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jueves, 24 de enero de 2019

Una carta desde el frente de batalla


Marc, Los primeros animales, 1913

Franz Marc, el pintor de los animales de colores vibrantes, fue llamado a alistarse en el ejército en agosto de 1914 ante el comienzo de la 1ra Guerra Mundial. Era soldado de la reserva. Fue ascendiendo de a poco: en 1915 ya era teniente. Cayó en combate, en la batalla de Verdun, en marzo de 1916.

Todos los días escribía a María, su señora, y a sus amigos.


Marc, Animal mítico sentado, 1913 (témpera)
Nunca se arrepintió de participar en la guerra. No por ciego patriotismo, sino porque nunca se hubiese perdonado estar sentado en su casa, mientras su compatriotas morían. Su gran amigo August Macke (de quien te hablé aquí y aquí) también fue llamado al frente. Murió a los 2 meses, en septiembre de 1914: una pérdida que Marc no pudo superar nunca.

En sus cartas expresa su comprensión del fenómeno de la guerra desde la trinchera. La considera como un fenómeno natural, una consecuencia lógica de la decadencia de Europa. Cosa del destino, con un sentido oculto que no logra descifrar. Repite una y otra vez que no se puede echarle la culpa a un par de gobernantes: todos tenemos la culpa de esto. (1)




Marc, Cabras de monte, 1914 (acuarela)
Imposible pintar en esta situación. Ahora su trabajo es pensar y tratar de entender lo que está pasando. Su esposa le manda libros y los comentan entre los dos: Tolstoi, Thomas Mann, Novalis… Se pregunta cuál será el destino del arte después de la guerra. El arte no puede permanecer igual que en el pasado. Mientras tanto, escribe 5 ensayos y un cuaderno de aforismos y le encarga a María que los publique. En 1915 con un bloc y acuarelas retoma la pintura: sus obras ya no serán lo mismo que antes.
















Marc, Caballos azules con arco iris, 1913 (acuarela)

Sabe que no será el mismo después de esta experiencia. Se siente un extraño de sí mismo. Siente el extrañamiento ante los lugares que solía disfrutar y que ahora son pálidas imágenes de lo que eran. Pero a la vez descubre que todo cobra sentido: “La guerra lo ha aclarado todo”. Como Macke o Klee, como aquéllos que vivieron la guerra en primera persona, siente ese cansancio que lo obnubila todo, el sinsentido de ese infierno, el valor de las pequeñas cosas…





Elegí esta carta para que la leamos juntos.

La familia residía en Ried (Baviera) y tenían ciervos en el jardín, los que Marc solía pintar. María era pianista.
Koehler era un empresario industrial y coleccionista de arte; le había comprado muchísimas obras, era el mecenas del grupo. “El destino de los animales” había estado en la exposición del grupo “Der Sturm” en Berlín. Pintar animales era para él buscar la esencia de la naturaleza, la inocencia primigenia. Pero en este cuadro los presentó en medio de un bosque en llamas, en medio de la destrucción. Otra premonición.(2)

Marc, El destino de los animales, 1913



“17.III.[19]15
Marc, Flores de color: formas abstractas, 1913
(acuarela)
Mi muy querida:
Koehler me escribió hoy en una postal de Sturm de mi “Destino de los animales”. Al verlo, me quedé muy consternado e inquieto. Es como una premonición de esta guerra, horrible e impactante; ¡apenas me puedo imaginar que yo haya pintado esto! En todo caso, en la borrosa fotografía se ve tan increíblemente real que me da mucho miedo. Es artísticamente lógico pintar tales cuadros antes de la guerra, y no después de la guerra, como una tonta reminiscencia. Entonces habrá que pintar cuadros constructivos, futuristas, nada de recuerdos, como suele ser moda normalmente. Sólo tengo estas cosas en la cabeza. A veces me sorprendo por esto; ahora sé por qué tiene que ser así. Sin embargo, todos esos viejos cuadros del Salón de Otoño, etc., celebrarán de nuevo su resurrección. Hoy vi la fina curva de la luna nueva y pensé vivamente en ti y en Ried y en los ciervos -estaba también sobre todos vosotros, tan fina y leve como una diadema. Y ese aire de primavera, en el que todo resuena de manera tan especial. En este principio de año pensarán aún generaciones; los más viejos hablarán más tarde sobre esto; la alegría crece siempre cada vez más hasta lo incomprensible. Qué feliz eres tú de tener tu piano y de poder tocar. En mí se amontona todo en la cabeza hasta llegar a un cansancio doloroso; ahora estoy empezando a dibujar de a poco en mi cuaderno de bocetos; esto me alivia y me descansa. Beso, tu Frz.”

Marc, Cievo rojo, 1913 (témpera)




Fuente: Marc, F. Briefe aus dem Feld 1914-1916. München, Allitera V., 2014
Traducción: C. del Rosso



(1) Alguna vez sobrevivientes de la 2da Guerra Mundial me dijeron lo mismo, curiosamente.
(2) El cuadro sufrió daños en un incendio (una alegoría que se hizo realidad) y Klee lo restauró más tarde según una fotografía antigua (esa zona marrón del lado derecho).






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