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jueves, 17 de diciembre de 2020

Kandinsky y Klee: Encuentros y desencuentros

Kandinsky, Línea quebrada, 1930

Kandinsky y Klee: dos puntales del arte de nuestro tiempo. 

A su manera, por distintos caminos, ambos contribuyeron a la visión del arte que tenemos hoy.

Kandinsky, Domingo (Antigua Rusia), 1904



Kandinsky era ruso. Klee le decía “el asiático” y no de manera despectiva: eso implicaba una manera distinta de ver y encararlo todo. 

Había estudiado Derecho, tocaba el cello y el piano, pero en una exposición en Moscú quedó subyugado por los almiares de Monet. ¿Cómo se puede pintar así, sin contornos, sólo con formas y volúmenes? Dedicó su vida a la pintura. En sus comienzos trabajó temas del folclore ruso, de manera expresionista e imitando el cloisonné de los esmaltados. Y llegó el momento en que se liberó de las formas y tuvo la valentía de atreverse a pintar de manera abstracta (aunque se dice que él fue el primero, no es así: Hilma at Klint se le adelantó por unos cuantos años.) 

Kandinsky, 1ra acuarela abstracta, 1912



Klee era suizo. Venía de familia de artistas y dudaba entre dedicarse a la pintura o a la música. De hecho, era violinista y tocaba en una orquesta (lo vimos aquí). Pero finalmente optó por la pintura. Sus primeros años se dedicó al dibujo, a los grabados. Era como que le tenía miedo al color. O quizás era su manera de lanzarse, de manera cuidadosa, al mundo del arte. El descubrimiento del color le sobrevino en su viaje a Túnez (esto te lo conté aquí). Le costó mucho afianzarse: su esposa mantenía a la familia con sus clases de piano, mientras él se dedicaba a la pintura y a cuidar a Félix, su hijo.

Klee, Vista de Kairouan, 1914



Ambos sabían unos de otros. Eran vecinos en Murnau, pero no se conocían. Moillet los presentó un día de 1911. Conversaron largamente en un café y luego la siguieron en el tranvía. Kandinsky era 13 años mayor, ya era reconocido, con varias exposiciones sobre sus espaldas; escribía ensayos, era fundador del “Jinete azul” (lo vimos aquí). Klee, a los ojos de Kandinsky, era un principiante aventajado con mucho que decir. Klee comenta en su diario ese día que Kandinsky era una “cabeza lúcida” y que le producía una profunda confianza en él.

Kandinsky, Grüngasse en Murnau, 1909



Llegó la guerra. Kandinsky era ruso, tuvo que huir y volvió a Moscú. Allí ocupó cargos administrativos en el gobierno, organizó todo el sistema educativo de las artes. Su espiritualismo chocaba con los ideales de la Revolución. En 1920, ante la escasez de alimentos y la crisis económica, decidió partir a Alemania, con una parada corta en Suiza.

Kandinsky, Trama negra, 1922



Klee partió al frente en 1916. Nunca dejó de dibujar. Volvió a casa en 1918. Estaba solo. Kandinsky en Rusia, Marc había caído en el frente... En 1921 Gropius lo llamó para dar clase en la Bauhaus, en Weimar. Kandinsky también fue llamado para dar clases allí. Los dos impartían asignaturas del curso básico de la carrera. Klee lo ayudó a conseguir casa.
Klee, Muerte en el campo de batalla, 1914


En esos años ambos cultivaron una amistad cercana y profunda. Siempre se trataron de “Usted”, con mucho respeto uno del otro. Para los cumpleaños y navidades ¡intercambiaban cuadros como regalo!

Klee, Senecio, 1922

Klee
ya no era el principiante.
Mientras Kandinsky estaba en Moscú, Klee había encontrado su propio camino y se había hecho un nombre. En la Bauhaus ambos dirigían talleres y clases, sin rivalidades, aunque los métodos de enseñanza eran totalmente diferentes. Kandinsky, metódico y con clases muy bien estructuradas; Klee, por el contrario, dejaba que el alumno investigara por sí mismo, lo que les ocasionaba mucha inseguridad. Kandinsky se enfocaba en la teoría; Klee, en el color.









En 1925 la Bauhaus se trasladó a Dessau y allí la relación entre ambos se intensificó. Vivían en el edificio que Gropius había construido para los profesores (la “Casa de los Maestros”); de hecho, las 2 viviendas se comunicaban por el sótano. Se reunían todas las tardes a tomar el té, junto a sus 2 esposas, quienes también se hicieron muy amigas. Hay muchas fotos que dan testimonio de esos encuentros. ¿Te los imaginas conversando en el jardín de la Bauhaus? Nina, la esposa de Kandinsky, nos cuenta que en esas reuniones familiares no se hablaba de arte. Y no sólo el té: ¡había campeonatos de bochas, noches de cine, jazz y tango con el gramófono!

Kandinsky, Amarillo, rojo y azul, 1925



Klee, Caminos principales, caminos
laterales, 1922

Hacia 1928 Klee va perdiendo la motivación.
Las clases le quitan tiempo para sus investigaciones y creación personal. No está a gusto con la dirección de la escuela ni con el ambiente ni con el resto de los profesores. Las 2 familias pasan el verano en Hendaya. Klee alarga sus vacaciones sin avisar, no vuelve a tiempo para retomar las clases. Finalmente, en 1929 decide aceptar una cátedra en Düsseldorf, aunque no se mudan definitivamente hasta 1931. En 1933 los nazis lo despiden, intenta asentarse en París, donde ya había hecho varias exposiciones con éxito, pero la Historia sigue su curso y termina volviendo a Berna.









Klee, Abrazo, 1939

Mientras tanto, Kandinsky sigue en la Bauhaus, ahora en Berlín.
Cree en cambiar las cosas desde dentro. Pero la Historia también cambió el rumbo de su vida: va a París, donde se encuentra con Klee, ya preparando su emigración. Kandinsky decide quedarse en Francia: ya tiene nacionalidad alemana, no es un enemigo. Tuvo oportunidades de irse a trabajar en USA (¿te imaginas lo que hubiese sido?) pero no aceptó. Al caducar su pasaporte alemán, para no tener que hacer el certificado de pureza aria, solicitó la nacionalidad francesa (que consiguió unos meses antes de morir).




1933 fue un año nefasto para los 2: es el año de la exposición que organizaron los nazis con las obras incautadas, “Arte degenerado”. Entre esas obras había 17 de Klee y  57 de Kandinsky.

Klee, Cautivo, 1940

Kandinsky
pudo ver unos días a Klee en Berna,
a cuento de una exposición suya (1937). Klee hacía tiempo que estaba muy enfermo, con esclerodermia, una enfermedad degenerativa. Estuvieron felices de volverse a ver, pero Klee sólo pudo visitar la muestra el último día. Para Klee fue como revivir: ver lo que estaba haciendo su amigo le dio impulso para volver a crear. Entró en un frenesí tremendo de creación (¡1253 obras!): sabía que no le quedaba mucho tiempo. Finalmente, muere en Locarno, en una cura (1940). Kandinsky lamentará la pérdida de su amigo.


Kandinsky, Cielo azul, 1940

Durante la guerra, Kandinsky seguirá trabajando,
aislado en Neuilly. Está experimentando con formas que recuerdan seres microscópicos. Un acercamiento a lo que discutía siempre con Klee: no se puede obviar a la naturaleza. Muere en 1944 por un accidente cerebral, en su casa, pocos meses después de la liberación de Francia.


Fueron 30 años de amistad, 30 años de compartir experiencias, de mirar por encima del hombro lo que hacía el otro sin rivalidades o envidias. Ambos se influyeron mutuamente. Klee ganó en simplicidad y abstracción; Kandinsky, en sugerir figuración. 






Ambos fueron fundamentales en la Bauhaus y su legado, a través de esta escuela, llega hasta hoy.
 

Kandinsky, Ímpetu moderado, 1944


 
Hemos hablado de estos pintores muchas veces. Si quieres saber más de ellos, te dejo estos enlaces de artículos anteriores:




Fuentes: Baumgartner, M. y otros. Klee & Kandinsky. München, Prestel, 2015
Düchting, H. Kandinsky, Köln, Taschen, 2012
Kandinsky, V. De lo espiritual en el arte, Barcelona, Paidós, 2010
Klee, P. Tagebücher (1898-1918), Köln, DuMont V., 1979
Partsch, S. Klee. Köln, Taschen V., 2007




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