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jueves, 23 de junio de 2022

La Bauhaus está en todas partes

 

Bauhaus en Dessau (Imagen: Wikipedia)


¿Existe el estilo Bauhaus en Pintura?

La escuela Bauhaus: seguro que oíste hablar de ella. La tenemos presente en nuestra vida cotidiana sin saberlo. Desde la mesa auxiliar de tu salón, pasando por las sillas de tubos metálicos, hasta los muebles que vienen desmontados y te rompes la cabeza para armarlos. O seguro que tienes una lámpara de escritorio funcional con brazo móvil o un juego de cubiertos de líneas puras. O vas conduciendo con tu auto y te topas con más de una señal de tránsito con los colores correspondientes (lo vimos por aquí). Y en tu cocina, ¿tienes muebles empotrados?

Feininger, Arquitectura II, 1921

Todo esto no existiría sin la Bauhaus.
Una escuela que en sus 14 años de existencia revolucionó a la industria, las artes aplicadas y la enseñanza de las artes. Administrativamente surgió por la unión de la Escuela de Artes y Oficios y la Escuela de Bellas Artes de la ciudad de Weimar y su objetivo fundacional fue la integración de todas las artes. Era algo novedoso, pues a la artesanía siempre se la había menospreciado. La revalorización de ésta se venía dando desde hacía rato (en el sg. XIX, con W. Morris -lo vimos por aquí- o con la Deutsche Werkbund) y la Bauhaus reafirmó esta tendencia.





La escuela tuvo 3 sedes: la primera en Weimar, como institución estatal (y como tal dependía de fondos públicos y del partido que gobernara); en 1925 se trasladó a Dessau y más tarde a Berlín, en 1932, como instituto privado, y sólo por un año, pues en 1933 el recién estrenado gobierno de Hitler la cerró. El primer director fue Walter Gropius, quien le dio su impronta y su razón de ser. Fue suplantado por Meyer en 1928, quien ejerció sólo 2 años, un director muy cuestionado por su proselitismo comunista y por sus recortes salariales. Le sucedió Mies van der Rohe, en la última etapa, y es quien trató de salvar a la escuela, trasladándola a Berlín.


Schlemmer, La escalera de la
Bauhaus, 1932

El aporte fundamental de esta escuela
se dio en la arquitectura, el diseño de muebles, la colaboración de las artes con la industria y la renovación de la didáctica en las artes. La pintura no existía como asignatura o carrera, por lo cual se discute que haya un “estilo Bauhaus” en esta disciplina. En la escuela daban clase artistas como Kandinsky, Klee, Moholy-Nagy y tantos otros. Klee y Kandinsky insistieron (hasta que lo consiguieron en 1928) en poder dar un taller de pintura los sábados, pero no era obligatorio. Así que si la Bauhaus influyó en la pintura posterior fue más bien por la actividad personal y la presencia de estos artistas más que por el programa educativo.






No era fácil entrar a la escuela. Se buscaba que los alumnos fueran los más talentosos y la selección era muy rigurosa. No importaba no tener el título de la escuela media; sólo se tenía en cuenta la capacidad de cada uno. Comenzaron con 150 alumnos; más tarde se extendió el cupo a 200. Las mujeres eran bienvenidas, algo que no sucedía en cualquier academia de arte, pero se las relegaba a talleres acordes con su condición femenina (tapices o cerámica, p.ej.) y no participaban en el Consejo de Maestros (la dirección de la escuela).

Kandinsky, Impresión III, Concierto, 1911


Los alumnos debían asistir a un Curso Preliminar que lo daba Itten (un amigo conocido de nosotros: lo vimos por aquí). Era un pedagogo sin formación artística; sin embargo, sus clases sobre color siguen vigentes aún hoy. Buscaba que los alumnos se quitaran de encima todo lo que sabían de arte y comenzaran de nuevo. En sus clases se hacían análisis destructivos de obras clásicas; comenzaba la jornada con ejercicios respiratorios y masajes en la cabeza (para fomentar la creatividad). Les proponía una dieta vegetariana y eran muy comentadas las fiestas temáticas que él organizaba. Los fines de semana se hacían excursiones al monte y se fomentaba el deporte. La idea era unir la vida y el arte, vivir la vida artísticamente.

Albers, Fábrica, 1925


Los alumnos participaban en distintos talleres, como encuadernación (Klee), carpintería y muebles (Breuer), murales (Kandinsky), vitrales (Klee), cerámica, textiles, metales (Moholy-Nagy), escultura en madera y piedra, escenografía y teatro (Schlemmer) e imprenta (Feininger). Cuando la escuela se mudó a Dessau se fusionaron algunos de estos talleres para recortar gastos y se incorporó el taller de artes plásticas.  

Klee, Arquitectura de los
niveles, 1923

Se graduaban con un diploma de la especialidad
del taller al que hubiesen asistido, con el título de artesanos; la evaluación era sin nota. En algunas asignaturas debían rendir un examen, pero en la mayoría bastaba con presentar algún trabajo para aprobar. El problema de este sistema era que, al no estar homologado con el resto de las instituciones educativas, los estudiantes no podían optar a empleos públicos o estudiar un doctorado. (De 155 alumnos, sólo 18 se graduaron en Pintura.)

Tenían un profesor o (Maestro) de Forma y otro que se hacía cargo del taller en cuestión. Cada profesor tenía libertad de cátedra, podían enseñar lo que quisieran, dentro del marco de su asignatura; tenían sólo un día de trabajo con asistencia obligatoria por semana.



Albers, En el agua, 1927


Junto con Itten ingresaron Marcks y Feininger como parte del plantel de profesores. Al año siguiente, se incorporaron Muche, Schlemmer, Schreyer y Klee. Kandinsky fue llamado en 1922 y más tarde, Moholy-Nagy. Cuando en 1930 varios profesores descontentos (Klee, Moholy-Nagy, Schlemmer y Feininger) decidieron dejar la escuela, Meyer aprovechó la ocasión para contratar a profesores jóvenes, como, p.ej., a Albers, otro conocido nuestro (te lo presenté por aquí).






Como ya te conté en otra oportunidad (puedes verlo aquí), la dupla Kandinsky-Klee fue de gran importancia para el desarrollo de la escuela. Si bien los directores habían puesto el énfasis en la arquitectura, como disciplina que aúna a todas las artes y que influye directamente en el bienestar de las personas, estos 2 artistas marcaron las pautas estéticas de la escuela en sus clases.


Kandinsky, Colores fundamentales, 1914


Los 2 eran muy apreciados por los estudiantes (¿te imaginas haberlos tenido como profesores?), pero encaraban las clases de manera muy diferente. Kandinsky preparaba sus clases concienzudamente (de hecho, se conservan los cuadernos que usaba como preparación de ellas). El alumno sabía perfectamente dónde estaba y qué se le exigía. Se enfocaba en la forma, en la teoría del color y en el dibujo analítico. Una vez por semana reunía a todos para correcciones de los ejercicios en una conversación en la que todos aprendían. No era muy complicado, pues no tenía más de 7 u 8 alumnos por semestre. La crítica la enfocaba revisando líneas, superficies, técnica, color, ritmo: buscaba que el alumno tuviera consciencia del color y la forma (esto mismo lo dejó por escrito en sus libros; algo vimos por aquí).

Klee, Gradación cristalina, 1921, acuarela


Klee basaba sus clases en el análisis de sus propias acuarelas. Dejaba que el alumno desarrollara su creatividad sin imposiciones de ningún tipo. La mayor parte de la clase permanecía en silencio. Al no tener ninguna directiva concreta, los estudiantes no tenían bien claro si lo que hacían estaba bien. La idea era que cada uno lograra corregir sus ejercicios por sí mismos: les enseñaba a ver sus cuadros como si no hubiesen sido creados por ellos. Además del taller de encuadernación, daba un curso sobre análisis de formas y composición y sobre teoría de color. También llegó a dar un taller de dibujo por las noches.

Moholy.Nagy, Arquitectura I, 1921

Moholy-Nagy
dio un curso preliminar sobre Formas,
pero con enfoque en la sociología y economía. Reemplazó a Klee cuando dejó la Bauhaus y se fue a Düsseldorf. Además de dirigir el taller de metales y fotografía, se ocupó de diseñar tipografías (que siguen existiendo hasta hoy en día).

La escuela era una piedra en el zapato para los gobiernos de derecha y aún más cuando asumió Meyer. Como dependía de los ayuntamientos, la manera de sacársela de encima era ahogándola con los fondos. Mies van der Rohe intentó como último manotazo de ahogado convertirla en institución privada. Con los nazis en el poder no cabían muchas esperanzas de que continuara: para ellos era una escuela bolchevique, comunista y judía.


Itten, Composición en naranja, azul y verde, 1957



A estas alturas, muchos profesores habían huido. Kandinsky fue uno de los últimos. Albers, van der Rohe, Breuer y Moholy-Nagy emigraron a USA y siguieron dando clase allí. Feininger era americano y también cruzó el Atlántico. Kandinsky se refugió en Francia: una mala elección, pues al poco tiempo los nazis ocuparon ese país; murió pocos meses después de la liberación. Itten, Gropius y Klee, al ser suizos, encontraron refugio en su país. Meyer también era suizo, pero partió a Rusia y luego siguió su actividad en México. Schlemmer decidió quedarse en Alemania y renunció a seguir en el arte.

Kandinsky, Composición VI, 1913


Esta diáspora de profesores provocó que la metodología Bauhaus se internacionalizara. Gropius fue un factor decisivo en su promoción: la escuela, después de todo, era como un hijo suyo, una creación suya.

Feininger, La ventana del taller, 
1919

Hoy su metodología pedagógica
campea por casi todas las escuelas de Arquitectura, Artes o Diseño. Muchas veces, aplicándola a medias, y no por no saber, sino por las imposiciones de los ministerios.

Me tocó hace muchos años dar clases en una Escuela de Diseño en la que se usaba este método. Fue una experiencia muy interesante. Funciona sólo si los profesores trabajan en equipo, tirando todos para un mismo lado y teniendo en cuenta la labor del resto de los colegas. Los alumnos egresaban con muy buen nivel y preparados para la vida laboral sin problemas.





No teníamos el nivel de los maestros de la Bauhaus, naturalmente.

Fuentes: Baumgartner, M. y otros. Klee & Kandinsky. München, Prestel, 2015

Droste, M. Bauhaus. Köln, Taschen, 2006

Varios, “Dossier Bauhaus”. En: Descubrir el arte

Madrid, Art Duomo Global, mayo 2019, nº243



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