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jueves, 10 de noviembre de 2016

Cambio de planes

Hubo cambio de planes. Tenía una reunión cerca del Paseo del Prado. Llovía con todo, era imposible caminar entre charcos y paraguas que van y vienen. Me enteré al llegar de que la reunión se hacía más tarde: me habían avisado, pero yo no había visto el mail. “¿Y qué hago ahora?” Tenía que hacer tiempo.

Renoir, Mujer con sombrilla en un jardín, 1873

Ya me conoces: me metí en el Thyssen a ver la expo de Renoir.

¿Qué pasa este año con tanto Renoir? En la Fundación Mapfre de Barcelona y en el Thyssen. ¿Es la respuesta al movimiento “Renoir sucks at painting”? (Si te lo perdiste, mira este link)

Vale, da igual. Aquí está para que lo disfrutemos.

Renoir, Baños en el Sena (La Grenouillière), 1868
La expo del Thyssen no decepciona, es muy completa: abarca todas sus etapas creativas y todos los géneros, aunque se echa de menos algún cuadro más de flores. Ahí tienes paisajes puramente impresionistas, con pinceladas cortas, variadas y de colores puros, tratando de representar el movimiento del agua en la Grenouillière (con Monet a su lado haciendo lo suyo); retratos vaporosos, como si fueran hechos al pastel; retratos de grupo, en interiores, o una montaña de Sta. Victoria, cuya pincelada te hace pensar en Cézanne

Renoir, Almuerzo en el restaurante La Fournaise, 1875



Sus cuadros te hacen recordar texturas, transparencias, perfumes, gestos y miradas. Nos parecen viejos conocidos de tanto verlos, pero estoy segura de que en ellos encontrarás siempre algo nuevo.










Renoir, Mujer al piano, 1875
Las mujeres somos coquetas, nos peinamos, nos hacemos trenzas, nos miramos en el espejo, pero también leemos libros o el periódico, tocamos el piano o la guitarra, bordamos o cosemos y paseamos por jardines. Todas estamos ensimismadas en nuestras actividades (¿o en nuestra propia condición de ser mujer?)


Renoir, El libro de figuras, 1895






Y los niños, ¡con cuánto cariño los pinta!







Renoir, Monet leyendo, 1872


Monet está presente con su retrato leyendo el diario y fumando en pipa y también su esposa Camille, reclinada en el sofá. Sus hijos, su esposa, Gabrielle (su modelo) están también como parte de su universo personal. Y los retratos de encargo, muy diferentes entre sí, pero con la constante unificadora de su idea de composición y vibración del color. 







Renoir, Mme. Monet leyendo, 1874
Sorprende lo rico en color que son sus fondos o las texturas de la vestimenta de sus personajes. Sorprende la soltura en que pasa de lo definido a lo indefinido, cómo representa a los objetos (una mesa, un piano…) sin necesidad de líneas y, sin embargo, están ahí, con todo su volumen y peso. Y cómo en una mancha indefinida y evaporada no sólo está prestando atención a la forma sino también a las sombras.




Renoir, Paisaje en La Roche-Guyon, 1887

Es un pintor que te puede gustar o no. Las opiniones están divididas. Pero nadie pasa de largo. Hay algo de alegría de vivir, de plenitud en todos esos cuadros. Me puse a copiar en mi libretita uno de sus paisajes, quería descubrir su secreto. Lástima: Monsieur Renoir estaba allí, presente en cada trazo y en la idea de sus cuadros, pero mudo y sordo a mis preguntas.





Salí del Thyssen y seguía lloviendo. “¿Y ahora qué hago?” Vi la silueta del Museo del Prado y allí fui. Quería ver la exposición de Clara Peeters, una pintora del sg. XVII, o sea, barroco flamenco.

Peeters, Mesa, aprox.1612
Peeters, Mesa, aprox. 1612
Las pintoras somos muchas, pero no se nos ve ni se nos oye. No estamos en las enciclopedias ni en los museos. Si alguna logró inmiscuirse en ellos, ésa es Clara Peeters.

El Museo del Prado tiene 4 cuadros suyos. Estuvieron siempre ahí. Ahora se ha convertido en la primera mujer a la que el Museo le dedica una exposición propia. ¿Se lo merece? No tengas la menor duda.


Peeters, Bodegón, aprox. 1612 (Wikipedia)

Las mujeres no debían pintar, era tarea de hombres, y ya bastante tenían ellos con lograr que el oficio fuera considerado un arte, no una artesanía. De ella se sabe muy poco, pero es muy probable que fuera hija de un pintor y que su padre le enseñara el oficio para que heredara los secretos de su taller.






Peeters, Naturaleza muerta con pescados, sg. XVII (Wikipedia)
La exposición consta de sólo 16 cuadros (15 de Peeters y uno de Brueghel el Viejo y Rubens, “La alegoría del gusto”). Pensé que la podía ver en un ratito, pero no. Te atrapan y ves uno y otro y los vuelves a ver para no perderte detalles. Son todas naturalezas muertas: ella pintaba lo que podía pintar, lo que era parte de su mundo. No podía pintar figura humana, no lo tenía permitido. Así revela un mundo cotidiano a través de diversos objetos que aparecen una y otra vez. Hay flores, presas de caza, manjares exóticos y vajilla lujosa. ¿Es ella de clase social alta? ¿O son retratos de sus clientes a través de sus objetos y comidas?

Peeters, Naturaleza muerta, sg. XVII (Wikipedia)
Los objetos no son intrascendentes, tienen un significado más allá de su presencia, como era usual en la pintura de su época. ¿Podemos entender hoy sus alegorías? ¿No se nos estará escapando algo? Los manjares que vemos, ¿sólo tienen una intención testimonial, costumbrista, o son signo de lo pasajero de esta vida? ¡Interesantísimo ver cómo eran las comidas en esa época!

Algunos cuadros están firmados sutilmente: aparece su nombre en un cuchillo (¿un regalo de bodas?), en dulces que forman su inicial o se retrata en los reflejos de los metales.
La técnica: impecable. Sólo basta ver cómo se las apaña para lograr el adamascado de un mantel con pliegues en tonos grises.

¿Quién era Clara? ¿Lo sabremos alguna vez? Por el momento, sólo nos queda tratar de adivinarla en sus cuadros, en la imagen borrosa de sus pequeños autorretratos.

Peeters, Naturaleza muerta con quesos, almendras y pretzels, sg. XVII
(Wikipedia)

Si puedes, no te pierdas estas exposiciones. Clara Peeters está en el Prado hasta el 19 de febrero de 2017. Renoir está en el Thyssen de Madrid hasta el 22 de enero de 2017. Y si no llegas, ¡hay una segunda oportunidad en el Museo de Bellas Artes de Bilbao!

"Renoir entre mujeres" en la Fundación Mapfre de Barcelona termina el 8 de enero y luego se traslada a Bilbao. Vale la pena verla: la joya de la exposición es “El baile en el Moulin de la Galette”, que analizamos en nuestro primer artículo, hace mucho tiempo ya… (Un poco de nostalgia: pincha aquí.) ¿Vamos?

Renoir, Campo de trigo, 1879






Este artículo también lo puedes leer en lacasaartica.com

5 comentarios :

  1. Agendáme para Bilbao, vamos juntas?

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    1. Bueno... Pero mándame un mail, porque los anónimos no van a exposiciones... (Es un chiste, eh?)

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  2. Qué suerte que haya llovido en Madrid. Así salió este comentario de Cristina.

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  3. Hola Cristina! Los críticos comentan que la exposición de la Fundación Mapfre supera con creces la calidad artística de la exposición del Museo Thyssen, que se centra en la época artrítica del pintor. Qué opinión tienes? Has podido ver la de Barcelona?

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    1. ¡Gracias por tu comentario! He visto las dos exposiciones. Yo no diría que una es mejor que la otra, pues son diferentes. La del Thyssen abarca todas las etapas creativas de Renoir; la de la Fundación Mapfre presenta retratos de mujeres, con algún cuadro más de flores, y la mayoría son de la última época del artista. A mí me pareció mejor la del Thyssen, porque es más completa y hay más cuadros de estilo impresionista (que es lo que me gusta a mí), pero la de la Fundación Mapfre también está muy bien y merece la pena verla. ¡Y es siempre un placer volver a ver Le Moulin de la Galette! ¡Un esfuerzo enorme haberlo traído a España!

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