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jueves, 2 de febrero de 2023

Cosas de artistas

 

Manet, El balcón, 1868


Manet, Morisot y Gonzalès

Fantin-Latour, Manet, 1867

Tú sabes, Manet era un personaje muy particular.
De buena familia, de modales elegantes, correctamente vestido en cada ocasión, de fina ironía, inescrutable… Nunca expuso con los impresionistas, a pesar de que participaba de sus ideas y discusiones. Su meta era ser reconocido por las autoridades del Salón oficial: quería renovar la Pintura desde adentro. En ese sentido era revolucionario a su manera: que no lo etiquetaran con los revolucionarios, aunque él era el líder de esa revolución.





Los colegas lo admiraban por su valentía, por sus cuadros irreverentes y políticamente incorrectos. Ya te conté algo de él por aquí, en relación con la defensa que hizo de él Zola; vimos su cuadro “En el invernadero” por aquí y también te conté sobre ese casamiento tan extraño con Suzanne y su supuesto sobrino-ahijado-hijastro-medio hermano o hijo, Léon, por aquí. Toda su vida está llena de huecos que no podemos llenar. No dejó escritos, sólo existen algunas cartas (como ésa de cuando se topó con los Velázquez en el Prado, lo vimos aquí).

Manet, Corrida de toros, 1865


Manet, El reposo, 1868

Si tenía una personalidad que se imponía sin avasallar,
como un caballero, en el círculo de los artistas, imagínate con las mujeres. El decoro y las convenciones del París del sg. XIX reglaban las relaciones entre hombres y mujeres de manera muy detallada y más cuando se trataba de personas de cierto nivel social. Por ejemplo, una mujer no podía presentarse a sí misma a un hombre desconocido: debía ser presentada por otra persona. Y siempre debía ir acompañada, para no encontrarse a solas con hombres, salvo que fueran de su propia familia, claro. Tampoco podían ir a cafés o al teatro solas.






En nuestra historia aparecen 2 mujeres que tuvieron que ver mucho con Manet. Por un lado, Berthe Morisot, una de las pintoras del grupo de los impresionistas (te conté de ella por aquí). Había empezado a pintar como todas, como una actividad de señorita de clase alta, y a la que se suponía que, al casarse, debía abandonar. Berthe comenzó a estudiar con su hermana Edma, su compañera inseparable. Iba a copiar cuadros al Louvre, junto con su madre, y fue allí donde conoció a Manet en 1867, gracias a Fantin-Latour (lo vimos por aquí). Las familias ya se conocían de antes, pero las chicas nunca se habían visto con Édouard, que era 9 años mayor que Berthe. Manet ya era conocido por el escándalo que produjo su Almuerzo sobre la hierba y su Olimpia y era un hombre casado.

Morisot, El puerto de Lorient, 1869


Berthe tenía 26 años; su hermana se casó al año siguiente y dejó de pintar. Pero Berthe no quería ese futuro para ella; entendía que debía casarse pero no quería abandonar la Pintura. Su madre hacía tertulias los jueves, en las que participaban intelectuales y artistas: era la única manera que esas chicas pudieran estar al tanto de las discusiones del momento.

Morisot, El espejo, 1876


Sintió una atracción muy fuerte hacia Manet, como todas, me imagino. No podía dejar traslucir sus sentimientos, ya que él era un hombre casado y no correspondía. Era una chica inteligente, con mirada vivaz y unos ojazos negros bellísimos. Él le pidió que posara para su cuadro “El balcón”, inspirado en Goya. Ella dijo inmediatamente que sí; quería conocer de cerca cómo pintaba el artista. Por supuesto, posó siempre acompañada por su madre. Ése fue el primer retrato que él pintó de ella… y siguieron muchos más.




Manet, Berthe Morisot con
ramo de violetas, 1872

La vocación de Berthe era dedicarse a la Pintura, pero a la vez se sentía muy insegura, sin una buena formación. Manet, Renoir, la aconsejaban, pero con cierta compasión o displicencia. Monet y Pissarro la apreciaban muchísimo. Y Manet también la consideraba una gran pintora, pero no se lo decía. Se exigía a sí misma muchísimo, criticaba sin piedad a sus propios cuadros.








En 1869 aparece Eva Gonzalès en escena. Era también de clase alta, de padre español y madre belga, educada con los mejores maestros… y muy jovencita: tenía 20 años. Había estado estudiando con otros maestros, pero, cuando conoció a Manet en una tertulia, pidió permiso a su padre para poder tomar clases con él. Manet no daba clases; ella fue su única alumna. ¿Por qué la aceptó? Parece ser que Eva supo sacar partido de sus encantos femeninos, expresándole su admiración y haciendo valer su ascendencia española, ante un Manet que adoraba el arte español.

Gonzalès, Despertar por la mañana, 1886


Eva seguía los consejos de su profesor muy responsablemente. Evitó exponer con los impresionistas y, como él, presentaba cuadros en el Salón. A pesar de eso, se la considera una de las pintoras del Impresionismo.

Gonzalès, Al borde de mar, s.f.
A partir de entonces, Manet se deshizo en elogios por su alumna. Ella era discreta, disciplinada, encantadora, perseverante… y Berthe se moría de celos. ¿Por qué Manet actuaba así? ¿Para hacer rabiar a Morisot? ¿Realmente creía que Gonzalès era tan buena artista? Una vez, la señora Morisot fue a devolverle unos libros al artista y se encontró con que éste estaba extasiado con Eva, mientras la retrataba: qué pronto se había olvidado de Berthe. “En este momento no piensa en ti. Mademoiselle Gonzalès encarna todas las virtudes y gracias.”[1] La madre le comenta a Edma que Berthe está “en la cama con la nariz pegada a la pared intentando ocultar su llanto.”[2] Y sigue: “No tienen cerebro. Son unos veletas que juegan con una a la pelota.”[3]





Eva la irritaba, le dice Berthe a su hermana Edma, y no sabe por qué. Sin duda, Manet la sobrevalora; ellas tienen tanto talento como su rival. En una carta, más tarde, Berthe le cuenta que Manet elogió sus cuadros, o sea, parece que soy mejor que Mlle. Gonzalès. Así estábamos.

Manet, Eva Gonzalès, 1870

En 1869 Manet hizo el retrato de Eva
, casi a la par de los de Berthe, quien nos cuenta los problemas que le surgían al pintor con este cuadro. No lograba encontrar el gesto del rostro de la joven, que lo borró unas 40 veces. Raro que le costara tanto pintar un rostro… ¿No encontraba la perfecta manera de representarla? ¿O era la excusa para verla más seguido y que no dejara de venir a su taller?

A pesar de todas las críticas, cuando Berthe vio el cuadro terminado, comentó que era lo mejor que había hecho su amigo, por la sutileza de los tonos (aunque consideraba que la ejecución del rostro era bien débil).





Manet tenía la costumbre de casar a las mujeres que lo rodeaban con sus amigos. A Berthe le tocó su hermano Eugène. Su madre estaba preocupada porque pasaban los años y su hija no encontraba marido. No era cosa fácil: chica con ambiciones intelectuales, con la firme convicción de no dejar de pintar, y no cualquier hombre iba a aceptar un caso así. Pero Eugène era otra cosa: un buen hombre, que aceptaba que su esposa pintara, de buena familia... De esa unión nació Julie, de quien te hablé por aquí y por aquí.

Morisot, Eugène Manet con Julie en Bougival, 1882


Eva Gonzalès estaba siempre presente por ahí. Berthe no la tragaba, quizás por los constantes elogios de Édouard. En una de sus cartas le cuenta a su hermana al pasar que Mlle. Gonzalès se fue a Madrid a tener el hijo de Manet; supuestamente, ese niño fue entregado a unas monjas. (Siempre se cuenta esta historia, pero no encontré la carta en cuestión.) Aparentemente, el pintor nunca se enteró de la existencia de este niño. En el libro de Herring-Capron aparece citada una frase de una carta de Manet a Eva (no encontré el texto entero) en la época en que estaba defendiendo París de la invasión alemana (1870):

“…de todas las privaciones que el asedio nos está infligiendo, la de no verla más es una de las más difíciles de soportar.” [4]

¿Es pura galantería o había algo más? Evidentemente, era algo más que una relación profesor-alumna.

Gonzalès, Un palco en Les Italiennes, 1874


Como era su costumbre, el casamentero Manet le presentó a Eva a su amigo Guérard en 1879. Manet fue el padrino de la boda. Ella siguió pintando y encontró su propio estilo.

Manet ya estaba muy enfermo y murió en 1883. Eva estaba haciendo reposo, en los últimos días de su embarazo, y se lamentó de no poder ir al funeral de su amigo, consejero y profesor. Cinco días después nació su hijo y, mientras tejía una corona de flores para la tumba de Manet, murió a causa de una embolia como consecuencia del parto, con sólo 34 años.

Morisot, Madre y hermana de la 
artista, 1869


Berthe y Eugène, su marido, visitaron al padre de Eva para consolarlo ante la muerte de su hija, mientras ellos mismos lloraban la desaparición de Édouard.

Eva Gonzalès tuvo una carrera muy corta como pintora. Supo abrirse paso en el ambiente artístico como pudo, con armas de mujer, quizás. Dos pintoras impresionistas lidiando con Manet, el dandy. ¿Conoceremos alguna vez la verdadera historia?




 

Fuentes: Herring, S.-Capron, E. Discover Manet & Eva Gonzalès. London, National Gallery, 2022

Higonnet, A. Berthe Morisot. Berkeley, Univ. of California Press, 1990

Rouart, D. Berthe Morisot: The correspondence. London, Moyer Bell, 1987

Smee, S. El arte de la rivalidad. Barcelona, Taurus, 2017

 


[1] Citado en Smee, S. El arte de la rivalidad

[2] Idem.

[3] Idem.

[4] Pág. 59. Traducción: C. del Rosso



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