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jueves, 27 de septiembre de 2018

Contar historias con pinceles


La pintura histórica

Picasso, La guerra, 1952

 
Retratos, autorretratos, retratos de grupo… Los géneros pictóricos son etiquetas con las que los teóricos intentan poner orden en las miles y miles de obras de arte. 

La pintura histórica fue hasta hace 2 siglos el género pictórico por excelencia: en él se conjuran todas las aptitudes y conocimiento del artista y sólo en él se podía medir su nivel. 

Sorolla, El 2 de Mayo 1808, Defensa del parque de artillería de Monteleón, 1884

Para participar en los Salones había que presentar una obra de este tipo. Los Salones eran esas exposiciones oficiales en las que se podía ser encumbrado al Olimpo de los genios o descartado sin más para toda la vida. Imagínate a Sorolla, postulando para una beca a Roma, como tantos otros. Sí, esto es un Sorolla. ¿Patético? Era lo que gustaba en ese momento y lo que se exigía en la convocatoria. Para él, una jaula, una armadura, que pronto tiró por la borda para llegar a ser lo que fue. Hay que tener mucho coraje para enfrentarse al sistema.


Uccello, La batalla de San Romano, Niccolò da Tolentino a caballo, 1456

Pero esto ocurría a finales del sg. XIX y la pintura histórica estaba muriéndose poco a poco. Los impresionistas rechazaron de plano este género, salvo Manet, pero ya sabemos que él no se consideraba impresionista y siempre quiso ser reconocido oficialmente en el Salón.

Manet, Ejecución del Emperador Maximiliano, 1868

¿Qué es la pintura histórica? Se trata de un género en el que se narra una acción. Puede tratarse de un suceso histórico, que haya sucedido en la realidad, y en este caso, puede valer como propaganda política o como un documental, o cualquier otro hecho que implique esa narración. Así es como podría considerarse pintura de historia (y no de Historia, ojo) hechos de los Evangelios, vidas de santos, historias de la Literatura o de la mitología.

Tintoretto, Milagro de San Marcos, 1548

Son cuadros enormes, gigantescos: hay que tener espacio para meter a tanta gente… En este tipo de obras el artista debe demostrar su destreza en la figura humana, en el gesto, en la composición, en el mensaje, en el paisaje, en los interiores y en los objetos. O sea: el cuadro debía demostrar que el autor tenía todo lo que se esperaba de un buen artista.

Delacroix, La libertad guiando al pueblo, 1830


Los personajes no son anónimos, conocemos sus nombres: son verosímiles en cuanto a su existencia y participación en el hecho, pero no en su apariencia. El artista no los ha visto personalmente; algunas veces cuenta con grabados o cuadros anteriores de donde puede extraer la fisonomía del personaje. La consecuencia es que el artista termina presentando una imagen idealizada de éste.  

Turner, La batalla de Trafalgar, 1824


También puede estar pintando un acontecimiento contemporáneo y ser testigo directo y, en este caso, podemos pensar en que lo que vemos se ajusta a la realidad, aunque no siempre es así. Es un juego de ficción y realidad. David, por ejemplo, fue el encargado de pintar la consagración de Napoleón como emperador y la coronación de Josefina. Estuvo allí presente, hizo dibujos y pintó luego el cuadro con todo detalle. Salvo por uno: la madre del emperador no estuvo en el evento y él la agregó, a pedido de Napoleón.

David, La consagración del Emperador Napoleón y la coronación de la
Emperatriz Josefina, 1805

Rivera, Desfile del 1ro de Mayo en Moscú,
1956
Detrás de este tipo de pintura siempre hay una intención política, una manera de ver el hecho, una interpretación posterior. En cuanto aparece en el escenario mundial un gobierno totalitario, la propaganda oficial se llena de cuadros de este tipo.



















Las vestimentas deben de ser atemporales, y si son a la romana/a la griega, tanto mejor. No hay nada como las tendencias de la moda para fechar una obra o transportarnos a una determinada época.

Altdorfer, La batalla de Alejandro, 1529
Este género nace en el Renacimiento, precisamente cuando comenzamos a tener consciencia de nuestro pasado. Rafael mezcló historia contemporánea y antigua en las estancias del Vaticano. Leonardo, Miguel Ángel, Botticelli y Uccello pintaron batallas. Difícil elegir una, me quedo con la de Altdorfer: imponente.













En el Barroco tenemos ejemplos destacadísimos. Velázquez pintó su Rendición de Brera apenas 9 años después del hecho histórico. 

Velázquez, La rendición de Brera, 1634


Rubens, María de Médicis llegando a
Marsella, 1621




Rubens nos dejó la muerte de Séneca, una batalla de Amazonas, y el ciclo de María de Médicis, en donde ella se codea con figuras mitológicas. 













Rembrandt, Sansón cegado por los filisteos, 1636






Rembrandt nos trae historias del Antiguo Testamento.









Tuvo su momento de esplendor entre el sg. XVIII y XIX. En el Clasicismo se buscaba educar a través del arte con imágenes ejemplificadoras: había que educar al espectador a través del arte. El resto de los géneros pictóricos, como el paisaje o el bodegón, se consideraban menores: trataban temas banales, poco profundos y que requerían poca destreza. Se buscaban los temas en la mitología antigua.

Lorena, Paisaje con Eneas en Delos, 1671


Si has leído la Poética de Aristóteles, todo esto de la verosimilitud, la narración, el mensaje ejemplificador, el héroe, te sonará mucho: las Academias llevaron a la Pintura los mismos parámetros que se exigían para la Literatura.

Poussin, El rapto de las sabinas, 1637


Goya fue testigo de la lucha en contra de los invasores napoleónicos y presentó su visión de los hechos 6 años después. 

Goya, Los fusilamientos del Monte Príncipe Pío, El 3 de mayo, 1814

Géricault conmocionó a la sociedad con su El naufragio de La Medusa, una tragedia en el mar: a quién se le ocurre pintar un cuadro de historia con una noticia de los periódicos (y que el gobierno quería ocultar).

Géricault, El naufragio de "La Medusa", 1819

En las gestas de las independencias americanas, con naciones recién nacidas sin Historia propia, los pintores se esmeraron en dar cuenta de esos hechos heroicos, tomando como modelo las obras europeas.

Rugendas, La batalla de Maipú, 1837 (Imagen: Artequin)


En la actualidad este tipo de obras nos aburren, quedaron fuera de contexto y el mensaje ejemplificador se diluyó en el tiempo. Casi no hay quién los pinte, aunque, la verdad sea dicha, en las 2 Guerras Mundiales muchos se dedicaron a dar testimonio de lo que estaba pasando. 


Picasso, Masacre en Corea, 1951
El Guernica o Masacre en Corea de Picasso son cuadros de Historia contemporánea. 











Knight, El juicio de Nüremberg, 1946




Laura Knight pidió pintar el Juicio de Nüremberg, lo pintó allí mismo, aunque el resultado es una combinación de realidad e imágenes alegóricas. 



















Sargent expresó su horror ante la 1ra Guerra con este cuadro. 

Sargent, Gaseados, 1918


Klee, Muerte en campo de batalla, 1914
Klee no podía pintar demasiado demasiado como soldado, (bueno, lo habían puesto a pintar el camuflaje de los aviones…) pero nos dejó unos cuantos dibujos. 







Botero, Masacre en Colombia, 2000





Botero hace patente la violencia en su país.










Leonardo, La batalla de Anghiari, 1503
Es un tema que da para mucho, que viene de antaño y no nos ha dejado. A los artistas nos toca ser testigos de nuestro tiempo y nos gusta contar historias con colores y pinceles…



Fuentes: Laneyrie-Dagen, N. Leer la pintura. Barcelona, Larousse, 201
West, Sh. Portraiture. New York, Oxford University Press, 2004



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