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jueves, 25 de enero de 2018

Médico no, mejor: pintor


Bazille, El vestido rosa, 1864
¡Ay, los estudios de los hijos! ¡Qué complicado es para los padres guiarlos para su futuro! Y cuando descubren cuál es su vocación, ¡cuántos miedos de que se equivoquen en su elección! Imagínate a un padre que le ha diseñado a su hijo una vida como médico y el muchacho sólo quiere pintar… Un verdadero problema. ¿Cuántos talentos artísticos se habrán perdido en la historia por prohibiciones paternas?








Bazille, Autorretrato en St.Saveur, 1868
Digamos también que hay que entender la posición de los padres: el trabajo del pintor es durísimo y muy pocos ven el resultado de sus esfuerzos. Preguntémosle a van Gogh, que vendió un solo cuadro en su vida. O a Monet, que durante muchos años vivió en la miseria…

El caso que te quiero contar hoy tuvo final feliz (aunque por poco tiempo) (1): Frédéric Bazille y su padre, Gaston. 











Los Bazille eran una familia adinerada de Montpellier. Su padre ocupó varios cargos públicos (llegó a ser senador), tenía viñedos y ganado. El dinero no era un problema, aunque solía quejarse bastante de los vaivenes de sus negocios, como suele ocurrir a la gente de campo. Su madre, Camille, era una apasionada por las artes y la música e inspiró esa misma pasión en sus 2 hijos. Frédéric aprendió a tocar el piano, amaba ir al teatro y a conciertos y visitar museos.


Bazille, En St.Saveur, 1865

Bazille, Retrato de Renoir, 1867
El sueño de Gaston Bazille era que Frédéric fuese médico. El muchacho se inscribió en Medicina en la Universidad de Montpellier en 1859. Sus notas iban de “satisfactorio” a “mediocre”. Paralelamente, asistía a talleres de dibujo. Bruyas, el mecenas de Courbet y amigo de la familia, le abre las puertas de su colección. Frédéric queda fascinado por los Corot, Millet, Delacroix, Courbet…  En 1862 se traslada a París, con el 3er año de Medicina aprobado.

Era un muchacho respetuoso y cariñoso con sus padres y familiares, generoso con los amigos. En sus cartas le cuenta a su familia sus experiencias en la gran ciudad. Típica vida de universitario: los tiempos no han cambiado demasiado. La paga que le pasa el padre no le alcanza y para envíos extra de dinero acude a su madre como mediadora. Si se le desgasta la ropa, la madre manda cajas con ropa nueva o reparada. Ella está siempre pendiente de que se alimente como corresponda: Frédéric le cuenta con detalle dónde y qué ha comido ese día. Y ella le envía mermeladas, dulce de membrillo, aves, bacalao a la provenzal, estofado de ternera, jamón, para que no extrañe la comida casera; él la comparte con sus amigos, que están pasando hambre.

Renoir, Retrato de Bazille, 1867
Lo primero que hace cuando llega a París es inscribirse en el taller de Gleyre, el mismo al que asisten Renoir, Monet y Sisley. Éstos serán sus grandes amigos, compañeros de salidas a pintar al aire libre, y a quienes más de una vez les compra cuadros para ayudarlos. Pasa tres, cuatro horas en lo de Gleyre por las mañanas; por la tarde va a los cursos de anatomía o al hospital. Como pinta mucho fuera del horario de clase, necesita un espacio para poder trabajar: convence a su padre para que le pague el alquiler de un taller. Gaston accede pero le tira de las orejas más de una vez: siempre hay pedidos extra de dinero. Habrá que agregar el costo de los modelos. Y muebles, vajilla y sábanas: aprovechar lo que se pueda de lo que hay en la casa en Montpellier (¡hasta el piano va a París!) (2). 




A Gaston no le disgusta que pinte: de hecho, le pide que le muestre sus obras y lo felicita por sus progresos, pero lo ve como un pasatiempo, no como una profesión.

Bazille, Estudio en 9 Rue de la Condamine, 1870

Para poder pasar su examen de anatomía Frédéric va a clases particulares como refuerzo; pero, a pesar de que son unas cuantas horas disecando y con el microscopio, no deja de pintar ni de ir al teatro. Hace el último esfuerzo para sacarse de encima de una vez por todas a la Anatomía.

Monet, La rue Bavolle en Honfleur, 1864

Mientras tanto, le pidió permiso a su padre para viajar con Monet a Honfleur para pintar. “Tus estudios de Medicina son la razón de tu estadía en París”, le dice. Los 2 pintores lo pasaron genial.

En sus saludos de Año Nuevo de 1864 les dice abiertamente que no lo verán jamás como médico sino más bien como pintor de buenos cuadros. En abril, le pide a su padre formalmente que le permita dedicarse a la pintura. Como era de esperar, en el examen le fue mal.

Finalmente, Gaston Bazille aceptó la vocación de su hijo.

Dejemos hablar al estudiante de Medicina que quiso ser pintor. Te traigo aquí un fragmento de su carta a su madre, desde Honfleur (1ro junio 1864):

Bazille, Cabaña cerca de Honfleur, 1864
(…) “Me levanto todas las mañanas a las cinco y pinto todo el día hasta las 8 de la tarde. Sin embargo, no hace falta que esperéis a que os traiga buenos paisajes.
Hago progresos y eso es todo. Es todo lo que pido, espero estar satisfecho de mí mismo en tres o cuatro años de pintura.
Habrá que volver a París y meterme en esa horrible medicina que detesto cada vez más. No disecamos en esta época, así que no seré más fuerte que antes. Si me va bien, tendré el agrado de encontrarme frente a un examen para el cual me hará falta al menos 6 meses de hospital, es decir, 6 meses de repugnancia, más que otra cosa.
Adiós, querida madre, te abrazo con todo mi corazón, abraza también a papá y a las primas.
F.Bazille”




(1)    Por poco tiempo porque Bazille murió en combate durante la Guerra Franco-Prusiana. Su carrera como pintor duró sólo 5 años.
(2)   En este cuadro el que aparece tocando el piano es Maître. Bazille es el que está en el centro, con su paleta, fácilmente reconocible por su gran estatura.

Puedes ver este artículo anterior

Fuentes: Delafond,M.- Genet-Bondeville, C. Frédéric Bazille. Val d’Aosta, La Bibliothèque des Arts, 2003
Bazille, F. Correspondance. Montpellier, Les Presses du Languedoc, 1992
Traducción: C.del Rosso



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