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jueves, 31 de octubre de 2024

Cómo los colores te hacen sacar la tarjeta de crédito

 


Compramos con colores


En este mundo infinito de productos, que nos ofrecen a cada segundo para que nos convirtamos en clientes reales (y dejemos de ser “potenciales”), es fundamental una estrategia que haga que saquemos la tarjeta de crédito. El “marketing” no se reduce a una sola técnica: nos atacan por varios flancos, pero, sin duda, el más efectivo es acudiendo a las emociones: miedo, sorpresa, curiosidad, envidia, lástima… lo que se te ocurra. (Sobre emociones y colores, pincha aquí.)


Sin embargo, en la publicidad o el “marketing” visual
, un papel importantísimo lo juegan la simbología y la psicología del color (en la radio, como que no). El color está en todas partes, no sólo en el arte, sino también en la ropa que te pusiste esta mañana, en la mesa y vajilla donde desayunaste, en la toalla de tu ducha, en el color de tu auto o en el embalaje del paquete que te acaba de llegar. El color tiene un impacto tremendo en nuestro día a día. Ni lo pensamos, porque ya es parte de nosotros. Pero imagínate la importancia que tiene cuando una empresa quiere colocar su producto en la estantería del súper y que se destaque de los demás. O que en una página web te aparezca un anuncio que te llame la atención y te saque de lo que estás haciendo. (No sé si este tipo de anuncios hará que la gente compre u odie el producto, pero algo debe de haber, pues las empresas gastan mucho dinero en estas cosas.)

En fin, gran parte del “marketing” se centra en el color. Dicen que un 98% de las compras se hacen influidas por este detalle. A ver, si quieres comprar en el súper, p.ej., un detergente para ropa, te darás cuenta enseguida de cuál es el pasillo correspondiente por la preponderancia de azules y blancos. Un producto de lujo se identifica por el negro, el plateado o el dorado (el violeta para las joyas). Un auto, un teléfono plateado o negro, se percibe como de mayor calidad.

Ford T, 1908


Hablando de autos: los colores que más se venden son el blanco, el negro y el plateado -salvo que tengas un Ferrari, claro. Henry Ford lo tuvo clarísimo: su Ford T debía ser negro, signo de elegancia y de lujo. Te reto a que mires cuáles son los que más frecuentemente ves por la calle, sin chocar, por favor.

Ferrari


Unas letras doradas en el nombre de la marca levantan la percepción de su calidad a otro nivel. Una lapicera dorada se entiende como de lujo. ¿Y por qué no podría ser roja o amarilla? Como poder, se podría, pero no la asociaríamos con algo de calidad, con algo por el cual se justifique que nos cobren un precio con muchos ceros. Con los electrodomésticos pasa más o menos lo mismo: blancos, para mostrar pureza y limpieza, o cromados, para destacar su tecnología. Por supuesto que los hay de otros colores: en verde menta, en rojo… pero son sólo modas, que caducan muy rápidamente, y nadie quiere arriesgarse a tener que soportar durante años a una lavadora amarilla. En cambio, una cafetera puede ser blanca, negra o roja, y ésta última es la más elegante de todas: nos evoca el aroma del café. ¿Y los champúes? ¿Has visto la variedad de colores de sus envases? Para cada tipo de cabello o necesidad, un color diferente. O los jabones. Lo mismo pasa con las distintas clases de leche: azul, verde y rojo.



Estas decisiones se toman en segundos. Nadie se pone a pensar en la calidad del producto por su color, pero la primera impresión hace que nos decantemos por uno o por otro.

Las diferencias culturales también influyen y es un detalle que las marcas deben tener en cuenta: p.ej., los scooters de Honda son negros, pero, para introducirlos en la India, tuvieron que fabricarlos con muchos colores, pues el negro allí es de mal augurio. Lo mismo con McDonald’s: su logo es rojo y amarillo, pero en los lugares en que la empresa es muy resistida, como en algunos países de Europa, tuvieron que cambiarlo por el verde, para sugerir que su menú es sano y natural.



En cuanto a diferenciación de edades o sexos, los hombres prefieren colores más oscuros; los niños, los colores puros (basta con darte un paseo por una juguetería o una dulcería…) y las mujeres, los colores más suaves.



El color también tiene influencia en la percepción del sabor. Haz una prueba: pon el mismo café en tazas de distintos colores y haz una cata, sin develar el secreto, con distintas personas. Una taza negra hará que el café se perciba sin sabor; en una roja, muy aromático; en una blanca, dulce, y en una amarilla, ácido. El café no ha variado. (Las cápsulas de Nespresso siguen este principio.) Los paquetes de café suelen ser rojos; si es descafeinado, verde. Todo lo estimulante es rojo, como la Coca-Cola.



¡No por nada a ciertos alimentos se les agrega colorantes! (Te debo un artículo sobre el tema.)



El embalaje, el “packaging”, en este contexto tiene una importancia tremenda. Para un producto al que hay que posicionar como ecológico y natural, no hay nada mejor que envolverlo en papel Kraft o en cajas de cartón corrugado. El color marrón no es aconsejable ni atractivo para una venta (salvo que se trate de chocolates…), pero, sin embargo, en estos casos, va de maravillas. El Chanel n° 5 tiene su cajita blanca y negra desde siempre; “Poisson” de Dior, violeta oscuro, para dar la idea de algo misterioso y peligroso.



En general, los colores neutros no son ganchos para una compra: ni beige, ni gris, ni marrón, ni blanco, ni negro (salvo en los casos que te dije antes). Excepciones hay muchas, como el beige de Burberry, que es el color base de su tartan tradicional.  El amarillo tampoco atrae las compras, salvo que se relacionen con el sol (p.ej., las cremas solares), con productos cítricos o ácidos (un jabón, una limonada…) o con el peligro (p.ej. el pegamento UHU).



¿Cuántos carteles de rebajas, liquidación, ofertas, has visto en rojo? Si quieres llamar la atención, ponlo en rojo. El problema es que mucho rojo satura enseguida la percepción y el comprador ya no presta atención a nada. Hace unos años, las agencias de “marketing” repararon en este detalle y se pusieron a buscar algún otro color que llamara la atención y que no provocara este efecto. Eureka: el naranja. Miles de páginas web se vistieron de naranja. Bien, sí, llama la atención, sin duda. Pero ocurre que es un color un poco traicionero (te lo expliqué por aquí) y depende mucho de a qué público está dirigido. Un naranja atrae a un público joven, ¿seguro que quieres venderle una hipoteca a un joven de 18 años?

La 2da ocurrencia fue el fucsia. Ok, sí, llama la atención, sin duda. De nuevo, las páginas web se llenaron con este rosa potente. Sin embargo, es un color que tiene un ángulo de reflexión de la luz muy pequeño y no es estable: cambia muchísimo su tonalidad según el tipo de luz. (Mira cómo las flores de buganvilla cambian de color durante el día.) Y eso influye directamente en las pantallas, en la impresión de los envases…



Para que veas. Hace unos años, en España, Carrefour decidió cambiar su logo. Una tontería. Ese logo es una maravilla: la bandera francesa con una ilusión óptica hecha con la “C” de la marca. La idea era competir en el mercado español, diferenciarse, renovar la imagen. Y presentaron el mismo logo, pero en distintos colores, haciendo alusión a los distintos departamentos de venta: p.ej., en verde, para Verdulería. Fue un caos, se perdió la identidad de la marca. Bien, pero no contentos con eso (¡quién habrá sido el de la idea!), ya que el fucsia llama la atención y se ve de lejos, pintaron todos los camiones de reparto con fucsia y obligaron a los esforzados repartidores a llevar un polar ídem. Sí, el camión se veía de lejos, eso seguro. Pero los repartidores no querían llevar ese color (te conté lo del rosa y el celeste por aquí) y se ponían encima una chaqueta para ocultar el polar. En fin, moraleja: no cambiar lo que funciona. Fue un experimento que no sirvió y volvieron al look de siempre.



¿Hay diferencia entre comprar online o presencial? La experiencia en un local es todo un desafío. Todo te tiene que llevar a que entres, te entusiasmes con algo y termines saliendo de allí con al menos una bolsa. El ambiente puede estar decorado con los colores de la marca o con el que tenga que ver con el rubro de los productos que te ofrecen: p.ej., una florería, en verdes; una chocolatería, en marrones; peluquerías, en negro; lavanderías y heladerías en blanco... Los especialistas dicen que conviene siempre disponer colores cálidos en la entrada, para invitar a entrar; en el recorrido de la tienda, colores fríos y de nuevo, cálidos, cerca de la caja. En las vidrieras, colores llamativos, aunque la ropa con esos colores no te la compre nadie.

Sin embargo, en las ventas online el botón de “comprar” será siempre azul. Si pones un precio en rojo en tiendas online, provocas que te pidan rebaja de precio o se abandone el carrito, pues al rojo lo asociamos con la liquidación y las ofertas y siempre vamos a esperar un precio más bajo del que estás ofreciendo.

Todos son trucos basados en la simbología del color, aplicados al comercio. Todos, para que saques la tarjeta de crédito y te lleves algo.

(Nota: no tengo ningún acuerdo comercial con las marcas mencionadas.)


Fuentes: Causse, J.-G., L’étonnant pouvouir des couleurs. Paris, J’ ai lu, 2019

Heller, E. Wie Farben auf Gefühl und Verstand wirkenMünchen, Droemer V., 2000

Welsch, N.-Liebmann, C.Chr. Farben. München, Elsevier V., 2004

Notas personales

 

 

 

 

 

 

 

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