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jueves, 6 de octubre de 2022

Excursiones al bosque

 

Sisley, Castaños, 1867


(Y ya no hubo vuelta atrás)

Hay momentos en la Historia en que todo se confabula para que surja algo nuevo. ¿Te acuerdas de cuando te conté la historia de Théodore Rousseau y la mal llamada “Escuela de Barbizon”? (Si te lo perdiste, puedes leerlo aquí.)

Si no hubiese sido por el reciente invento de los tubos de aluminio para los colores al óleo, si no hubiese sido porque en París se pudieron ver los cuadros de Constable, si no hubiese sido porque había una nueva línea de tren que unía París con Barbizon… no hubiese habido nunca la pintura al aire libre ni unos jóvenes inquietos que llevarían a cabo una revolución imparable.


Monet, Paseo, 1864

El primero que se largó fue Corot,
pero todavía no habían llegado los colores en tubos: bocetaba al aire libre y terminaba el trabajo en el taller. Pero a partir de 1840 ese inconveniente se terminó y Rousseau, Millet y tantos otros se largaron a pintar a la naturaleza in situ. Los colores en tubos aparecieron y ellos impusieron la moda de las excursiones a la foresta de Barbizon. Quedaba cerca, era barato y el bosque ofrecía innumerables motivos para practicar.

Mientras tanto, un grupillo de jóvenes, ansiosos por aprender, se reunían en las clases de Monsieur Gleyre. Era profesor en la Academia y tenía un taller privado, donde no cobraba a los alumnos: sólo les pedía que colaboraran con el pago del alquiler y de las modelos. Gleyre, aun siendo académico, tradicionalista, no imponía su estilo en los alumnos y les dejaba desarrollar su propia personalidad. El taller estaba abierto 4 veces por semana, aunque el profesor asistía sólo 2 veces. Revisaba los trabajos de los alumnos uno a uno y se fijaba especialmente en la composición. Sin embargo, siempre hacía lo mismo y no presentaba desafíos a los alumnos.


Por una cosa u otra, caen en ese taller Monet, Bazille, Renoir y Sisley. Nos lo cuenta Renoir, a través de su hijo (lo vimos por aquí). Monet había estudiado en la Academia Suiza, donde había coincidido con Manet, Cézanne y Pissarro. Pero tuvo que hacer el servicio militar, que duraba 7 años y que no llegó a cumplir del todo, pues se enfermó. Regresó a Le Havre, su ciudad natal, y al poco tiempo regresó a París. Se inscribió en el taller de Gleyre.

Monet, Camino en Chailly, 1865


Renoir, por su parte, venía de pintar porcelanas y lo hacía muy bien. Vino la producción en serie, a máquina, y tuvo que buscarse otro trabajo. Pintó toldos y hasta pintó murales en los cafés de París. Iba al Louvre a aprender; admiraba a Rousseau, Corot, Daubigny. Sabía que éstos pintaban en Barbizon y ahí se largó por su cuenta. Una vez, en medio del bosque, se le acercó una pandilla de chicos, quienes empezaron a burlarse de su blusa gastada de pintor. Le tiraron el caballete al suelo y empezaron a golpearlo. De repente, apareció entre las matas un hombre alto, también con camisa de pintor, y con pierna de palo. Era Díaz de la Peña, otro del grupo de Barbizon, que ahuyentó a todos a golpes de bastón. Vio lo que estaba pintando, le pareció muy bueno, sólo le dijo que dejara el “asfalto”[1], que no pintara tan oscuro. Lo invitó a que fuera a verlo en París, pero a Renoir le dio vergüenza y no fue.

Cuando comentó a su familia y amigos que quería ser artista, le recomendaron que fuera a lo de Gleyre, el mejor de París.

Bazille, Estudio en la Rue 
Furstenberg, 1865

Bazille
(te conté de él por aquí) ya estaba en el taller cuando llegó Renoir. Bazille, con su gran estatura y sus modales aristocráticos, se acercó a Renoir y alabó lo que estaba dibujando. Renoir se sorprendió de su gentileza y se hicieron amigos enseguida.

Bazille también llevó al taller a Sisley. Renoir cuenta que después de clase estos dos se iban a tomar cervezas y hablar de arte. A las cervezas se les unía Pissarro.






Cuentan que un día Gleyre le dijo a Monet que copiara a los antiguos. Monet reaccionó con un (o algo así) “Muchachos, esto no es serio. El ambiente aquí es insoportable. Vámonos de aquí.” Eso dicen que dijo, aunque otros opinan que fue Sisley. Poco probable, pues Monet era el líder y Sisley era bien tímido (salvo cuando se trataba de conquistar mujeres).

Monet, Jeanne Marguerite Lecadre en el jardín, 1866


Mientras tanto, Gleyre se había puesto enfermo, tenía muchas deudas (los alumnos no pagaban con regularidad) y decidió cerrar el taller en 1864. Y estos 4 amigos decidieron largarse a pintar solos.


Monet y Renoir compartían la miseria: Renoir cuenta que Monet siempre iba vestido de manera elegante. No tenían dinero, pero él se las ingeniaba para que el sastre le fiara. Como era un caballero, se metía a todos en el bolsillo. Y la verdad, es que comían de prestado. Lo poco que ganaban vendiendo alguno que otro cuadro lo gastaban en pagar el carbón para la estufa para que la modelo no tuviera frío, pagarle a ella, y de paso, cocinar unas lentejas. Se acababan las lentejas, seguían con los garbanzos. Y alguna que otra vez caía una invitación a cenar y se redimían de las legumbres.

Renoir, Patinadores en el Bois de Boulogne, 1869


Monet le propuso a Bazille ir a pintar a Chailly (te conté lo que pasó por aquí), pintar al aire libre, como lo hacían los de Barbizon. Bazille le dijo a sus padres que su amigo de Le Havre es muy bueno pintando paisajes (y vaya si tenía razón). Bazille, con el permiso de su padre, había alquilado un taller y lo compartía gentilmente con Renoir y Monet, que no tenían ni un duro.

Bazille, Paisaje en Chailly, 1865


Sisley, que por ese entonces gozaba de una buena renta pagada por su padre (todavía), decidió irse a vivir a Fontainebleu, bien cerca de los motivos que quería pintar.

Sisley, Sendero junto a un pueblo, 1866


Salían a pintar al aire libre. Caminaban casi 60 km hasta Barbizon, con todos los bártulos de pintura, para ahorrarse el transporte. Dormían en hosterías baratas y comían lo que podían, muchas veces el menú anodino que la cocinera del lugar improvisaba con lo que tenía. Sisley pedía que se fijaran primero en qué tal estaba la camarera… Allí se lo pasaban en grande, observando cómo la luz jugaba por entre las ramas de los árboles, cómo las sombras ya no eran negras, cómo el sol hacía cambiar los colores de la hierba...

Renoir se concentraba tanto que no reparaba en nada. Cuenta que una vez Monet le pidió un cigarro y no le contestó. Le sacó uno del paquete que tenía en el bolsillo, lo encendió, le pasó la cerilla (o fósforo, ¿cómo lo llamas tú?) por la cara y recién entonces Renoir contestó con un lacónico “Ah, eres tú”.

Renoir, La Grenouillère, 1869


Morisot, que alguna vez los acompañó, decía que si Renoir se ponía a cantar mientras pintaba, era porque el lugar le gustaba.

Bazille se alistó en el ejército en 1870 y murió en el frente de combate. Mientras tanto, Monet y Pissarro habían huido a Londres. Renoir fue llamado al regimiento de caballería, sin saber andar a caballo… , y, gracias a la benevolencia del capitán, pudo seguir pintando y, de paso, le daba clases a su hija.

Monet, Almiares en Chailly al atardecer, 1865


Y vendrán las reuniones en el café Guerbois, Manet que les enseñaba el camino a seguir, el galerista Durand-Ruel que creyó en ellos, y la decisión de exponer todos juntos en 1874 en lo del fotógrafo Nadar… Se llamaban a sí mismos “Los intransigentes”, pero, gracias al cuadro de Monet y al comentario ácido del crítico Leroy, terminaron siendo “Los impresionistas”.

Organizaron 8 exposiciones, con participantes que iban y venían. Sólo Pissarro expuso en todas. Y así empezó todo.

Fantin-Latour, Estudio en Batignolles, 1870

(En la imagen de arriba: Manet pintando en el centro; Renoir es el 2do de pie contando desde la izquierda. Bazille está a la derecha, el más alto, y Monet se encuentra detrás de él, medio escondido.)


Fuentes: Bazille, F. Correspondance. Montpellier, Les Presses du Languedoc, 1992 

Renoir, J. Renoir, mio padre. Milano, Adelphi ed., 2015



[1] “Bitume” o “asfalto” es un color que se usa en pintura que es eso mismo: betún.



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