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jueves, 18 de junio de 2020

Rosa para los niños, celeste para las niñas



La gran confusión

Tiepolo, L., El infante don Gabriel de Borbón, 1763
(pastel)
Este artículo que te estoy escribiendo surgió en una tarde de compras con una amiga. Teníamos varias cosas que hacer. Entramos a un centro comercial; ella tenía que comprar un regalo para un bebé que estaba por nacer pronto, así que fuimos directamente a la sección “Ropa infantil”. Dimos muchas vueltas: ¿qué color comprarle? No sabíamos si era niño o niña. Rosa, celeste: descartado. ¿Blanco? ¿Amarillo? Las perchitas estaban llenas de ropa a todo color, ¡hasta morado! Menos negro, claro (te conté la simbología del negro aquí).











Íbamos de aquí para allá, sin decidirnos por nada, y le comenté al pasar: “Pensar que en una época los niños se vestían de rosa y las niñas, de celeste…” Mi amiga me miró extrañada y me dijo: “Quiero un post sobre eso, me interesa”.

Picasso, El niño con la paloma, 1901
Pues aquí vamos.

Da gusto ver esa ropa chiquitita y tan colorida. Antes era todo muy aburrido, ¿no te parece? Pero si esto es posible es porque tenemos buenas lavadoras, buenos detergentes y buenas telas. Y no siempre ha sido así.












Velázquez, El infante Felipe Próspero, 1659
Sin pañales desechables, el blanco era lo mejor: se podía blanquear, refregar bien en el agua del río… El blanco era lo más apropiado para los bebés. Durante mucho tiempo, niños y niñas usaron vestidos hasta los 6-7 años (hasta 1900 aprox.). No se hacía diferenciación de sexos; tampoco existía el concepto de moda infantil. Era una cuestión de practicidad y de comodidad. (Y no nos tendría que extrañar que los varones llevaran falda: ¿o acaso las niñas no llevan pantalones hoy en día?) Las enfermedades se llevaban a los niños a muy tierna edad y por eso se les agregaban amuletos que ahuyentaran a la muerte. La ropa se cosía en casa e iba pasando de un hermano al otro.











Velázquez, Las Meninas, 1656
Después de esa edad adoptaban la moda de los padres en tamaño mini (y estoy generalizando, porque el asunto no es tan así, pero no te lo puedo explicar aquí). La infanta Margarita, pintada por Velázquez en Las Meninas, tenía en ese entonces 5 años y ya ves, la niña está con corsé y guardainfante. Y entonces, ¿de dónde viene esto del rosa y del celeste?













Duccio di Buoninsegna, Madonna con Niño,
sg. XIII
A Cristo se lo representa con rojo y el azul se reserva para la Virgen María. (Vimos esto aquí.) Cristo Niño, Cristo pequeñito, necesita un rojo delicado y suave, o sea, rosa, y resulta un símbolo de su futura y anunciada Pasión. Hay muchísimos ejemplos de esto. Entonces, siguiendo el mismo criterio, a las niñas les correspondía el celeste, el azul de la Virgen adaptado a ellas.

















Greenaway, La pequeña modelo, 1905
(acuarela)
Al rojo se lo considera un color masculino, el color de la guerra, de la sangre (lo vimos aquí) y muchos de los uniformes militares eran de ese color. Y a los niños se los vestía como mini soldados, como mini adultos; y si parecía un color demasiado agresivo para un infante, entonces, rosa. Pero, si el niño había sido dedicado a la Virgen, se lo vestía con detalles celestes.

Otro empujoncito a esto lo dieron los nuevos tintes químicos, que permitían nuevos matices y más permanentes. Sin esto no hubiese existido el Rococó ni María Antonieta…












Tiepolo, El infante don Javier de Borbón, 1761
(pastel)
Pero, claro, también hay excepciones y dependerá de diversas circunstancias. En algunos lugares se usaban indistintamente, manteniendo los suaves colores pasteles para todos los bebés. En este retrato del infante don Javier, de Tiepolo, lleva azul celeste, pero, en su caso, se debe a que es el color de los Borbones.


















A fines del siglo XVIII el centro de la moda pasó a Inglaterra. La Reina Victoria fue una gran “influencer” que imponía los looks en toda Europa (hasta tal punto que fue la que impuso ¡el vestido de novia en blanco!). En este retrato de Winterhalter puedes ver cómo su bebé Arturo lleva rosa.


Winterhalter, Reina Victoria con el Príncipe Arturo, sg. XIX


Winterhalter, Príncipe Eduardo Alberto
con traje de marinero, 1846 (acuarela)
Pero entonces, ¿por qué se produjo el cambio del azul para niños y rosa para niñas? Pueden existir varios factores, pero no hay una explicación segura. Por un lado, la aparición de un tinte azul más barato y resistente (mira este post) hizo que se lo adoptara para los uniformes, así que terminó percibiéndose como masculino. Por otro lado, a mitad del sg. XIX los niños comenzaron a vestirse de marinero: esta vez el “influencer” fue el príncipe Eduardo Alberto, otro hijo de la reina Victoria. Pero también las niñas se convirtieron en marineritas, sólo que con falda, así que en este caso el azul no era privativo de los varones. Todavía no estaba fijada esa distinción tan marcada entre el rosa y el celeste. En 1908 Jeanne Lanvin largó la primera colección de moda infantil, afirmando así la diferenciación por sexos en la ropa de esas edades. Pero hacia 1920, después de la 1ra Guerra Mundial, aparecieron en las tiendas la ropa de niño celeste y rosa para las niñas y así quedó. Y convengamos que esta distinción viene muy bien: ¿cuántas veces nos habrán preguntado “qué es, niño o niña”, cuando la vestimenta no da pistas?






Winterhalter, Reina Victoria con el príncipe
Eduardo Alberto y la princesa Victoria
Adelaida, sg XIX (La Reina tiene en sus
brazos a la princesa.)

Las vueltas de la Historia: en los años 60 se instauró la moda unisex; la ropa de los niños volvió a ser neutral, a causa de la reacción del movimiento feminista. El rosa terminó siendo apartado del espectro de colores de la moda infantil por ser discriminatorio. (Como nota aparte: el color de este movimiento es el lila> rosa+celeste - o morado: azul+rojo.) Y fíjate un detalle: una niña puede usar celeste, pero el niño, ¡jamás rosa!



















Van Dyck, Clelia Cattaneo, 1623
A mediados de los ‘80 las ecografías empezaron a mostrarnos el sexo del bebé por adelantado, no hubo más que esperar a su nacimiento; los padres volvieron a comprar colores identificatorios del sexo: la ropita, el cochecito, la cuna con sus sabanitas… Por supuesto, desde el punto de vista comercial es más rentable: si tu 2do hijo es niño, no podrá usar la ropa rosa de la hermana mayor. Las fábricas de juguetes no se quedaron atrás, así que no es raro ver pasillos de supermercado con juguetes para niños, todos azules, o los de las niñas, todo en fucsia, que es una variante del rosa, pero más visible y atrayente desde lejos. O sea, puro marketing, para que tu vástago te arrastre como sea hasta esa estantería tan seductora.












Rommey, Miss Juliana Willoughby, 1781
Para complicar más las cosas: actualmente sabemos que los bebés distinguen colores fuertes y contrastantes. No verás juguetes para bebés en colores pasteles, seguro. O sea: vestir a un bebé en colores suaves es una proyección de lo que nosotros sentimos frente a ese pequeño ser que llega a nuestras vidas. (Así es la moda: un espejo de lo que somos y sentimos, de cómo queremos ser vistos, de cómo vivimos…)













Así que nuestra confusión tenía una poderosa e histórica razón de ser. Te queda ahora ser tradicionalista y seguir con la dicotomía “celeste para niños y rosa para niñas”, o bien, rebelarte y sumergir al bebé en un universo de colores.



Van Dyck, Los 3 hijos de Carlos I, 1635
(de izq. a der.: Carlos, María y Jacobo)


Fuentes: Heller, E. Wie Farben auf Gefühl und Verstand wirken. München, Droemer V., 2000
Paoletti, J.B. Pink and blue: Telling the boys from the girls in America
Bloomington, Indiana University Press, 2012;
notas personales


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