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jueves, 17 de enero de 2019

Nada muerto en mi pared

Fantin-Latour, Rosas amarillas, 1903


“No quiero nada muerto en mi pared.” ¿A que no te imaginas las veces que me han dicho esto? Unas cuantas. Así, fuera de contexto, suena bastante desagradable, claro. Es que el problema está en el término “naturalezas muertas” y nadie quiere algo muerto en la pared. Pero, a ver, aquí hay un serio problema.


Cézanne, Naturaleza  muerta, 1890


Se trata de una clase de obras de arte en las que intervienen objetos inanimados, propios de la naturaleza o fabricados por el hombre. En español, francés e italiano (1) las llamamos “naturalezas muertas” para diferenciarlos de los retratos de personas o animales. Y yo me pregunto: ¿y los cuadros de flores? ¿Están muertas porque están en un jarrón?


Morandi, Bodegón, 1944



Manet, Flores en vaso de cristal, 1882
En español también se usa “bodegones” porque mostraban elementos de las tabernas o de las clases bajas. ¿O sea que un cuadro de mantel de encaje y vajilla de plata no entraría en esta categoría? En inglés, alemán, holandés (2) se las llama “naturalezas quietas”. ¿No te parece mejor? Mira la confusión que se genera gracias a una mala traducción…















En todo caso, lo que implica todo este asunto es el desconocimiento acerca de este tipo de pinturas. Y, ya que estamos, te las voy a explicar ya mismo.


Fantin-Latour, Taza blanca, 1894


Bodegón romano, Casa Julia Félix, sg. I a.C.
Existen desde hace mucho, pero mucho tiempo: en Japón, en Egipto, en Roma, en Grecia… Todas cumplían con la función de mostrar (y augurar) la abundancia. Y, además, asombrar con el juego de la realidad-ilusión, el trampantojo (del que te hablé aquí). 








Grünewald, Altar Isenheim, 1512








En la época medieval los objetos aparecían metidos dentro de otros cuadros, siempre con un significado simbólico: p.ej., la jarra de cristal en el Altar de Isenheim de Grünewald alude a la virginidad de María. 













Los objetos fueron tomando importancia de a poco, hasta cubrir casi todo el cuadro, como el caso de los bodegones de mercado. En esta obra de Aertsen, ¿qué es lo más importante? ¿Las mercancías o la escena de Cristo y la adúltera que transcurre detrás?


Aertsen, Mercado con Cristo y la adúltera, 1559


Otras aparecían en el reverso de retratos (¿te acuerdas de los retratos dobles? Pincha aquí). Una calavera, una vela consumida, un reloj, libros abiertos desvencijados, servían como advertencia ante la vanidad humana. (De ahí que se llamaran “vanitas”, te lo explico más abajo.)


Bruyn, izquierda: Retrato de Gertraud von Leutz, 1524, anverso; derecha, Vanitas,
reverso


di Barbari, Naturaleza muerta, 1504
Se dice que la primera naturaleza muerta (¿o quieta?) autónoma es la de Jacopo di Barbari: una escena de caza, y que también es un trampantojo. 




















Unos años más tarde tenemos el cesto con frutas de Caravaggio: una visión realista de un frutero, con unas frutas deliciosas y otras ya en estado de pudrición, que han ido deteriorándose a medida de que el artista las iba pintando. Y, a la vez, alude al paso del tiempo y la fragilidad de la vida.


Caravaggio, Cesto de frutas, 1597

El auge se da en el sg. XVII en el Barroco italiano, español y nórdico, casi simultáneamente. Como te contaba con respecto al paisaje (mira aquí), diversos factores, como la Reforma-Contrarreforma y la prohibición de la pintura religiosa en Holanda o el ascenso social de comerciantes y empresarios, hizo que este género fuera muy requerido. También es la época en que aumenta el interés por conocer especies nuevas o registrar las conocidas, gracias a los nuevos aparatos de investigación científica o las exploraciones en el Nuevo Continente. Los artistas se convierten en especialistas de distintos tipos de “naturalezas quietas” y hay miles buenísimos, ¡imposible citar a todos! Una cosa te tiene que quedar bien clara: siempre tienen un significado más allá de lo que representan. 


Sánchez Cotán, Bodegón,1602

Matisse, Naturaleza muerta con limones, 1943
Por un lado, porque la visión de estos manjares inducía al deleite y había que advertir de sus peligros; por el otro lado, si la pintura religiosa estaba prohibida, estos cuadros venían a suplantarla con un mensaje moralizante. (La pintura religiosa la vimos aquí.) Es como si hubiera que ir desvistiendo a las cosas de su ropaje exterior y así poder llegar a su verdadera esencia. 

















Monet, Juego de té, 1872
Hacia el sg. XVIII se va perdiendo esa segunda lectura simbólica. Cuando las Academias hacen el ranking de los géneros pictóricos, las naturalezas muertas quedan relegadas al último puesto: un tema demasiado banal, frente al heroísmo de la pintura histórica (te lo expliqué aquí). Con los impresionistas, se reducen a estudios de luz y color. 











Warhol, 100 latas, 1964
Con el cubismo, son campos de experimentación. Con el Pop-Art, tenemos a un Warhol que nos muestra sus latas de sopa como denuncia contra la sociedad de consumo.










Flegel, Naturaleza muerta con pan y confites,
1630



Hay muchísimos tipos de “naturalezas quietas”. Las de cocinas o mesas frugales o de banquetes, en las que se exponen manjares y vajilla lujosa, esconden a menudo un mensaje en contra de la ostentación y de la glotonería o alusiones de tipo religioso, p.ej: el pescado tiene que ver con el ayuno, la carne con la concupiscencia carnal, la nuez con la Cruz de Cristo... Con los cestos de frutas encontramos lo mismo. ¡Y la especialización llega tan lejos que hasta tenemos una serie de mesas con dulces! (Eso sí que era ostentación en esa época.) 











También existen aquéllas de cacería, donde te muestran los trofeos conseguidos, y que generalmente están destinadas a decorar las viviendas de los cotos de caza.


Delacroix, Naturaleza muerta con trofeos de caza y pesca, 1826
Otro tipo son las “vanitas”, de las que ya te hablé arriba. Las calaveras son las protagonistas: nos advierten sobre la inminencia de la muerte y la banalidad de las cosas terrenales.

Bruegel, Bouquet de flores, 1599
¿Y cuántos cuadros de flores conoces? También tienen un significado oculto: la fragilidad de la vida, los cinco sentidos, las estaciones del año… A veces, los ramos son imposibles: flores de diferentes estaciones, todas juntas. Y si ves insectos, éstos son agentes del mal. Cada flor tiene su propia referencia simbólica: el lirio corresponde a la Virgen; el clavel, a Cristo. A nosotros nos cuesta descubrir esos significados: hemos perdido todo ese conocimiento.











Barnett, Colt fiel, 1890
Hay “naturalezas quietas” de armas, de libros, de instrumentos de música…






















Van Gogh, 14 girasoles en un jarrón, 1888
Encierran grandes contradicciones: presentan elementos efímeros, pasajeros, pero…el hecho de pintarlos los fija y los hace perdurables. Nos llaman la atención sobre la ostentación y el lujo, pero los modelos abundan en detalles y riqueza.  ¿Raro, no?
















El más famoso, sin duda, son los “Girasoles” de van Gogh. Yo agregaría las manzanas de Cézanne. Tengo muchos preferidos, no sabría decirte cuál sería mi ganador. Me encanta Morandi con sus ritmos de botellas, las flores de Manet, la simplicidad de la taza de Fantin-Latour, las verduras de Sánchez Cotán, los fondos con arabescos de Matisse, las cocinas de Velázquez o las mesas de Clara Peeters. ¿Y a ti?



Velázquez, Jesús en casa de Marta y María, 1618


Actualmente, pintamos “naturalezas quietas” con distintos propósitos. Te dan una libertad increíble para crear. Muchas veces son el primer paso para aprender a pintar texturas y efectos de luz y de sombras. O para comprender el espacio y la composición. Otras tantas, sólo son el pretexto para mostrar nuestro mundo circundante.


Peeters, Mesa, sg.XVII


Fuentes: Ebert-Schifferer, S. Still Life: A History. New York, H.N.Abrams, 1999
Laneyrie-Dagen, N. Leer la pintura. Barcelona, Larousse, 2010
Schneider. N. Naturaleza muerta. Köln, Taschen, 2003








[1] Italiano: natura morta; francés: nature morte.
[2] Inglés: still life; alemán: Stillleben; holandés: stilleven



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