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Después de la lluvia (Imagen: Wikipedia) |
A que tienes al menos uno en tu
ropero. O que lo tienes puesto ahora mismo. Los jeans (vaqueros, tejanos, como
lo quieras llamar) son la prenda más omnipresente y democrática que existe. Los
usan el pobre y el rico; para salir, para trabajar o para estar en casa; los
mayores y los bebés, hombres y mujeres…
Y aunque hay jeans de todos los
colores, el original es azul y tiene una larga historia: ¡la tela de jean es
medieval! Hagamos un poco de historia.
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Rockwell, Antes de la cita, 1949 |
La tela proviene de Nîmes,
Francia (de ahí que se llame “denim”), de algodón y tan resistente que era
usada para ropa de trabajo o velas de barcos. La teñían con glasto o añil, un
tinte que se conocía ya de la época romana, en China, India y Japón. El
procedimiento era bastante asqueroso: se ponían a fermentar las hojas de la
planta en orina de hombres que hayan tomado alcohol (esto servía para fijar el
color) y entonces se colocaba la tela en ese líquido durante varios días. Luego
se ponía al sol y se volvía azul. Para teñir 1,5 kg de ropa se necesitaban unas
300 kg de hojas.
En Génova también tenían una tela
parecida, pero más tosca y más fuerte. Los marineros genoveses la usaban sobre
las cubiertas de los barcos. Sin embargo, el azul de ellos era más duradero,
pues usaban índigo, una variedad del añil, pero procedente de la India. Y los
franceses, para diferenciarlo, lo llamaban “bleu de Gênes”, o sea, azul de los
genoveses. De ahí sale el nombre “blue jean” (documentado en 1795). ¿Por qué
los teñían de azul? Simplemente, porque era el tinte más barato y el que daba
mejores resultados.
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Maestro della tela jean, Mendiga, sg.XVI |
Y como casi todo se puede contar
con pinturas, fíjate en éstas. Son obras del llamado “Maestro della tela jean”,
un artista del quien no conocemos el nombre, pero del que sabemos que era de
Lombardía y del sg. XVI. Son la prueba fehaciente del uso que se le daba y de
la antigüedad que tiene. Fíjate que ya entonces la tela tenía esos hilos
blancos característicos en los bordes.
¿Por qué pasa eso? El tinte no se fija a
los hilos, sino que permanece en los huecos que hay en el entramado. Por eso se
destiñe tan fácilmente si no está bien fijado o por el roce.
La expansión del uso del índigo
provocó una gran alarma: los que cultivaban y comerciaban con el añil se iban a la ruina. Hubo sanciones, prohibiciones, pena de muerte ante el uso
del índigo, por parte de los gobiernos, pero, como ocurre siempre, no dieron
ningún resultado. El índigo llegaba primero vía Portugal, pero muy pronto los
ingleses vieron el negocio y comenzaron a importarlo por toneladas desde la
India.
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Rockwell, Miami, 1940 |
Hubo que esperar a que en 1868
von Baeyer, un químico alemán de BASF, lograra sintetizar a partir del
alquitrán un pigmento que reemplazara al índigo. Pero el coste de producción
todavía seguía siendo caro. BASF llegó a invertir en investigación unos 18 mill.
de marcos oro (olvídate, hoy sería una millonada de muchísimos ceros, aprox.
340.000.000 euros), pero aún así el índigo de los ingleses seguía siendo muy
barato. La mano de obra se contentaba con un plato de arroz. Pero, previendo
que no podrían hacer frente a tal innovación, los ingleses inundaron el mercado
con índigo para bajar el precio y desincentivar el uso del tinte químico.
Finalmente, en 1897 se logra un procedimiento de coste de producción más
económico y ya no hubo más nada que hacer. Era tan barato que los uniformes y ropa
de trabajo se volvieron azules.
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(Imagen: Wikipedia) |
Y ahora la historia sigue en USA,
San Francisco, en plena fiebre del oro. Jacob Davis era un sastre que tenía una
pequeña tienda en Nevada. Recibía muchos encargos de pantalones de trabajo y
las quejas eran siempre las mismas: las telas no resistían, los bolsillos no
aguantaban el peso de las pepitas de oro. Davis le compraba las telas a Levi Strauss,
en San Francisco. Empezó a probar con lonas de tiendas de campaña, pero no le
dieron buen resultado, hasta que llegó a la tela de jeans. Para solucionar el
problema de los bolsillos, le puso remaches de cobre. El éxito fue total. Pero
no podía atender a toda esa demanda y tampoco tenía el dinero para pagar la
patente. Entonces, le propone a Levi Strauss asociarse: Levi Strauss pagaría la
patente y, a cambio, Davis renuncia a que su invento lleve su nombre (la
patente está registrada a nombre de los 2). Así fue cómo la marca quedó
registrada en 1873.
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Russell, El rebaño, 1902 |
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Warhol, James Dean, Rebelde sin causa, 1985 |
Y desde entonces los jeans son
parte de nuestro armario. En los años ’50 fueron el símbolo de la rebeldía de
los adolescentes (Oh, James Dean en “Rebelde sin causa”… ¿Y “Grease”?). El gran
auge vino con la cultura hippie de los años ’60 y ’70. Aunque hacía mucho
tiempo que habían dejado de ser ropa de trabajo, su uso se impuso más allá de
las minas o del taller mecánico: los usamos las mujeres, los mayores, los
bebés; los llevamos todo el día y en cada ocasión. El colmo fue en los ’90
cuando se pusieron de moda los jeans rasgados: ¡una total contradicción! ¿Qué
dirían Davis y Levi-Strauss si los hubiesen visto?
Por año se fabrican aprox. unas
20000 toneladas de índigo sintético por año y un 40% de esa producción lo
fabrica BASF.
Ésta es la particular historia de
un azul, el azul de los blue jeans.
Sobre el color azul tienes también este artículo:
Rapsodia en azul
Fuentes: Heller, E. Wie Farben auf
Gefühl und Verstand wirken. München, Droemer V., 2000
Museo del Traje. Modachrome. Madrid, Min. de Cultura, 2007
Welsch, N.-Liebmann, C.Chr. Farben.
München, Elsevier V., 2004
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