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jueves, 2 de noviembre de 2017

¿Homicidio o suicidio?


Van Gogh, Autorretrato, 1889
Van Gogh acabó sus días con un disparo en medio de los trigales, pintando el cuadro de los cuervos. Esta historia nos la han contado mil veces en enciclopedias, películas, biografías…

Parece que no ha sido tan así. 










Van Gogh, Castaño en flor, 1890
Que se haya suicidado no es tan claro. Dos estudiosos, Steven Naifeh y Gregory White Smith, se dedicaron durante 10 años a investigar el asunto. Cruzaron las más de 800 cartas de Vincent a Théo, de Théo a su mujer, las de sus amigos, con entrevistas que se hicieron a testigos de la época, informes policiales, etc. Los resultados los volcaron en una biografía, en un libro muy gordo, poco manejable (1), pero muy ameno para leer. Y no es para menos: de la vida de van Gogh conocemos infinitos detalles dados por él mismo en sus cartas. Te lo recomiendo.

Pero, si no puedes leerlo, aquí estoy yo para contarte cuáles son sus conclusiones acerca de la muerte de este artista único.







Van Gogh, Casas en Auvers, 1890
Las dudas surgen porque, si bien era un hombre enfermo, atormentado, y algunas veces menciona el suicidio en sus cartas, lo consideraba como cosa de cobardes. Y según la moral puritana en la que había sido criado, un pecado. Acababa de salir del hospicio de St. Rémy y se había mudado a Auvers, con la esperanza de trabajar como nunca, de recuperar el tiempo perdido. Se sentía curado, pero tenía el temor constante de que le volvieran los ataques. La pintura lo mantenía ocupado.










Había salido un artículo en el que elogiaban su arte y la gente iba a ver sus cuadros. Había logrado vender uno en Bélgica. Pocos días antes había encargado una cantidad grande de colores y lienzos: no parece verosímil que quisiera quitarse la vida. Además, no tenía ni idea de armas. ¿De dónde la sacó?


Van Gogh, La vendimia roja, 1888

El 27 de julio de 1890 salió a pintar a los trigales, con todo su pesado equipo. No pasaba desapercibido: era un pueblo chico y él era el pintor loco, sin una oreja, el holandés que hablaba el francés con acento raro. Volvió a comer al mediodía al hostal Ravoux, donde se alojaba, y volvió al trabajo. A la hora de la cena, después de 5 horas, apareció de nuevo, cojeando, dolorido, con una bala en el estómago. Subió a su habitación sin decir nada.



Van Gogh, Piedad según Delacroix, 1889

A Ravoux le pareció extraño y se quedó escuchando: Vincent gemía de dolor. Le dice: “Me he herido” y le muestra un pequeño agujero debajo de las costillas. “Me disparé con un revólver.” Y pide que venga un médico. Cuando llega la policía le preguntan si había querido suicidarse y contesta: “Creo que sí. No acusen a nadie.”














Van Gogh, Dr. Gachet, (2da versión) 1890
El primer médico que llega (un obstetra que estaba de vacaciones) constata que es una herida de bala, de calibre 38, en ángulo bajo, y que se había efectuado desde lejos. Gachet llega enseguida y lo encuentra tranquilo, fumando en pipa: “¿Es que nadie me va a sacar la bala?”. Decidieron no hacerlo. Trasladarlo a París era riesgoso. 













Le envían una carta a Théo para que llegue lo más pronto posible. También lo encuentra tranquilo y fumando. Los dos pasan la noche conversando. Vincent muere en los brazos de su hermano, después de 2 días de agonía, diciendo “Quiero morir así”.


Van Gogh, Ramas de almendro en flor, 1890
La policía requisó todas las armas que había en el pueblo. Faltaba una, la de René Secrétan, un adolescente de 16 años. Éste pasaba los veranos en Auvers junto con su hermano Gaston, con quien van Gogh se llevaba muy bien, pues le gustaba hablar de arte.

Van Gogh, Autorretrato con oreja vendada y pipa,
1889
El artista loco era el blanco de las bromas de estos chicos. Untaban con chile la punta del pincel porque sabían que se lo ponía en la boca, le pagaban copas para que se emborrachara, le traían a las chicas del Moulin Rouge para que lo atormentaran. Le ponían sal en el café y una vez le escondieron una culebra en su bolsa de pinturas.

René andaba vestido de cowboy: se había comprado el disfraz en la Exposición Universal y completaba su look con un revólver que, al parecer, le había dado Ravoux. Un revólver que funcionaba algunas veces. Lo llevaba siempre en su mochila.









El revólver no apareció nunca. Los Secrétan se volvieron a París rápidamente. El caballete, las pinturas, el lienzo que estaba pintando tampoco aparecieron. Tampoco el casquillo.

La policía asumió que era un accidente por el ángulo de la bala. Si se hubiera querido suicidar, ¿por qué no apuntó a la cabeza? ¿Por qué volvió al hostal pidiendo un médico? ¿Dónde estuvo esas 5 horas? Su habitación no reveló ningún detalle que sugiriera el suicidio. Los testigos rumoreaban que unos chicos le habían disparado por accidente y que él no dijo nada para protegerlos.


Van Gogh, Paisaje cerca de Auvers bajo la lluvia, 1890

Secrétan concede una entrevista a sus 82 años. Dice medias verdades: reconoce que hostigaban al pintor; dice que van Gogh sabía que él llevaba el revólver en su mochila y que se lo había robado. Y que a él se la había dado Ravoux.

Van Gogh, Jardín del Dr. Gachet
en Auvers, 1890
La teoría de los autores es que el accidente no fue en los trigales, sino en la carretera de Chaponval, donde estaba el bar favorito de los chicos. El camino de vuelta desde el campo significaba subir por una cuesta y a Vincent le hubiera sido imposible andar por ahí con una bala en el estómago. Unos testigos lo habían visto por esa carretera. Si es así, por eso la policía no encontró nada en los trigales. Esto les dio tiempo a los chicos a quitar todo del medio.

Vincent era un hombre solo y enfermo, con una vida de perros. Quizás quería morir y un adolescente camorrero, que jugaba al cowboy, le abrió la puerta para la liberación de su sufrimiento. Nunca dijo qué pasó: no acusó a nadie.





Van Gogh, Cipreses, 1889
El resto de los investigadores no comparten estas afirmaciones de los autores. No hay pruebas, son todas conjeturas. Lo que realmente pasó ese día se lo llevaron a la tumba los protagonistas de esta historia. (2)















(1)   Está en e-book, por si te lo quieres llevar en el bus.
(2)   El cuadro de los cuervos en los trigales es su última obra terminada, pero no el que estaba pintando cuando murió. Lo había terminado unas semanas antes. En medio de su agonía mencionó que estaba pintando un cuadro de almiares, que es el que nunca apareció.


Van Gogh, Campos de trigo con cuervos, 1890

Naifeh, St.- White Smith, G. Van Gogh. La vida. Madrid, Taurus, 2012


Si quieres saber más sobre Van Gogh, te dejo estos enlaces de artículos anteriores:


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