Han van Meegeren (1899-1947) se había hecho famoso como pintor de
retratos en la alta sociedad de La Haya, pero su estilo se había vuelto
anticuado y las críticas sobre su obra eran lapidarias. Como venganza, hacia
1922 comienza a falsificar a grandes maestros holandeses, especialmente a
Vermeer: un artista del que se sabe muy poco, que había sido redescubierto
hacia 1866. Sólo 36 cuadros se le pueden atribuir con cierta seguridad.
Han van Meegeren (Wikipedia) |
Imagina composiciones a la manera de Vermeer y copia su firma. Los
materiales debían resistir cualquier análisis de antigüedad e investiga cómo
lograr que un cuadro parezca del siglo XVII. Compra lienzos de la época, les
pule la pintura original; muele él mismo los pigmentos que se usaban en ese
tiempo, fabrica sus propios pinceles… pero lograr que un cuadro tenga de
repente 300 años no es cosa fácil. Después de varias pruebas, consigue la
fórmula perfecta: agregar baquelita (o sea: plástico) en los pigmentos y diluye
la mezcla con trementina; luego, hornea el cuadro a 120° durante 2 hs. Así
logró que el óleo tuviese la dureza propia de una obra realmente antigua. Pero
había que reproducir también el craquelado que el paso de los años deja en el
óleo: le da una capa de barniz, lo deja secar y, entonces, lo va partiendo con
sus manos en distintas direcciones; le vuelve a dar una capa de barniz y de
nuevo lo mismo. Luego, le echa suciedad a esas grietas y
rellena cada una de ellas con tinta negra.
Los temas: los religiosos, y con toda intención: había aparecido en
1901 Cristo en casa de Marta y María,
cuadro de Vermeer pero que no encajaba del todo con las obras que se conocían
de él. Era como llenar con sus falsicaciones el
hueco existente en la trayectoria de este pintor. La obra maestra de van
Meegeren: Cena de Emaús, 1936. Con
ella engañó a casi todos los críticos: entre ellos, al director del Museo de
Rotterdam, quien la compra para dicho museo.[1]
A partir de este logro se volvió cada vez menos cuidadoso en los
procedimientos técnicos. Pintó 6 Vermeer en 6 años y por ellos cobró lo que
serían hoy unos 25 millones de euros.
Van Meegeren, Cristo y la adúltera |
En 1943 a Göring le llega la información de un nuevo Vermeer: Cristo y la adúltera. En su gran
colección de obras de arte, todas saqueadas como botín de guerra y compradas
con dinero público para sí mismo, faltaba Vermeer. Hitler ya se le había
adelantado 2 veces y no podía dejar escapar esta oportunidad. Por medio de un
intermediario (van Meegeren nunca aparecía en las transacciones) se lo hace
llegar a Göring, quien lo tiene varios meses en su casa, no se decide por su
alto precio (8 mill. de euros), hasta que finalmente lo canjea por 137 cuadros
de su colección. Pero el intermediario desconfía y se aparta del negocio: van
Meegeren debe tratar directamente con el testaferro de Göring.
Abril de 1945: termina la guerra, Göring dispone la evacuación de sus
obras de arte, huye y es arrestado por los americanos. La colección es
recuperada por los aliados y son enviadas a Munich para devolverlas a sus dueños.
En Holanda, un policía llamado Piller persigue a los holandeses que
colaboraron con el régimen. Aparece van Meegeren en los inventarios de Göring.
Vivía muy bien, en un palacio, de fiesta en fiesta, disponía de muchísimo
dinero. Ningún holandés se podía dar esos lujos en tiempos de guerra: decía que
había ganado 2 veces la lotería. Piller lo arresta por sospecha de
colaboracionismo, o sea, le correspondía la pena de muerte. En los
interrogatorios van Meegeren pierde la paciencia y le dice:
¡Idiotas! Creéis que le vendí un
Vermeer al gordo de Göring, pero el cuadro no es para nada un Vermeer: ¡lo
pinté yo mismo! (Dolnick, pág. 251)
Con esta confesión Piller se encuentra ante un dilema: si esto fue
así, ya no sería colaboracionista, sino que había engañado a un nazi y por lo
tanto, sólo era culpable de estafa, o sea, 4 años de prisión. Pero había que
comprobarlo: lo encierra en una habitación y, frente a testigos, le hace pintar
otro “Vermeer”. El 29-10-1945 se hace el juicio y se lo condena por estafa a 1
año de prisión. Nunca llegará a cumplirla: tiene un infarto, es hospitalizado y
muere allí el 30-12-1945. En 1946, Göring, en una conversación casual en la
prisión, se entera de que su tan querido Cristo
y la adúltera era en realidad un van Meegeren. Reacciona incrédulo, con ira,
y dice:
¡No, no, no! ¡Pero esto es
imposible! ¡El cuadro era antiguo, tan antiguo que tuve que mandarlo a
restaurar! ¡Esto sería ya una enorme estafa, pues es el cuadro por el que más
dinero he pagado! (Dolnick, pág. 272)
cristinadelrosso.com // cristinadelrosso.artproject@gmail.com
Fuente: Dolnick, E. Der
Nazi und der Kunstfälscher. Berlín, Parthas, 2014
López, J. Man who made
Vermeers. Boston, HMH, 2009
Traducción de las citas: C.del Rosso
¿Cómo pudo pasar este cuadro como un Vermeer? Realmente es un cuadro muy, pero muy malo...
ResponderEliminarDe malo no se, pero lo que si no tiene el estilo de Vermeer
EliminarTotalmente.
EliminarGracias por compartir estas historias tan interesantes!
ResponderEliminarGracias! Y las próximas lo son aún más...
EliminarHace unos meses leí una novela de ambos pintores, el falsificador y tal. No recuerdo si basada en hechos reales o ya confundo jjjj No lo tengo a mano el título.
ResponderEliminarEs una historia muy curiosa...
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