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jueves, 20 de febrero de 2020

Blue jeans


Después de la lluvia (Imagen: Wikipedia)

A que tienes al menos uno en tu ropero. O que lo tienes puesto ahora mismo. Los jeans (vaqueros, tejanos, como lo quieras llamar) son la prenda más omnipresente y democrática que existe. Los usan el pobre y el rico; para salir, para trabajar o para estar en casa; los mayores y los bebés, hombres y mujeres…

Y aunque hay jeans de todos los colores, el original es azul y tiene una larga historia: ¡la tela de jean es medieval! Hagamos un poco de historia.


Rockwell, Antes de la cita, 1949
La tela proviene de Nîmes, Francia (de ahí que se llame “denim”), de algodón y tan resistente que era usada para ropa de trabajo o velas de barcos. La teñían con glasto o añil, un tinte que se conocía ya de la época romana, en China, India y Japón. El procedimiento era bastante asqueroso: se ponían a fermentar las hojas de la planta en orina de hombres que hayan tomado alcohol (esto servía para fijar el color) y entonces se colocaba la tela en ese líquido durante varios días. Luego se ponía al sol y se volvía azul. Para teñir 1,5 kg de ropa se necesitaban unas 300 kg de hojas.








En Génova también tenían una tela parecida, pero más tosca y más fuerte. Los marineros genoveses la usaban sobre las cubiertas de los barcos. Sin embargo, el azul de ellos era más duradero, pues usaban índigo, una variedad del añil, pero procedente de la India. Y los franceses, para diferenciarlo, lo llamaban “bleu de Gênes”, o sea, azul de los genoveses. De ahí sale el nombre “blue jean” (documentado en 1795). ¿Por qué los teñían de azul? Simplemente, porque era el tinte más barato y el que daba mejores resultados.

Maestro della tela jean, Mendiga, sg.XVI
Y como casi todo se puede contar con pinturas, fíjate en éstas. Son obras del llamado “Maestro della tela jean”, un artista del quien no conocemos el nombre, pero del que sabemos que era de Lombardía y del sg. XVI. Son la prueba fehaciente del uso que se le daba y de la antigüedad que tiene. Fíjate que ya entonces la tela tenía esos hilos blancos característicos en los bordes. 











¿Por qué pasa eso? El tinte no se fija a los hilos, sino que permanece en los huecos que hay en el entramado. Por eso se destiñe tan fácilmente si no está bien fijado o por el roce.







La expansión del uso del índigo provocó una gran alarma: los que cultivaban y comerciaban con el añil se iban a la ruina. Hubo sanciones, prohibiciones, pena de muerte ante el uso del índigo, por parte de los gobiernos, pero, como ocurre siempre, no dieron ningún resultado. El índigo llegaba primero vía Portugal, pero muy pronto los ingleses vieron el negocio y comenzaron a importarlo por toneladas desde la India.

Rockwell, Miami, 1940
Hubo que esperar a que en 1868 von Baeyer, un químico alemán de BASF, lograra sintetizar a partir del alquitrán un pigmento que reemplazara al índigo. Pero el coste de producción todavía seguía siendo caro. BASF llegó a invertir en investigación unos 18 mill. de marcos oro (olvídate, hoy sería una millonada de muchísimos ceros, aprox. 340.000.000 euros), pero aún así el índigo de los ingleses seguía siendo muy barato. La mano de obra se contentaba con un plato de arroz. Pero, previendo que no podrían hacer frente a tal innovación, los ingleses inundaron el mercado con índigo para bajar el precio y desincentivar el uso del tinte químico. Finalmente, en 1897 se logra un procedimiento de coste de producción más económico y ya no hubo más nada que hacer. Era tan barato que los uniformes y ropa de trabajo se volvieron azules.



(Imagen: Wikipedia)
Y ahora la historia sigue en USA, San Francisco, en plena fiebre del oro. Jacob Davis era un sastre que tenía una pequeña tienda en Nevada. Recibía muchos encargos de pantalones de trabajo y las quejas eran siempre las mismas: las telas no resistían, los bolsillos no aguantaban el peso de las pepitas de oro. Davis le compraba las telas a Levi Strauss, en San Francisco. Empezó a probar con lonas de tiendas de campaña, pero no le dieron buen resultado, hasta que llegó a la tela de jeans. Para solucionar el problema de los bolsillos, le puso remaches de cobre. El éxito fue total. Pero no podía atender a toda esa demanda y tampoco tenía el dinero para pagar la patente. Entonces, le propone a Levi Strauss asociarse: Levi Strauss pagaría la patente y, a cambio, Davis renuncia a que su invento lleve su nombre (la patente está registrada a nombre de los 2). Así fue cómo la marca quedó registrada en 1873.


Russell, El rebaño, 1902


Warhol, James Dean, Rebelde sin causa, 1985
Y desde entonces los jeans son parte de nuestro armario. En los años ’50 fueron el símbolo de la rebeldía de los adolescentes (Oh, James Dean en “Rebelde sin causa”… ¿Y “Grease”?). El gran auge vino con la cultura hippie de los años ’60 y ’70. Aunque hacía mucho tiempo que habían dejado de ser ropa de trabajo, su uso se impuso más allá de las minas o del taller mecánico: los usamos las mujeres, los mayores, los bebés; los llevamos todo el día y en cada ocasión. El colmo fue en los ’90 cuando se pusieron de moda los jeans rasgados: ¡una total contradicción! ¿Qué dirían Davis y Levi-Strauss si los hubiesen visto?




Por año se fabrican aprox. unas 20000 toneladas de índigo sintético por año y un 40% de esa producción lo fabrica BASF.

Ésta es la particular historia de un azul, el azul de los blue jeans.

Sobre el color azul tienes también este artículo:
Rapsodia en azul

Fuentes: Heller, E. Wie Farben auf Gefühl und Verstand wirken. München, Droemer V., 2000
Museo del Traje. Modachrome. Madrid, Min. de Cultura, 2007
Welsch, N.-Liebmann, C.Chr. Farben. München, Elsevier V., 2004


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