Sargent, Aeroplano derribado, 1918, gouache y acuarela |
La pintura como testimonio
No es fácil hablar de estos temas en el contexto actual. Este artículo lo
había empezado a preparar en octubre del año pasado. Un nuevo frente de guerra: no me pareció apropiado sacarlo en esa oportunidad.
Revisando los artículos pendientes pensé en que, aunque tampoco es buen
momento ahora mismo, tampoco ayuda mucho no hablar de la guerra.
Hoy te quiero traer la actividad de los pintores como corresponsales de guerra. Actualmente todo es más fácil: todos llevamos encima una cámara y somos potenciales periodistas de cualquier evento que se nos cruce por el camino. Pero hasta que las cámaras no fueron realmente portátiles, el testimonio de los sucesos bélicos se hacía sólo a través del pincel de artistas que eran enviados al lugar.
Sargent, Calle en Arras, 1918, acuarela |
Ha habido muchos y muy famosos, en diferentes épocas y diferentes conflictos: Otto Dix, Tom Roberts, Arthur Streeton, Henry Tonks, Graham Sutherland, L.S.Lowry… y algunas mujeres, tales como Lady Butler o Laura Knight. (Si pinchas en los nombres, puedes ver los artículos donde los hemos mencionado; algún día te contaré la historia del resto.)
Por supuesto, en esta lista falta John Singer Sargent. (De él te hablé por aquí, por aquí y aquí.aquí.) Realmente, de Sargent uno se queda con la idea de un artista
elegante (que lo era), gran retratista, un acuarelista genial… pero, ¿guerra?
Como que no cuadra con su imagen.
Sargent, Estudio para "Gaseados", 1918
Tampoco es que se lo pueda vincular como partícipe de la defensa de algún
país. Era estadounidense, nacido en Florencia, vivió toda su vida entre París y
Londres y con constantes viajes de búsqueda de motivos para pintar. No se
identificaba con su país (y tampoco con ningún otro), aunque no renunció a su
nacionalidad: simplemente, era un cosmopolita, un hombre de mundo con todas las
letras.
Sargent, Truchas en el Tirol, 1914
Tal es así que, cuando estalla la 1ra Guerra Mundial, en 1913, su vida no
había cambiado demasiado. Andaba por el lago Garda en Italia, pintando,
nadando, jugando al tenis y al ajedrez y leyendo mucho. Cuando vuelve a
Londres, su hermana Emily estaba colaborando en tareas de enfermería. En julio
de 1914, como todos los veranos, sale de viaje nuevamente. Todos le advertían
que no era lo adecuado. No se sabe si subestimó el problema, si no vio el
alcance del conflicto: Sargent partió al Tirol, como lo tenía planeado. Viajó,
como siempre, con su asistente Nicola, Adrian Stokes (pintor) con su señora y
criada y el teniente coronel Armstrong (pintor amateur). Mala idea. El 28 de
julio Austria le declara la guerra a Serbia.
Sargent, Dos soldados en Arras, 1918
Les confiscaron todos los caballos y mulas, indispensables para andar por
los Alpes. No tienen pasaportes y tramitarlos no es tarea fácil. Durante 2
meses no se supo qué les había pasado, pues sus cartas eran interceptadas.
Armstrong y Stokes, al entrar Inglaterra en la guerra, fueron considerados
enemigos. Les confiscaron las pinturas. Vía embajadas consiguen comunicarse con
las familias; mientras tanto, Armstrong, al ser militar, es detenido, y cuando
lo liberan no se le permite permanecer en Austria y debe volver. Sin embargo,
el resto decide quedarse y seguir pintando, mientras Sargent tranquiliza a su
hermana, diciéndole que todo va bien. Finalmente, logra regresar en noviembre,
una semana después de lo previsto.
Sargent, No robarás, 1918 |
Cuando vuelve a Londres, el Ministerio de Información lo llama y le pide
que sea pintor de guerra. Su misión era pintar un cuadro de 6 x 3 metros, que
mostrara la cooperación entre Gran Bretaña y USA. Finalmente, se echan atrás y
le encargan que muestre la realidad de la guerra.
Sargent acepta sólo porque le da la sensación de estar perdiéndose algo.
Finalmente, viaja en julio con Henry Tonks, con todos los bártulos para pintar.
Sargent estaba muy excitado por la nueva experiencia, pero para los mandos a
quienes debía obedecer era un verdadero problema pues no tenía ni la menor idea
de lo que es un ejército. Mr. Sargent, decían, es muy refinado y elegante y le
pueden hacer cualquier cosa. Tan poca idea tenía que una vez preguntó si la
guerra paraba los domingos. Tonks intentó enseñarle los grados militares,
infructuosamente. Así fue como lo protegían entre todos.
Sargent, Henry Tonks, 1918, lápiz
En ese contexto busca el motivo para su cuadro. Hace bocetos en acuarela
de fábricas destruidas, de las trincheras, de los soldados… Las bombas explotan
por todos lados y él, con su sombrilla blanca… a la que le ordenaron camuflar
enseguidita. No encontraba el qué para su cuadro. Se quejaba de que necesitaba
mucha gente y, obviamente, los soldados no estaban disponibles para posar para
él. A Tonks le habían pedido un tema médico, pues antes que pintor había sido
cirujano.
Tonks, John Singer Sargent, 1918
Finalmente, allí estaba su motivo, en Doullens: una hilera de soldados
intoxicados por gas mostaza, marchando hacia el hospital de campaña,
desorientados. El sol del atardecer, difuminado por la atmósfera amarilla que
dejó la estela mortífera. En el fondo,
un grupo de soldados juega al fútbol. En el cielo, a lo lejos, los aviones
combatiendo.
Vuelve a Londres en octubre, después de 3 meses en el frente.
Allí termina en 4 meses “Gaseados”, el testimonio de un nuevo tipo de
combate, el de las armas químicas. Le pagaron 600 libras y él corrió con los
gastos, pues consideraba un honor haber contribuido de alguna manera con su
país de adopción.
El plan era colgarlo junto a las
obras de los otros corresponsales en el Hall of Remembrance, un espacio en
honor a los caídos, que había que construir especialmente. Su cuadro era
demasiado grande y hubo que achicarlo en los lados. El museo nunca se
construyó. El cuadro de Sargent quedó como símbolo del sinsentido de la guerra.
Actualmente se encuentra en el Imperial Museum of War, en Londres.
Fuentes: Fairbrother, T. John Singer Sargent.
New York, Harry N. Abrams, 1994
Olson, St.
John Singer Sargent. London, Barrie & Jenkins, 1986
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