Fernand Léger fue el que dijo
esto. Puede sonar extraño hoy en día y hasta políticamente incorrecto.
Pongámoslo en contexto.
Léger tuvo formación de arquitecto y pronto se entusiasmó con la pintura.
En sus comienzos pintaba a la
manera impresionista, pero hubo 2 factores que le abrieron un mundo diferente:
una exposición de Cézanne y las investigaciones de Picasso y Braque en el
cubismo. Sin embargo, él quiso andar su propio camino.
Pero llegó la 1ra Guerra Mundial,
fue llamado al frente y allí descubrió otro mundo, muy lejano a su realidad
cotidiana. Le fascinaron las máquinas de guerra, los cañones, el brillo del
metal… Y comenzó a llevar esta idea de la máquina a sus figuras: las articuló
como tubos. El hombre-máquina, la deshumanización de nuestra sociedad, la guerra
como fenómeno que borra individualidades, etc. Pronto los críticos llamaron a
su estilo “tubismo”: poco originales, la verdad, y además, un nombre para un
estilo que sólo él llevó adelante.
Un ataque con gas mostaza lo
envió al hospital. Allí se entretuvo dibujando a sus compañeros soldados, que
estaban enfermos como él. Durante su convalecencia pintó “Soldados jugando a
las cartas”.
Este año se conmemoran los 140
años de su nacimiento. Buena ocasión para que contemplemos juntos este cuadro
suyo.
Fuentes: Lanchner, C., Fernand Léger. New York, MoMa, 2010
Néret, G., Fernand Léger. New York, BDD, 1993
Si quieres profundizar más sobre estos temas tienes estos artículos anteriores:
La geometría que cambió al arte: sobre la carta de Cézanne a Bernard
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