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Sargent, Scuola di San Rocco, Venecia, 1903, acuarela |
Las acuarelas de John
Singer Sargent
Hace unos días tuve una
conversación muy entretenida sobre la amistad entre Sorolla y Sargent con una
persona que había asistido a una de mis charlas. Terminamos hablando sobre las
acuarelas de Sargent.
Me quedó el tema en la cabeza
varios días. Fui a revisar mis libros sobre este artista y me quedé mirando
largo rato sus acuarelas. Madre mía, qué talento. Después de él no hubo más que
hacer, superó los límites de la técnica.
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Sargent, Tirol, 1914, acuarela |
Y, revisando una y otra imagen de mis archivos, se me ocurrió ordenarlas por fecha de creación. Así fue apareciendo una sucesión de cuadritos, creados en distintos lugares, como un diario de viaje.
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Sargent, Escudo de Carlos V,1912, acuarela |
En tantos años del blog hablamos muy poco sobre la acuarela. No es que no me guste. De hecho, yo empecé a pintar por allí (supongo que es el camino de muchos) hasta que me inicié en el óleo y no lo dejé más. A la acuarela le tengo mucho respeto, pues es una técnica muy difícil, que requiere de mucho oficio y que es tan poco valorada. Ya sabes, sobre papel, complicada de exponer y de conservar, y, como se hace en un ratito, se vende a precios muy bajos. Como si la maestría de un artista se midiera por los minutos que empleó en pintar su cuadro.
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Sargent, Vista desde la ventana del hotel, Génova, 1911, acuarela |
El caso es que es muy raro encontrar en la Historia de la Pintura artistas que sean buenos tanto en óleo como en acuarela, dado que son técnicas totalmente opuestas. Turner es uno de ellos: pintó alrededor de 19000 y cada vez que salía de viaje ya las tenía vendidas de antemano; todo el mundo sabía que iba a traer maravillas. Y el otro, Sargent.
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Sargent, Caimanes, 1917, acuarela |
Que se lo pasaba viajando. ¿Huyendo? Quizás. Cuando era niño, su familia cambiaba de residencia cada 6 meses. Nunca se sintió aferrado a un lugar determinado. Se estableció en Londres, donde desarrolló su carrera como retratista. En los veranos huía de los clientes y de Inglaterra y se dedicaba a recorrer el mundo con sus pinceles. No iba solo, siempre tenía compañía de amigos o familiares. Cada ocasión podía ser el pretexto para ponerse a pintar y la acuarela era lo más práctico (aunque también pintaba mucho al aire libre con óleo). Digamos que se embarcaba como en un safari de pintura, a la búsqueda de motivos para sus cuadros.
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Sargent, Palazzo Grimani, 1907, acuarela |
Así es como podríamos hacer con sus acuarelas un diario de viaje interminable. Pintó alrededor de 2000. Para él eran estudios, bocetos, no dignas de ser mostradas o puestas a la venta. Tuvieron que convencerlo para que hiciera una exposición en la Royal Watercolor Society en 1904. Muchas las regalaba a sus amigos y es por eso que están repartidas por muchos museos (el que tiene la mejor colección de sus acuarelas es el Museo Brooklyn).
Una compañera de viaje, Miss
Wedgwood, contó cómo era su día de trabajo: desayuno a las 7.30 y trabajo todo
el día hasta que cayera el sol. A veces, una excursión; siesta después de
almorzar. Después de la cena, jugar al ajedrez, tocar el piano e ir a la cama
tempranito. Si su hermana Emily viajaba con él, ella se sentaba a leer a su
lado, mientras él pintaba. Leer y escribir cartas, sólo si el clima no
acompañaba.
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Sargent, Emily y Dolores en el Generalife, s.f. |
Pintaba desde su ventana de hotel, al aire libre y navegando en las góndolas de Venecia. O mientras cruzaban los Alpes. Cualquier motivo era válido: desde el escudo de Carlos V, las bases de una columna, las flores en el pasto, los caimanes de Miami o retratar a sus compañeros de viaje durmiendo la siesta.
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Sargent, Peter Harrison, 1905, acuarela |
La acuarela le permitía captar
una escena rápidamente. Era lo más práctico: según sus palabras, lo que se
podía hacer en un caso de “emergencia”. Cuentan que también sacaba fotos para
fijar el momento. Esas manchitas terminaban siendo postales de viaje, regalos
de matrimonio, tarjetas de Navidad…
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Sargent, Corfú, luces y sombras, 1909, acuarela |
Llevó esta técnica a otro nivel (perdón, Mr. Turner); hay que estar muy seguro de lo que se quiere y dominarla perfectamente como para llegar a estos resultados. Con las transparencias propias de la acuarela trabaja los efectos de luz. Usa esponjas para quitar el exceso de agua, pinta húmedo sobre húmedo y húmedo sobre seco. Enmascara con cera para dejar libre el blanco del papel. Cuando el blanco necesita matices, lo cubre con aguadas de color imperceptibles. O retoca con gouache blanco. Raspa lo que no le interesa, deja a la vista el lápiz. Trabaja con pincel seco para representar texturas. Todo le viene bien para expresarse.
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Sargent, Barcos blancos, 1908, acuarela |
Por supuesto, le llovieron las
críticas. Fry, el crítico americano, opinaba que no había que buscar en estos
cuadritos una obra de arte, sino tomarlos como ilustraciones o informes de otra
cosa y que parecen ser postales de turistas de clase media, a las que les falta
glamour y están llenas de superficialidad. Ok. Qué le vas a hacer.
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Sargent, Fuente en los jardines Boboli, Florencia, 1907, acuarela |
La mayoría son del tamaño del bloc de viaje, de 30 x 20 cm, y algunas, hasta de 40 x 50 cm. Fácilmente transportables en el baúl de viaje.
Podemos ver a través de sus ojos
paisajes de España, de Egipto, de Grecia, de los Alpes, de la costa Este de
Estados Unidos, de Medio Oriente y de toda Italia. En especial, de Venecia.
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Sargent, Jerusalén, 1905, acuarela |
A Venecia llegó por primera vez en 1899. Se alojó en el Palazzo Barbaro, que era propiedad de unos amigos suyos, los Curtis. Los inmortalizó en su “Interior veneciano”, que a la señora de la casa no le gustó demasiado por la pose desenfadada de su hijo (y por cómo la retrató, seguro). Nos dejó unos cuantos óleos de escenas costumbristas de la ciudad y también cientos de acuarelas, de todo lo que se te ocurra. Volvió a Venecia casi todos los veranos. A Santa Maria de la Salute la llegó a pintar hasta 12 veces.
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Sargent, Interior veneciano, 1899 |
Muchas de estas acuarelas están pintadas desde la góndola. Nos muestra fragmentos de paisajes, reflejos, detalles de arquitectura. Es un ojo que está deteniéndose en esos detalles, fragmentos de una realidad, que, si los juntáramos, tendríamos un puzzle maravilloso de la Serenísima. Claro, la gente no lo molestaba en el agua. Me lo imagino divagando por los canales, con el gondoliero y bocetando, captando el motivo en pocos minutos.
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Sargent, Río de Santa María Formosa, 1905, acuarela |
Sin embargo, no son vedute, como las de Canaletto y como ésas típicas de Venecia que circulaban por ahí. En eso Fry se equivocaba: no son postales para turistas de clase media… para nada.
Ojalá te las pudiera mostrar
todas. Cada una es una joya. Cada una es una ocasión de aprendizaje.
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Sargent, Fuente en los jardines de La Granja, 1912, acuarela |
Qué injusticia que las acuarelas
se vendan a un precio tan bajo…
Si te quedaste con ganas de leer
más sobre Sargent, te dejo por aquí artículos anteriores:
Paseando por los jardines de Sargent
Fuentes: Fairbrother, T. John Singer Sargent.
New York, Harry N. Abrams, 1994
Olson, St. John
Singer Sargent. London, Barrie & Jenkins, 1986
Varios. Sargent/Sorolla.
Madrid, Turner- Colección Thyssen-Bornemisza, 2006
Qué talento!! maravillosas acuarelas
ResponderEliminarRealmente, un genio de la acuarela!
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