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jueves, 11 de noviembre de 2021

Pintar la piel

Sargent, Mesa de comedor por la noche, 1884

 

Uno de los desafíos más grandes cuando empiezas a pintar es el retrato. Seguro que algún familiar o amigo te pide que pintes a su bebé recién nacido o a su novia, a su mamá… En el retrato se conjugan todas las habilidades de un artista: composición, proporciones, habilidad para el dibujo, para el color y para el manejo del pincel; expresión, fidelidad al modelo… etc., etc. Y lo peor que puedes hacer es copiar una foto. A veces no se puede: ¡cuántas veces en la Historia de la Pintura se han hecho retratos póstumos!  Pero si tienes la posibilidad, ¡trabaja con tu modelo posando!

Della Francesca, Los duques de Urbino, 1465

Sí, ya sé, esto es muy difícil. Pero todo es práctica y más práctica. En el género del retrato lo primordial son las proporciones y esto se domina sólo con mucho ensayo-error. Un ejercicio formidable es dibujar los personajes que ves por TV, rápidamente, antes de que te cambien la escena. No sabes cuánto se aprende de esta manera.

Ingres, Mme. Leblanc, 1823

¿No se te da bien el dibujo?
No pasa nada: practica pintando, quiero decir, dibuja pintando. A mí me resulta más, pero, bueno, cada uno sabe por dónde le aprieta el zapato. Hay artistas que, si no tienen todo perfectamente controlado desde el principio con un dibujo base, no se sienten seguros. Otros sólo ubican las figuras en el lienzo sin detallar demasiado y las formas van surgiendo a medida que se van agregando las capas de pintura. Las dos maneras son válidas.






¿Y qué hacemos con la “carnación”? Así llamamos técnicamente a la coloración de la piel.

Géricault, Estudio para retrato,
1818

No hay un único color de piel.
Ya no en cuanto a las diferentes razas, las que, por supuesto, requieren distintas mezclas de colores, sino que incluso dentro de una misma raza (o familia) no hay 2 pieles iguales. Por eso no existen fórmulas fijas para llegar a estos colores. Tienes que observar bien a tu modelo y lograr el color que corresponda en cada caso. Y demás está decir que comprar un tubo de “color carne” es una estafa. Bueno, de algo te servirá, pero con esto no solucionarás este problema.






Por otra parte, depende también del entorno y de las condiciones de luz. Por ejemplo: si tu modelo está en una habitación empapelada de rojo, su piel participará de la atmósfera que lo circunda. Si está a pleno sol, su piel brillará como nunca.

Pero si está en la sombra de un jardín, los matices podrán ser malvas, azules, verdes… y nadie pensará que tu personaje está enfermo o algo por el estilo. 

Sorolla, Mi mujer y mis hijas en el jardín, 1910


Maris, La cocina, 1859

Si tu modelo está ubicada en una habitación en penumbras, su carnación se mimetizará con el ambiente (parece obvio, aunque no lo es tanto). Y, aunque a tu figura le destines un fondo neutro, su color también influirá en su apariencia. (¿Recuerdas lo que hablamos sobre interacción del color? Lo vimos aquí.)






Enjolras, Lectura junto a la 
lámpara, sg. XIX

¿Y qué pasa con la luz artificial?
Depende. Hoy tenemos luces de todo tipo, frías, neutras, cálidas, cálidas amarillas… Hay focos que dan una iluminación muy dura, con sombras muy marcadas, con lo cual se exageran los rasgos de la persona. ¿Hay que buscar una luz más suave o cálida? Depende del efecto que quieras lograr. Experimenta con distintos tipos de luces y verás cuál te viene mejor. Ésa es la ventaja: que puedes cambiar el tipo de luz a tu gusto. 








Sargent, Clavel, lirio, lirio, rosa, 
1885

La luz natural,
aún siendo la mejor opción, tiene la desventaja de que no es constante: si empiezas a una determinada hora y con ciertas condiciones atmosféricas, deberás esperar a esa misma hora todos los días y rogar que el clima se mantenga. Como le pasó a Sargent con este cuadro, pintado en los últimos minutos del crepúsculo (y valió la pena).









Cézanne, Autorretrato, 1879

Otra consideración: la piel no tiene un tono uniforme.
Observa tu mano y fíjate cuántos tonos diferentes tiene. (Te enseñé a pintar las manos en La Cámara del Arte.) En estos diferentes matices intervienen no sólo el tono base, sino también el de las venas, lunares, luces y sombras de músculos y huesos. ¿Hay que saber anatomía? No necesariamente, pero es bueno comprender la estructura subyacente del cuerpo humano: te facilitará muchísimo las cosas.








Las luces y sombras dependerán del entorno. El brillo más alto se pinta con blanco. Normalmente pintamos con blanco de titanio. Para los retratos se suele aconsejar el blanco de zinc, pues tiene una tonalidad más cálida, pero no hay que abusar de él, pues termina agrisándose. Lo ideal es usar los 2; incluso algunas marcas te venden el “blanco mezcla”.

Matisse, La línea verde, 1905

Básicamente, en el color de la piel
interviene el carmín (el color de la sangre), ocre o algún tierra o amarillo de Nápoles (otro que hay que usar con cuidado), blanco y un color frío, ya sea verde (esmeralda o vejiga) o azul. Estos colores fríos son subtonos que se transparentan a través de la piel, los de las venas. ¿Venas verdes? ¿Dónde viste eso? Pues sí, hay personas en que las venas, según sea el tono de su piel, se ven verdes. También se usa el verde en el caso de atmósferas grisáceas o frías. Pero, si revisas la infinidad de retratos que existen en la Historia de la Pintura, verás que en el fondo esto de usar verde o azul en las carnaciones es sólo una cuestión de estilo o de gusto.






Dependiendo del entorno, se puede usar cualquier otro tono cálido que no sea el carmín: un rojo de cadmio o un tierra siena tostada. Los tierras, en general, sirven para pintar las sombras de la piel. El negro no, por favor: ensucia demasiado el trabajo.

Velázquez, La Venus del espejo, 1648


Las proporciones de cada color en tu mezcla deberás verlas según tu modelo. Si tiene piel morena o negra, deberás aumentar la cantidad de tierras y azules.

Rembrandt, Autorretrato con 2 
cadenas, 1642

Y, por supuesto, difumina los rasgos siempre,
con el pincel, un paño o simplemente, con el dedo. No es cuestión de emular el sfumato de la sonrisa de La Gioconda, que ya sería demasiado, sino más bien evitar líneas: estás pintando, no dibujando.

Te he puesto ejemplos notables de carnaciones de la Historia de la Pintura. No hay como un Rembrandt, Ingres, Velázquez y tantos otros… De estos grandes maestros se aprende muchísimo.







Te presento aquí algunas de mis mezclas. Espero que te sirvan.

1) Azul ultramar, amarillo de Nápoles, carmín y blanco


2) Azul ultramar, ocre amarillo y tierra de Siena tostada 



3) Azul ultramar, ocre amarillo, carmín y blanco


4) Azul ultramar, ocre amarillo, tierra de Siena tostada y blanco


5) Verde esmeralda, ocre amarillo, carmín y blanco


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