La firma del pintor
Durero, Búho, 1508 (acuarela) |
¿Cuándo está terminado un cuadro? Nunca. Matisse iba
a retocar sus cuadros a los museos, para desesperación de los guardias. Leonardo no terminó nunca La Gioconda, sólo la muerte interrumpió su trabajo
en ella. Éstos son sólo unos
ilustrísimos ejemplos.
Firmar un cuadro implica una cierta certeza de dejar de trabajar en él o de darlo por terminado, aunque sea por un tiempo. Pero, ¿para qué firmarlo? Existen miles y miles de obras sin ella. Muchas son anónimas, de las que no tenemos ni idea de quién las creó; otras, simplemente porque el autor no quiso firmarlas, aunque sepamos quién es. El tema no es nada sencillo.
Caravaggio, David con la cabeza de Goliath, 1606 |
Vermeer, El geógrafo, 1606 |
Ánfora de Exequias, sg.VI a.C. |
¿Cuándo se puso por primera vez? Por lo que sabemos, en las cerámicas griegas. En la Antigüedad el artista era un artesano con un don especial, inspirado por las Musas. No era algo usual; sin embargo, conocemos algunos nombres de artistas ilustres, como el de Exequias.
Fray Rufilus, letra R, Códice Bodmer, 200 d.C. |
Los bárbaros arrasaron con todo a su paso y en la Edad Media el arte se volvió anónima. De esa época quedan muy pocos testimonios, citados por otros, trasmitidos por la tradición o bien, porque algunos se atrevieron a poner su nombre. Fray Rufilus se pinta así mismo dentro de la R y firma.
A partir del sg. XV se va haciendo cada vez más frecuente, pues la obra de arte se va convirtiendo poco a poco en un fenómeno individual.
Durero, El martirio de los 10000. 1508 |
Whistler, Nocturno: azul y plata, 1872 |
Durero firmaba con su monograma. Whistler, con un sello con una mariposa, en reverencia al arte oriental
Sánchez Cotán, Bodegón, 1602 |
Carrá, Manifestazione Interventista, 1914 |
Clara Peeters dejaba su impronta en reflejos o en los objetos de sus bodegones.(Si quieres ver sus cuadros, pincha aquí.) Carrá, en su collage Manifestazione interventista, pegó su apellido en una esquinita, recortado de quién sabe dónde.
Holbein el Joven, Retrato de Georg Gisze, 1532 |
A veces el artista pone su firma en un papelillo o en un cartel pintado, que aparece en algún lugar del cuadro, el cartellino. Fíjate en el retrato de Holbein: ¡hay unos cuantos!
Gysbrechts, El taller del pintor, 1670 |
o en El taller del pintor del maestro del trampantojo, Gysbrechts: no sólo pone su papelillo firmado y su autorretrato, sino su paleta, cuadros... todos, atributos del pintor.
Velázquez, La rendición de Breda, 1634 (Las lanzas) |
Velázquez colocó el papelito en Las lanzas, pero nunca lo firmó: no hacía falta. (Una firma ausente: ¿la mejor?)
El reverso del lienzo también es
un lugar apropiado, y da pie a más especificaciones como fecha, número de
inventario, técnica, hora o estación del año en que se lo pintó…
van Eyck, El matrimonio Arnolfini, 143 |
Una firma puede incluso darnos la pista del sentido de la obra. En El matrimonio Arnolfini, van Eyck firma con una inscripción en la que declara haber estado ahí presente, como testigo del suceso del cuadro (y aparece reflejado en el espejo). Duchamp cambió la historia del arte contemporáneo firmando su “Fuente” como R.Mutt.
Broodthaers, Serie: Firmas I, 1969 |
Y la vuelta de tuerca: pintar un cuadro sólo con tu firma. Broodthaers lo hizo: ¿la repetición hace que pierda valor, que la cosifique, como hacía Warhol? ¿O de tanto repetir se afirma el yo del artista?
¿Qué te parece? ¿Firmamos o no
nuestros cuadros?
Fuentes: Honour, H.-Fleming, J. Weltgeschichte der Kunst, Munich, 1983
Laneyrie-Dagen, N. Leer la
pintura. Barcelona, Larousse, 2010
Stoichita, La invención del
cuadro. Barcelona, Ed. del Serbal, 2000
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