Van Gogh, Autorretrato con oreja vendada y pipa, 1889 |
La oreja de van Gogh según Gauguin
El pintor loco. El de los girasoles. El de las nubes y estrellas como
espirales. El loco. Sólo un loco podía pintar así. Esos colores tan
estridentes. ¿A quién se le ocurre? Seguro que estaba mal de la cabeza.
Van Gogh, 14 girasoles en un jarrón, 1888 |
No te espantes. Esto lo he oído muchas veces. Van Gogh, el loco.
Ha pasado mucha agua bajo los puentes desde entonces. Van Gogh se suicidó
(o lo mataron: te lo conté por aquí) en 1890, hace más de 100 años. Por suerte,
la medicina ha avanzado muchísimo en diagnóstico y tratamiento de las
enfermedades mentales y hoy nos cuidamos mucho de hablar así sobre estos casos
(aunque todavía hay cierta gente que sigue diciendo lo de más arriba).
Van Gogh en uno de sus ataques se cortó una oreja, después de discutir con
Gauguin.
Van Gogh admiraba a Gauguin. Lo consideraba su maestro, aunque tenía sus
propias ideas sobre el arte. Anhelaba armar una colonia de artistas en Arlès,
en la casa amarilla que había alquilado (te la mostré por aquí). Cuando finalmente
Gauguin aceptó la invitación, después de dar muchas vueltas, Vincent estaba
exultante. Se empeñó en decorar la casa para recibir a su amigo. Pintó los
girasoles, la habitación… Sin embargo, Gauguin no estaba tan convencido del
proyecto y sólo aceptó porque iban a compartir gastos. Además, Thèo, el hermano
de Vincent, era su marchante: no le convenía quedar mal con él.
Van Gogh, La habitación, 1889 |
La convivencia era imposible. Van Gogh se tomaba a pecho cualquier
comentario que tuviera que ver con la pintura, teoría de color o arte. Las
discusiones eran interminables y Gauguin sólo quería desayunar tranquilo y
hacer su vida. El 24 de diciembre de 1888 discuten, Gauguin no aguanta más y se
marcha de la casa hacia el hotel del pueblo. Van Gogh, a eso de las 21 hs., lo
persigue con una navaja en la mano, pero se da cuenta de lo que va a hacer y regresa
a la casa. Para Gauguin ése fue el indicio cierto de que su colega está
“chalado” y se va del lugar. Ya en la casa, van Gogh se corta la oreja
izquierda, la mete en una caja y se la deja a Raquel, la prostituta del pueblo.
Lo encuentran al día siguiente en su cama, bañado en sangre. La policía
interviene y finalmente Vincent es llevado al hospital. Cuando le dan de alta,
pinta su autorretrato con la cabeza vendada: van Gogh se sentirá avergonzado toda la vida por este
suceso.
Van Gogh, La casa amarilla, 1889 |
Esta historia seguramente la habrás oído mil veces. La historia oficial,
los hechos.
Pero, ¿cuál fue la versión de Gauguin? El estuvo allí.
¿Quién era Gauguin? Si te lo tengo que resumir en pocas palabras y, según
mi opinión, era un personaje autorreferente, fabulador, capaz de crear
historias que lo encumbraran como un personaje exótico. Hoy diríamos que era
una estrategia de marketing, storytelling del bueno. Claro que
esas historias había que refrendarlas con hechos y qué mejor que huir hacia el
Pacífico Sur y crear su propia leyenda de artista inconformista, que escapó de
la civilización y terminó en el paraíso de los tahitianos. Que no lo era tal,
pero, bueno, que los franceses de París no se enteraran. ¿Le fue bien? Sí,
logró sus objetivos, pero ¿a qué precio?
Gauguin, Van Gogh pintando los girasoles, 1888 |
Sea como sea, Gauguin es el otro protagonista de la historia de la oreja de
van Gogh. En 1894 se decidió a contar su parte de la historia. ¿A modo de
disculpa? ¿Sentimiento de culpa? Sólo ellos 2 sabían qué pasó realmente ese
día.
Gauguin, Autorretrato con Crucifixión, 1889 |
Había ido a Arlès, después de muchas dudas; aceptó porque estaba Théo en el
medio. Le habían prometido dirigir el “Taller del Midi”, una asociación de
artistas, casi como de “Socorros mutuos”. Su impresión del pueblo no fue buena:
se sentía fuera de su ámbito, no le gustaban las arlesianas y los arlesianos le
parecían muy toscos. Se metieron de lleno en el trabajo
“Se fraguaba una especie de lucha entre dos seres, él y yo, uno, todo un
volcán y el otro hirviendo también, pero por dentro.”
Gauguin, En el café, 1888 |
La casa era un desorden y eso lo molestaba, había tubos de óleo por todas
partes. Y la cabeza de van Gogh también era un desorden. Gauguin no podía
entender cómo admiraba a Meissonier y detestaba a Ingres; Degas no le caía bien
(bueno, eso le pasaba a muchos) y Cézanne, era un cuentero.
“Uno de sus motivos de cólera era verse obligado a reconocer en mí una gran
inteligencia, pese a tener la frente demasiado pequeña, signo de imbecilidad.
En medio de todo esto, una gran ternura, o más bien el altruismo del
Evangelio.”
(Para que tomes nota de cómo era este personaje…)
Gauguin, Autorretrato, 1888 |
El desorden continuaba en las finanzas. Tenían una caja común, que, por
supuesto, era alimentada por Théo. Gauguin impuso su orden, recortó gastos y
hasta se puso a cocinar para no tener que comer en el restaurante.
“Aunque el público lo dude, dos hombres hicimos allá un trabajo colosal,
útil para ambos.”
Y sigue:
“Emprendí la tarea de enseñarle, lo cual me resultó fácil ya que encontré
un terreno rico y fecundo. (…) Desde ese día, Van Gogh empezó a progresar;
parecía entrever todo lo que había en él (…) Van Gogh, sin perder un ápice de
originalidad, encontró en mí una enseñanza provechosa. Y me lo agradecía todos
los días.”
“Cuando llegué a Arlès Vincent se buscaba a sí mismo, mientras que yo, un
hombre mucho más viejo, ya estaba formado. Le debo algo a Vincent y es, con la
conciencia de haberle sido útil, la afirmación de mis ideas pictóricas
anteriores y, además, en los momentos difíciles, recordar que siempre hay
alguien más desgraciado que uno mismo.”
Creo que no necesitas que te comente esto, ¿no? (Gauguin tenía en ese
momento 40 años, Van Gogh, 35)
Gauguin, Bonjour, monsieur Gauguin, 1889 |
Gauguin sigue contando pequeños sucesos de la vida diaria para dar cuenta de la inestabilidad de Vincent y que derivó en la tragedia posterior. Vincent por las noches se levantaba a ver si Gauguin dormía, lo despertaba y se volvía a su cama. Tenía comportamientos extraños, como arrojarle así como así un vaso de ajenjo por la cabeza. A la mañana siguiente, Van Gogh se disculpó. Y Gauguin no tuvo mejor idea que decirle esto:
“-Te perdono de todo corazón, pero la escena de ayer podría producirse de
nuevo y, si me hubieras golpeado, podría no haber sido dueño de mí mismo y
estrangularte. Permite, pues, que escriba a tu hermano para anunciarle mi
regreso.”
Ese fue el detonante. El sueño de Vincent se hacía trizas y todo por su
culpa.
Cuenta Gauguin que salió a tomar aire después de cenar. Había cruzado ya la
plaza, cuando oyó detrás de él un andar muy conocido. Se da vuelta justo en el
momento en el que Van Gogh se le tira encima con una navaja. Gauguin lo miró,
Vincent se detuvo y se fue corriendo a la casa.
“¿Quizás me sentí débil, flojo, en aquel momento y debía haberle desarmado
y tratar de calmarlo? He interrogado mi conciencia con frecuencia y no me hice
ningún reproche.”
Van Gogh, La arlesiana, 1888 |
Gauguin se fue a dormir a un hotel, aunque apenas pudo conciliar el sueño. A la mañana siguiente en la plaza había gran cantidad de gente junto con la policía. Según Gauguin, después del altercado de la noche, van Gogh volvió a la casa y se cortó la oreja con la navaja con la que lo había atacado. En la casa había rastros de sangre por todas partes. Cuando pudo salir, fue hacia la casa de una “conocida” y le dejó la oreja en un sobre. “Tenga un recuerdo mío", y volvió a la casa.
Gauguin se acercó y el policía le preguntó qué le había hecho a su amigo,
pues estaba muerto. Todos lo miraban culpándolo. Subieron juntos a verlo:
Vincent estaba enrollado en sus sábanas, durmiendo. Gauguin le dijo al policía:
-“Señor, haga el favor de despertar a este hombre con mucho cuidado y, si
pregunta por mí, dígale que he salido para París; si me viera podría resultar
funesto para él.”
Vaya amigo…
Vincent preguntó al despertar por él, pidió su pipa y la caja con el dinero
que juntaban los dos. Desconfió de su amigo. Al menos no se llevó la plata.
Lo llevaron al hospital.
“El resto lo sabe la gente… y sería inútil hablar de ello, salvo del
extremo sufrimiento de un hombre, que, recluido en un manicomio, ve cómo, a
intervalos mensuales, recobra la razón lo bastante como para comprender su
estado y pintar con rabia los cuadros admirables que conocemos.”
Van Gogh, La silla, 1888 |
Gauguin sabía que Van Gogh era un grande. ¿Envidia? ¿Celos?
Gauguin dejó de cartearse con Van Gogh. Sus planes eran otros. Se enteró
mucho después de lo que había pasado con su amigo.
“Se disparó un tiro en el vientre con una pistola y murió, unas horas
después, acostado en su cama y fumando una pipa, con plena lucidez de espíritu,
sintiendo amor por su arte y sin odio hacia los demás.”
Si lees el artículo en el que te cuento cómo murió Vincent (puedes verlo aquí), verás que no fue tan así. Él hacía rato que no tenía nada que ver con
Vincent. Se enteró de su muerte un mes después, estando en Francia: le pregunta
a Bernard en la postdata de su carta si sabe qué le pasó a Van Gogh. En la
siguiente, se lamenta de su muerte y le menciona que se alegra de que Bernard
haya podido estar en el funeral. Gauguin estaba a casi 800 km, en la Bretaña.
¿Hubiese querido estar ahí o fue sólo un comentario por compromiso?
Van Gogh, La silla de Gauguin, 1888 |
No lo sé. Creo que, si bien Van Gogh estaba enfermo, el alma de Gauguin
también estaba enferma, de alguna manera.
Fuentes: Gauguin, P. Escritos de un salvaje. Madrid, Akal,
2008
Gauguin,
P. Letters to his wife and Friends. Boston, MFA Publications, 2003
Naifeh, St.- White Smith, G. Van Gogh. La vida.
Madrid, Taurus, 2012
Te conté más sobre Gauguin en:
Gracias por compartirlo!!!
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