Van Meegeren y el Museo Boymans
Rotterdam
|
van Meegeren, La cena de Emaús, 1938 |
¿Te acuerdas? Una vez te conté
cómo van Meegeren engañó a medio mundo, y especialmente a Göring, con sus
Vermeer falsos. (Si te lo perdiste, pincha aquí.) El jerarca nazi fue sólo una
de sus tantas víctimas. El Cristo y la
adúltera, el “Vermeer” que poseía Göring, era el último de una serie de
falsificaciones: para ser más exactos, seis, más 2 “de Hoochs” (tanto como para
diversificar y no despertar sospechas).
|
van Meegeren, Cristo y la adúltera |
La historia había comenzado mucho
tiempo antes. Van Meegeren era un pintor bastante mediocre, que recibía
críticas lapidarias sobre su obra. Como venganza, planeó burlarse de los
críticos, comisarios y etc. ¿Con qué autor engatusarlos? Eligió a Vermeer: no
sabemos prácticamente nada de él y apenas si se le pueden atribuir 30-35 obras.
Perfecto para un falsificador.
Los acontecimientos también
jugaron a su favor: de repente, después de siglos de estar escondidos o
atribuidos a otros pintores, aparecen varios cuadros de Vermeer. Los americanos
se desesperaban por tener uno y pagaban millones por ellos. A la vez, Holanda
se desesperaba al ver que su patrimonio se escurría hacia el otro lado del
Atlántico. Los precios subían.
|
Vermeer, La lechera, 1617 |
Detrás de estos descubrimientos estaba
Abraham Bredius, crítico de arte, especialista en Siglo de Oro holandés.
Confiaba ciegamente en su intuición y nadie osaba contradecirlo. Había
encontrado 3 Vermeer y había sido condecorado por sus logros. Gracias a él, La lechera fue comprada por el
Rijksmuseum y se salvó de terminar en USA. Pero su intuición no era infalible:
anunció en un artículo de 1932 que Hombre
y mujer junto a un espinal era un nuevo Vermeer; sin embargo, el resto de los críticos no lo
consideró así. Para él fue un baldón que dudaran de su autoridad. Y, sin
embargo, es un van Meegeren.
|
Caravaggio, La cena de Emaús, 1606 |
Van Meegeren estaba dispuesto a todo.
La jugada debía de ser magistral: inventar un Vermeer de la nada, de tema
religioso y en gran formato, como el recién aparecido Cristo en casa de Marta y de María y la Alegoría de la fe. El episodio de la cena de Emaús se ajustaba
perfectamente a sus propósitos. Había pintado una versión en 1922 y los
críticos lo habían despedazado: era la venganza perfecta. Toma el modelo de
Caravaggio, la 2da versión de 1691.
|
Vermeer, Jesús en casa de Marta y María, 1654 |
Ideó, a fuerza de ensayo-error, una técnica
para envejecer 300 años a su pintura. (Te lo conté en el post anterior, pincha aquí.) Lo comenzó en el otoño de 1936; pintaba a escondidas, sin modelos, en su
casa de la Costa Azul. Pero, como tú sabes, por lo que te he contado otras
veces (pincha aquí), para certificar la originalidad de una obra de arte hace
falta mucha documentación, la “procedencia”. ¿Y qué mejor que Bredius para
consagrar a La cena de Emaús?
|
Vermeer, La encajera, 1669 |
Van Meegeren necesitaba un intermediario
para no involucrarse directamente; por casualidad, se encuentra con Gerard
Boon, un político destacado, y le cuenta la historia de que una familia
holandesa, que vive en Italia, necesita dinero para escapar a USA de los
fascistas. El cuadro había sido llevado a Francia para su venta, pero se necesitaba
la opinión de un experto. Boon se lo lleva a Bredius, que ya tenía 82 años y se
había establecido en Francia. Disipadas las primeras dudas, Bredius cae en
éxtasis ante el cuadro. Inmediatamente se pone en contacto con Dirk Hannema,
director del Museo Boymans de Rotterdam. Éste necesitaba un Vermeer: 100 años
atrás se les había escapado de las manos La
encajera. Había que juntar el dinero como sea para que Emaús se quedara en Holanda.
|
Vermeer, Alegoría de la fe, 1671 |
Entretando, Boon (por indicación de
van Meegeren) lo muestra en la galería Duveen, de Londres, que era la que
gestionaba todas las compras de los americanos. Mandan a 2 especialistas a ver
el cuadro y enseguida éstos se dan cuenta de que es una falsificación. Por
miedo a que otra vez los americanos aparecieran con sus dólares, los holandeses
se apresuraron a conseguir los 520000 florines que pedía la supuesta familia.
(1)
Así fue cómo en 1938 fue
presentado al público en el Museo. Luitweiler, el restaurador, lo acondicionó
para la exposición: le quitó el barniz que van Meegeren le había puesto para
añejarlo y le puso uno nuevo. La exposición fue todo un éxito (y por supuesto,
el pintor fue a verla). Fue la joya del Museo hasta 1945, cuando van Meegeren en
prisión confesó que lo había pintado él. Aunque no se lo publicita, aún hoy es la
obra más requerida por los visitantes en el Museo Boymans.
|
van Meegeren, La Última Cena |
A estas alturas, te estarás
preguntando cómo pudo engañar a tantos especialistas. No hay que ser un experto
para darse cuenta de que esos cuadros poco tienen que ver con Vermeer. Tampoco
su técnica de añejamiento podía pasar desapercibida en el microscopio. ¿Luitweiler
no se dio cuenta? ¿O se calló porque no podía desdecir a Bredius? Y éste,
después del suceso con Hombre y mujer
junto a un espinal necesitaba rehabilitar la infalibilidad de su intuición
vermeeriana: le vino como anillo al dedo. ¿Nadie sospechó que, después de
tantos siglos olvidado y confundido, apareciera un Vermeer por año? En plena
2da Guerra Mundial, Vermeer era un remanso de paz. Todos querían un cuadro
suyo, pero ¡apenas si hay unos 30! Lo que hizo el estafador fue cubrir esa
demanda: “¿Quieren un Vermeer? Pues aquí lo tienen.” Y ellos cayeron en la
trampa, porque les dio precisamente lo que ansiaban encontrar. (2)
|
van Meegeren, Cristo entre los escribas |
Y te agrego esto, para pensar:
“Ayer este cuadro valía millones
de florines y expertos y amantes del arte de todo el mundo han venido y han
pagado para verlo. Hoy no vale nada y nadie daría un paso, incluso cuando lo
pudieran ver en cualquier parte gratis. Pero el cuadro no ha cambiado. ¿Qué ha
cambiado entonces?” (Esto lo dijo van Meegeren, en el juicio) (3)
(1) Unos
4 millones de dólares actuales, aprox.
(2) Bredius
murió antes del juicio a van Meegeren; afirmó hasta el último suspiro que Emaús es un Vermeer. Hannema tampoco se
desdijo, a pesar de las evidencias.
(3) (Dolnick,
pág. 273)
Fuente: Dolnick, E. Der
Nazi und der Kunstfälscher. Berlín, Parthas, 2014;
López, J. Man who made Vermeers. Boston, HMH, 2009
Traducción de las
citas: C.del Rosso
No hay comentarios :
Publicar un comentario