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jueves, 16 de julio de 2020

Paseando por los jardines de Sorolla


De vacaciones

Sorolla, Fuente y rosal de la Casa Sorolla, 1918

¿Cuántas veces te hablé de Sorolla? Es que es un artista inagotable, con una actividad pictórica frenética, enorme. Y si pintaba paisajes y retratos de manera espectacular, también jardines.

Podríamos decir que se largó a pintarlos porque no tenía otra cosa que hacer. Bueno, dicho de mala manera y muy rápido, mil perdones.

Sorolla, Clotilde paseando por
los jardines de La Granja, 1907
Es 1907: Sorolla es un pintor famoso y renombrado, tiene una expo en Berlín, pero su hija María se enferma de tuberculosis, decide no viajar y lleva a su hija a la sierra para que se reponga. Entretanto, recibe el encargo de pintar al rey Alfonso XIII y a la reina Victoria Eugenia. Tiene que ir hasta el Palacio de La Granja de San Ildefonso, en Segovia, para comenzar a trabajar. Al rey lo pinta al aire libre, algo inusitado, pero, en fin, al pintor le gustaba trabajar así y el rey accedió. Entre sesión y sesión, comenzó a pintar los jardines del palacio. Meses después vuelve con su familia.









Sorolla, Fuente del Alcázar de Sevilla, 1908
En 1908 la reina le pidió otros tantos retratos y esta vez le pidió que fuera a verla a Sevilla. Y fue llegar al Alcázar y enamorarse de sus jardines. La reina no tenía tiempo para sentarse a posar, las sesiones eran muy espaciadas entre sí y él se vuelca de lleno a pintar el lugar en sus ratos libres.















Hacía 4 años que había comprado el terreno para construir su casa en Madrid. El proyecto se había postergado varias veces y al fin, en 1909, comenzaron las obras. Su casa tenía que tener un jardín, como los que amaba pintar, y que fueran fuente de inspiración: delante de la casa incorpora un jardín inspirado en el Alcázar de Sevilla. 


Sorolla, Jardín de la Casa Sorolla, 1919


Sorolla, Jardín grutesco, Alcázar de
Sevilla, 1910
Pero no te creas que se queda mirando a los operarios, no: viaja hasta Andalucía para seguir pintando este tema; tenemos sus estampas de Granada, Sevilla, Málaga, Córdoba. Le fascina la Alhambra y el Generalife. Y claro, en el terreno de su casa no había espacio para más: en 1910 compra la parcela de al lado, que era de su amigo Beruete, para poder añadir una zona más amplia de jardines.  















Los jardines rodean la casa y posibilitan que haya 2 entradas, una para la familia y otra para el taller y sus clientes. En total son 3, diseñados por él mismo, sin contar el patio interior, de inspiración cordobesa. (Te conté algo por aquí.) El segundo está inspirado en Granada y Sevilla; el tercero tiene reminiscencias italianas. Se encargó de todo y, cuando andaba de viaje, mandaba indicaciones bien precisas por carta. De cada viaje se traía algún “souvenir” para la decoración: la estatua del romano togado, columnas, azulejos… Varias de las esculturas fueron creadas por sus amigos.

Sorolla, Jardín de la Casa Sorolla, 1918


Existen todavía árboles que han sido plantados por él mismo. Como Monet, necesita el agua como contrapunto visual. Los jardines tienen un encanto especial a todas horas y en todas las estaciones. De eso se encargan las rosas, los geranios, los naranjos (como buen valenciano, no podían faltar), los cipreses, las higueras, los limoneros, jazmines, calas, rododendros, azaleas, hortensias… ¡Los arrayanes están plantados de esquejes de uno de La Alhambra!

Sorolla, Jardín de la Casa Sorolla, 1918


Sorolla, Patio de la Danza, Alcázar de
Sevilla, 1910
Y sí, además de pintor, ¡era paisajista! Fue un trabajo constante de creación, un “work in progress”, como se dice ahora. Los jardines se suceden fluidamente, con puntos focales y prestando atención al contraste de color. Lo que no sabemos es si su diseño se basó en cuadros preconcebidos en su cabeza, ¿te imaginas? En fin, como en Monet, la creación del jardín tiene una base de botánica, naturalmente, pero hay una intención artística-estética, como si estuviese pintando un cuadro: es el artista que está pintando con la mirada.












Sorolla se lo pasaba viajando (y más cuando se embarcó en su proyecto de “Visiones de España”, te lo conté aquí), pero cada vez que volvía a Madrid, tenía que pintar los jardines de su casa. Clotilde y sus hijas aparecen más de una vez posando a la sombra de los árboles. Pero también se dedica a pintar rincones, efectos de luces y sombras, todo eso que había ideado para el goce familiar y para su pintura.

Sorolla, Mi mujer y mis hijas en el jardín, 1910


Sorolla, Jardín de la Casa Sorolla, 1920
Sus cuadros de jardines tienen algo de privado, íntimo. Fiel a su estilo, están llenos de color, de salpicaduras de sol y destellos del agua. Llegó a pintar casi 40 obras de estos jardines. Éste es el último. Esa silla era la que usaba para sentarse cuando trabajaba allí. En ésos, sus jardines, fue donde tuvo su ataque de hemiplejia,  pintando al aire libre el retrato de la señora de Pérez de Ayala.


Fuentes: Pons Sorolla, B. Joaquín Sorolla. Barcelona, Ed.Polígrafa, 2005
Varios. Sargent/Sorolla. Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza, 2006

Puedes recorrer estos jardines en la web del Museo Sorolla, pincha aquí.






Y te debía los artículos perdedores de este año:

5- La Noche Santa: En la Navidad del año pasado recorrimos esta obra de Correggio.











4- Nota de Pintura 5: El vaso medio vacío o medio lleno no tuvo mucha aceptación.







3- La velocidad de las máquinas: En este artículo te contaba qué es el Futurismo.









2- Una cierta Idea: El confinamiento hizo que se suspendiera la gran exposición en conmemoración del aniversario de la muerte de Rafael y lo celebramos con este artículo.










1-No hay mal que por bien no venga: Hablamos del jugoso contrato que firmaron Huntington y Sorolla en New York.









¡Estos pobrecitos son los perdedores! Pincha en los títulos para leerlos y darles la oportunidad de que suban un poco más en el ranking…



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