestros paseos por jardines de artistas.

Dejé para el final, muy a propósito, a Santiago Rusiñol. 

Rusiñol, Jardín señorial, Raixa, 1902
Creo que no hemos hablado nunca de este pintor. Es uno de los máximos exponentes del Modernismo, famosísimo en su tiempo. Se dedicó casi exclusivamente al tema de los jardines. Como suele ocurrir, si quieres pintar al aire libre, frente a la naturaleza en todo su esplendor, hay que viajar, hay que salir a buscar esos motivos. Rusiñol anduvo por toda España: Aranjuez, La Granja, Granada, Sitges, Mallorca, Menorca, Ibiza, Valencia, Barcelona, Sitges, Gerona, Madrid, Cuenca, Elche, Sagunto, Játiva, Girona… Y sin hablar de París, donde residía, o Roma o Buenos Aires… Si Sargent viajaba y pintaba lo que veía, Rusiñol viajaba intencionadamente a esos lugares donde estaba lo que quería pintar. Le decían “el pintor de los jardines de España”, y lo fue.










En una entrevista le preguntaron por qué se dedicó a este tema, y él contestó que le había traído muchas satisfacciones en París y que le emocionaban. O sea, ¿lo movía el éxito económico? Es cierto que se repite muchas veces: el mismo esquema compositivo, la misma atmósfera… Lo tildaron de convencional, comercial y poco creativo. Sea como sea, aportó una imagen diferente de España: nada de folclorismo y manolas, la tierra seca, las pinturas oscuras.

Rusiñol, Aranjuez. Parterres. El viejo fauno, 1911


Comenzó con este tema en 1895. En 1899 expuso sus obras en la galería L’Art Nouveau, de París, que le da fama y prestigio. En 1900 muestra esas mismas obras y algunas nuevas en la Sala Parés de Barcelona, con muy buena crítica.


Rusiñol, Jardín en Son Moragues, Jardín de las elegías, 1903

El tema de los jardines para él es un programa artístico integral. No sólo son pinturas: Rusiñol también era escritor; era poeta y dramaturgo. Escribía crónicas con las experiencias de sus viajes en el periódico La Vanguardia y sus obras estaban acompañadas siempre por poemas, suyos o de amigos. Incluso la música: Manuel de Falla compuso Noches de los jardines de España, inspirado por las reproducciones de las obras del pintor (1915).

Rusiñol, Jardín en Mallorca, 1911


En 1903 creó un libro de artista llamado “Jardines de España”, que pretendía ser una obra de arte en sí misma. Controló cada detalle. Tapas de cartón, con cierre de lazos de algodón, como solían ser los cuadernos de viaje de los artistas. Dentro, reproducciones a color o monocromas de 40 de sus obras, con su sello y cubiertas con papel de seda. (Puedes verlo aquí.


Rusiñol, Patio azul en Arenys de Munt, 1900


En 1914 saca una nueva edición, con nuevos cuadros y textos de distintos autores, como Díez-Canedo, Manuel Machado, Ramón Pérez de Ayala o Juan Ramón Jiménez.

Rusiñol, Emparrado, 1914
Casi todos tienen la misma composición: sendero, punto de fuga en el centro del cuadro, árboles que enmarcan la escena como si fueran columnas. Lo magnífico es el color, con contrastes vibrantes y no necesariamente de acuerdo con la realidad. Con mucha influencia de Monet, como todos los pintores de su época, y préstamos del simbolismo (lo vimos aquí y aquí). Para Rusiñol el jardín es proyección de su alma, de sus emociones. Son espacios en los que la naturaleza reina, de una u otra manera. Hay jardines abandonados, donde la huella del ser humano desaparece. Los árboles tienen significado simbólico: el ciprés, como recuerdo de los difuntos; el sauce, el almendro, traen abundancia.


Rusiñol, Jardines de Aranjuez, 1911


La luz de la tarde, dorada, melancólica, nos llevan a estados del alma distintos, no de exaltación y alegría, sino de meditación. Mira los efectos de rayos de sol, que resaltan entre tanta sombra profunda.

Rusiñol, Jardines del Generalife, sg. XIX
A veces ni siquiera hay horizonte o cielo. Esto hace que el espacio sea más íntimo y acogedor, un refugio. Como si fuese el patio de un convento. ¡Y el agua! El jardín es un conjunto de sensaciones. Fascinado quedó cuando conoció el Generalife, en Granada. Estuvo allí 5 veces, de 1887 a 1922. Lo mismo que le pasó a Sargent y a Sorolla: el jardín árabe es un preámbulo del paraíso. 














Realmente, son cuadros para disfrutar, para quedarse. No son para pasar de largo y a otra cosa.


Rusiñol, Muralla verde, Sa Coma V, 1904

Y ahora que terminamos nuestra serie de jardines, ¿cuál te ha gustado más? ¡Cuéntame! A mí me costaría mucho decidirme por uno, la verdad.


Fuentes: Casacuberta, M. Els jardins de l’ànima de Santiago Rusiñol
Girona, “Sa Nostra” Caixa de Balears, 1999

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