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jueves, 24 de febrero de 2022

La pata de jamón



Aertsen, Cristo en casa de María y Marta, 1552 (Imagen: KHM)


P. Aertsen, Cristo en casa de María y Marta

Hay cuadros raros, muy raros. Y yo creo que éste es uno de los más extraños. Lo pintó Pieter Aertsen en 1552 y está en el Kunsthistorisches Museum de Viena. No es demasiado grande: 101 x 60 cm, razonable. Pero lo que llama la atención es esa mezcla de cosas: una pata de jamón, un bulto que no se sabe qué es con un clavel, jarra, panes, una despensa y, en un rincón, unas figuritas extrañas…

Si alguien te dice que no entiende el arte abstracto, pues muéstrale éste, a ver si le parece fácil…

En esa época todavía no existían las naturalezas muertas (o “quietas”) como género; sin embargo, Pieter Aertsen era especialista en cuadros de cocinas: era la decoración perfecta para esos ambientes. Alguna vez hablamos de esto, de cómo los artistas para diferenciarse se dedicaban a un “nicho” para poder vender más y no quitarse clientes entre ellos (puedes verlo aquí). Van Mander (te conté aquí quién es este señor) nos dice que era muy alto y que le habían puesto el apodo de “Pedro el Largo”. No nos cuenta mucho más, salvo de su habilidad en este tipo de temas; también nos cuenta de cómo se lamentaba de haber perdido sus pinturas religiosas en un incendio, que murió con 66 años y dejó 3 hijos que se hicieron cargo de su taller (por eso verás varios Aertsen por ahí).

La explicación de este cuadro la encontré en el libro de Stoichita, “La invención del cuadro”, que te recomiendo. Lo que sigue es un resumen de lo que este autor nos comenta.



A ver. Los artistas, por medio de la composición, indicamos la manera en que hay que “leer” el cuadro. Pero aquí es todo confusión, aparentemente. Lo que primero que nos atrae la atención  es una tremenda pata de jamón sobre un aparador, que tiene la puerta abierta, con llave. Esa zona es muy confusa y la vista se nos va hacia la izquierda, a la jarra, al plato con esa bola de no se sabe qué es, e inmediatamente nuestros ojos siguen por las baldosas, guiados por las líneas con su punto de fuga correspondiente, y nos topamos con unas figuras pequeñitas. No se entiende. Tenemos delante una mesa: ¿qué hay más atrás? ¿Es una puerta? Las figuras son tan chicas que parece como si estuviésemos mirando a través del ojo de una cerradura…

Para mayor confusión, el pintor nos puso “Lc.10” en una baldosa (agranda la foto; está en la 3ra baldosa, contando desde el borde inferior del cuadro, al lado de la mesa). Este pasaje del evangelio de San Lucas narra el episodio de la visita de Jesús a la casa de Marta y de María. Ah, entonces vamos entendiendo algo más: allí tenemos a las 2 mujeres, la contemplativa y la activa, junto a Jesús. Hay unos apóstoles, sin identificar, todos alrededor de la fogata de la cocina… y un friso extrañísimo que tiene la siguiente inscripción: “Maria heeft uitvercoren dat veste del”, en holandés, “María ha elegido la mejor parte”. O sea, es una escenificación del pasaje evangélico. Un cuadro dentro de otro cuadro que lo contiene.


Genial, pero ahora ¿qué significa todo lo que tenemos delante? ¿Por qué el pintor no prefirió colocar a las figuras en toda su dignidad, en el primer plano? ¿Para qué esconderlas en una habitación trasera?

Nuestros ojos vuelven a la pata de jamón y ya no la vemos como tal, sino como una pata de cordero, en alusión a Jesús. Nuestra vista baja a la jarra y a los panes: ¿la Eucaristía? Y luego seguimos hacia la izquierda. Nos topamos con ese bulto informe e indefinible. Algunos dicen que es un pan. No, los panes Pedro el Largo ya nos los ha mostrado. ¿Mantequilla? Poco probable. Stoichita nos dice que es levadura, pan en potencia. Y la clave se la da el clavel, que se asocia a la Encarnación de Cristo por su nombre (carnatio, en latín).



¿Y qué pasa con la alacena entreabierta y su puerta con llave? Adivinamos una copa (¿cáliz?) dentro. ¿Son las llaves del Reino celestial?



Revisando la bibliografía, hay algunos que dicen que esa llave es la que nos abre el cuadro, la clave de la interpretación. Sobre la alacena hay una bolsa con dinero: en esa época, el prestamista, el usurero, el dinero en general te alejan de Dios. Más arriba, unas flores en jarrón: según algunos, indican la fugacidad de la vida (no pude encontrar si cada flor tiene alguna simbología en especial, seguro que sí). La pila de papeles, como los libros, también son un memento mori.


¿Y el cartellino con ese signo tan extraño?
Ese es el monograma de Aertsen, así firmaba. (Sobre la cuestión de la firma, pincha aquí).



Cuando llegas a este punto, todo el cuadro se revela de otra manera. Ya no es una despensa cualquiera: es toda una alegoría de lo que está ocurriendo detrás.

¿Y cuál es el primer plano? Por la posición, sin duda, los alimentos, los cuales, en una primera lectura, son alimentos físicos. Pero por la importancia y significación, la escena de Cristo con Marta y María. Sólo a través de ella entendemos el cuadro y re-significa a los objetos dispuestos delante. O sea, que el cuadro tiene una lectura de ida y vuelta. Es lo que se llama una “imagen desdoblada”.

No es el único cuadro de Aertsen en el que utiliza este recurso. Tiene unos cuantos más, que te pongo como ilustración.

Stoichita además nos trae dos obras de Velázquez, para comparar. Según él, es poco probable que Velázquez haya visto el cuadro de Aertsen, pero sí algún grabado.

Velázquez, Jesús en casa de Marta y María, 1618


En “Jesús en casa de Marta y María” tenemos la misma situación. Una criada con una anciana en el primer plano y un pequeño bodegón sobre la mesa. No sabemos quiénes son estas 2 mujeres. ¿Es Marta, que recibe el chisme de que su hermana no está colaborando en los quehaceres de la casa? ¿O la anciana recrimina a la criada porque descuida su parte espiritual? Las 2 escenas son independientes pues no guardan las mismas líneas de perspectiva. En cualquiera de estas 2 interpretaciones tenemos 2 instancias temporales y de espacio, un ida y vuelta. En el bodegón, tenemos una alusión a la multiplicación de los peces y los huevos, a la Resurrección. ¿Ves? Es una “imagen desdoblada”, que nos invita a pensar. ¿Es un cuadro dentro de un cuadro? ¿Son 2 acciones simultáneas? ¿Qué es lo importante? ¿Cuál es el primer plano?

En la 2da obra de Velázquez que menciona Stoichita, la idea es la misma, aunque lo que transcurre detrás es la cena de Emaús. La joven trata de escuchar lo que pasa en el fondo. ¿Está por servir a los señores? ¿O acaba de levantar la mesa? Parece que sí, pues ha dejado escurrir la vajilla.

Velázquez, La mulata, 1618


Como ves, no siempre el primer plano (por posición) es lo más importante. Aertsen plantea una forma diferente de presentar una escena religiosa, llevándonos de lo profano a lo sacro y, a través de la comprensión de lo espiritual, los objetos del mundo se elevan a una nueva significación. En este recorrido, el espectador (si llega a entender este juego) pasa del engaño a la revelación.

Estos son los jueguitos intelectuales de los artistas del Barroco. Puedes quedarte con el cuentito de una naturaleza muerta con pata de jamón y una escena extraña detrás, y no está mal. Pero, si te enfrentas con un cuadro de éstos, seguro que esconde algo más allá, duda de ti y ¡empieza a investigar!

Fuentes:página del Kunsthistorisches Museum Wien

Grosjean, A. “Toward an interpretation of Pieter Aertsen's profane iconography”. En: Konsthistorisk tidskrift/Journal of Art History, Stockholm, nº 43, pp.121-143

Michalski, S. “Fleisch und Geist: Zur Bildsymbolik bei Pieter Aertsen”. En: Artibus et Historiae, Krakow, IRSA, 2001; vol. 22, nº 44, p.167-186

Stoichita, V. La invención del cuadro. Barcelona, Ed. del Serbal, 2000

van Mander, K. Le vite degli illustri pittori fiamminghi, olandesi e tedeschi. Sant’ Oreste, Apeiron, 2000

 


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