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jueves, 8 de noviembre de 2018

El farsante

La increíble historia del mayor falsificador de arte


de Hory, El acueducto (Imagen: artnet)

¿Qué es lo que lleva a un artista a falsificar obras de arte? ¿El reconocimiento? ¿La venganza? ¿La falta de dinero? Hace tiempo te traje la historia de van Meegeren y sus “Vermeer” (pincha aquí y aquí) y la de John Drewe y John Myatt (pincha aquí y aquí). El rasgo común era que tenían una gran capacidad para pintar “a la manera de” y de ponerse dentro del alma de grandes maestros. Tenían una gran astucia para meterse en los vericuetos del mercado del arte y burlarse de todo el mundo.

¿Eran grandes artistas? Quizás no: quizás les faltaba la chispa creativa, la originalidad.


de Hory, La pareja
(Imagen: artnet)
Sin embargo, el más grande farsante fue Elmyr de Hory (si es que ése es su verdadero nombre: tuvo hasta 60 alias). Podía pintar como Matisse, Modigliani, Monet, Picasso, Derain, Dufy, Vlaminck, van Dongen, Renoir, Degas… y no sigo, porque la lista sería muy larga. Pintaba rapidísimo y llegó a inundar de cuadros falsos el mundo, sí, el mundo entero, desde Londres a Ciudad del Cabo, de Australia a Japón, de Buenos Aires a Viena… No perdonó ni a los museos. Estafó a medio mundo, eso sí, de manera muy elegante.











(Imagen: Wikipedia)
¿Quién era de Hory? ¡Quién sabe! Todo era falso en él. Decía que venía de una familia aristócrata húngara y que había tenido que huir por la guerra. Había estudiado con Léger en París y allí conoció a todos los artistas que luego falsificó. La elegancia y los modales refinados fueron su marca personal durante toda su vida. Vivía con todo lujo, gracias a la pensión que le mandaba su madre. Y esto se acabó cuando los nazis expropiaron a su familia.





de Hory, Arlequín
(Imagen: artnet)
En 1946 una amiga vio un dibujo suyo, lo confundió con un Picasso y se lo compró. Él no se lo desmintió: necesitaba el dinero. Entonces fue cuando tomó consciencia de que para poder sobrevivir, podía vender cuadros “a la manera de”. Comenzó a venderlos yendo de ciudad en ciudad, diciendo que eran parte de la colección de su familia. En 1947 quiso conocer USA, fue con visa de turista y se quedó 11 años. Y se ganaba la vida pintando cuadros de Modigliani, Matisse… Como eran casi contemporáneos no hacía falta demasiado “envejecimiento”: alguna mancha de té, café, polvo por detrás… Para los dibujos usaba papel de libros viejos. Prefería no pintar óleos, porque tardaban demasiado en secarse. Los iba vendiendo con distintos seudónimos, personalmente o enviándolos por correo. 







de Hory, Dos mujeres sentadas a
la mesa (Imagen: artnet)
Con su presencia de europeo refinado, cautivaba a cuanto americano con dinero y con presunción de cultura con que se encontrara. Así es como el Fogg Art Museum le compró un “Matisse”, que enseguida despertó sospechas. Y también al museo de Atkins, el de St. Louis, el MoMA, el de Sta. Bárbara, el de Detroit… Pero no todos caían en la trampa. En Los Ángeles Perls lo echa de su galería. Al mismo tiempo, otro galerista pone una denuncia. El FBI está detrás de él, le cierran su cuenta bancaria. Huye a México en 1956 en coche, sin documentos válidos (cosas que se podían hacer en esa época). Finalmente, ingresa de nuevo en USA, con documentos falsos, y se establece en Miami. El dinero que gana lo dilapida en fiestas, amigos, ropa cara… y ayudando a pintores sin recursos.






de Hory, Un Modigliani
(Imagen: artnet)
En una fiesta en New York conoce al mal de sus males, Fernand Legros, que termina viviendo con él en Miami y que se convierte en su marchante. Al poco tiempo, se incorpora a esta “sociedad”, Réal Lessard, quien mantenía una relación con Legros. De Hory aceptó de mala gana que ellos vendieran sus cuadros, pero no podía hacer otra cosa, pues el FBI estaba detrás de él y era un ilegal. Pronto se percató de que los 2 vivían en los mejores hoteles, tenían los mejores coches y cenaban en restaurantes carísimos, mientras a él le pasaban lo mínimo por la venta de sus cuadros. Legros tenía un carácter irascible y posesivo. Quería sacárselo de encima, pero se necesitaban mutuamente. En 1959 quiere volver a Europa y Lessard le consigue un pasaporte canadiense. Antes de partir, deja en resguardo un baúl con dibujos y un “Cézanne” muy logrado en el hotel Winslow de New York.





de Hory, Joven con
sombrero (Imagen: artnet)
Pasea por Europa visitando a antiguos amigos y escapándose de Legros. Pero se lo encuentra “casualmente” en París. Legros le pregunta dónde está el “Cézanne” que había pintado y le cuenta lo del baúl. Legros va a New York, se presenta con una carta falsificada de de Hory para que le entreguen el baúl. Por supuesto, de esto se entera mucho tiempo después. Sus viajes lo llevan por toda Europa y a Brasil, a Buenos Aires… Se siente cansado, no se siente un delincuente: nunca ha firmado los cuadros y nunca ha vendido a particulares. Finalmente, decide establecerse en Ibiza, en el Mediterráneo, buscando la paz para crear.






de Hory en su casa de Ibiza (Imagen: Wikipedia)
Legros le ofrece construirle una casa en la isla con todas las comodidades; la casa se llamará La Falaise, con vistas impresionantes al mar. Para que los amigos de la isla no supieran de sus actividades, pinta en Portugal o en los Alpes. Entre tanto, los marchantes viajan de un lado al otro, ubicando falsos en subastas, autentificando falsos, falsificando sellos de Aduana e imitando firmas. Lessard llevaba las cuentas y amasaba una fortuna a escondidas.







de Hory, Toulouse-Lautrec
 (Imagen: artnet)
En 1967 Algur Hurtle Meadows, petrolero americano, somete a peritaje su colección: aparecen 44 obras falsas, que (oh, cosas de la vida) le había vendido Legros. Meadows los denuncia: quedó ante el mundo como el millonario ingenuo, fácil de engañar. Paralelamente, también el Museo de Tokyo resulta ser una víctima. De Hory no tenía idea de lo que estaba pasando: una noche le queman todo y lo obligan a irse a Australia. Legros y Lessard se declaran la guerra; Legros es detenido en Suiza.











de Hory, Homenaje a Gauguin
(Imagen: artnet)
Elmyr vuelve a Ibiza y se dedica a pintar retratos de sus amigos, sus propias obras. Tiene la esperanza de que, como no había vendido nada en España, estaría a salvo. Es entonces cuando contacta con Irving y pacta un precio por contar su biografía. Y luego aparece Orson Wells, que filma esta historia en “¡Fraude!”. 













de Hory, Miró, Interior holandés
(Imagen: artnet)
El círculo se va cerrando sobre él. Su abogado le dice que los franceses han pedido su extradición. Al día siguiente, su secretario lo encuentra muerto: se había tomado una alta dosis de barbitúricos. Pero nadie vio el cuerpo, faltaban sus 3 pasaportes y su cuenta de Suiza seguía recibiendo dinero mucho tiempo después. ¿Fue su muerte también un fraude?

Los 3 hicieron tambalear al sistema. La estafa ascendía a 60 millones de dólares. Nadie, museos, coleccionistas, casas de subastas, quería admitir que había sido engañado de tal manera. Legros no cumplió toda su condena y murió en 1984. Réal Lessard se dedicó a la pintura, y, aparentemente, vive en Marruecos.



Fuentes: Charney, N. The art of forgery. London, Phaidon, 2015
Irving, C. Fake! Milano, Lupetti, 2011



Nota: Todas las imágenes que ilustran este artículo son de verdaderos Elmyr, cuadros de su autoría. Como te puedes imaginar, no hay disponibles imágenes de sus falsificaciones. Suficiente con la vergüenza que hizo pasar a tantas instituciones y coleccionistas. Las imágenes están tomadas de artnet.com

Un detalle más: la biografía autorizada (a medias) de de Hory fue escrita por Clifford Irving, otro falsificador. (Se le atribuye la “invención” de la biografía de Howard Hughes.)

La película “Fraude” (“F of Fake”) de Orson Wells cuenta la vida de Elmyr de Hory (lo puedes ver en ella pintando y explicando personalmente su arte) y su relación con Irving. Wells también era un estafador: fue el que inventó las “fake news”. La película trata sobre la paradoja de la verdad y la falsedad.




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