Las edades de la vida, 1835 |
250 años del nacimiento de C.D. Friedrich
Todos los años hay algún aniversario de artistas para celebrar. ¡Es
imposible estar al día con todos! Por eso, vale la pena hacer una selección y
en este proceso, lamentablemente, no se puede ser muy objetiva que digamos.
Autorretrato, 1806
No te lo puedo negar: Friedrich es uno de mis preferidos. No porque me
encante especialmente el Romanticismo (lo vimos por aquílo vimos por aquí), pero, cuando has
vivido en Alemania como me ha pasado a mí, algo te queda… Es un pintor tiene
algo que nos interpela y nos hace pensar. ¿Después de tantos siglos? Todo
vuelve.
Ruinas en Oybin, 1812
Pasó desapercibido durante mucho tiempo. En su época fue muy famoso,
aclamado, coleccionado… Vendía muy bien sus cuadros a nobles, reyes y zares;
fue profesor en la Academia de Bellas Artes de Dresden. ¿Qué fue lo que
sucedió? Friedrich encarna lo alemán. Se opuso a la ocupación napoleónica y sus
obras tienen una crítica velada al invasor; muestran un marcado y
reivindicativo nacionalismo. Varios siglos después, Hitler lo encumbraría como
el artista que supo interpretar cabalmente el espíritu alemán. Consecuencia
lógica de esto, Friedrich pasó al olvido; no fue puesto en una lista negra,
porque no fue un pintor nazi (¡hacía mucho tiempo que había muerto!), pero
tampoco convenía recordarlo especialmente. Hacia los años ’80 se recuperó su
memoria. Todos nos preguntábamos: “¿Cómo puede ser que no hayamos tenido en
cuenta a este señor?”. Pasamos de tenerlo escondido en viejas enciclopedias a
desempolvar las imágenes de sus cuadros y colocarlas de nuevo en libros y artículos.
(Lo mismo pasó con Vermeer y ¡¿quién lo diría?!)
También es cierto que este tipo de pintura no siempre gusta. Son los
vaivenes de las modas o gustos estéticos. Esos ambientes oscuros, hombres
solitarios en medio de paisajes amenazantes, la naturaleza melancólica… No vas
a ver ni un solo jardín florido en su obra. Retratos: pocos, casi siempre de
espaldas. Sus críticos decían que no sabía pintar retratos y que por eso sus
figuras no nos muestran sus rostros. Poco probable.
Pochmann, Caroline Friedrich,
1824
Hace un tiempo te conté varias cosas sobre él (te dejo los enlaces debajo).
Te traje la historia de su matrimonio con Caroline. Para celebrar su 250º
cumpleaños, hoy te presento cómo vivió el nacimiento de sus 3 hijos.
En agosto de 1819 (un año después de su matrimonio) Friedrich escribe una
larga carta a sus hermanos Christian y Adolf. Habla de planchas de grabados, de
cómo van a imprimir los diseños, y al final, en un pequeño párrafo, les comenta
que todavía no ha llegado la hora. Su señora se encuentra muy bien, pero que no
piensa cerrar la carta y enviarla hasta tener noticias. ¿Será niño o niña?
“Todavía no ha llegado el parto de mi esposa. Entretanto, ella se encuentra
bien, gracias a Dios, duerme bien, le gusta comer y beber y está siempre
animada y de buen humor. No pienso mandar esta carta hasta que pueda anunciarte
la llegada de un niño o niña.”
Mujer subiendo con la luz,
1825
Pasan los días y sigue escribiendo. Se nota que está ansioso, aunque no
quiera demostrarlo. El texto parece más bien un monólogo: todas las cuestiones
de las que trata son conversaciones que no tendrán respuesta hasta que
finalmente envíe su carta. Dieciocho días después:
“Al fin llegó el tan esperado día, esta noche a las 10 y media mi Liena
trajo al mundo a una muchachita pequeña y bien formada. La niña parece estar
sana, pues ya ha comido 12 veces. La madre está sana.”
Les cuenta con detalle cómo fue el trabajo de parto, cómo su querida esposa
gritaba tan fuerte por el dolor que seguramente se habrá oído todo desde la
calle. (¿Miedo al qué dirán?) Pero ella, entretanto, trataba de consolarlo y
que no se asustara. Como todos los papás primerizos, deseando que el bebé
duerma, para que la madre pueda recuperarse. Y se nota que él está atento,
observándola detenidamente, pues sigue:
“La pequeña se libró 3 veces de las mantas con sus pequeños brazos.”
Y termina la carta pidiéndole a Adolf que sea uno de los padrinos de Emma
Johanna.
Paisaje matinal con montañas, s.f.
Ese mismo día le escribe a su otro hermano, Johannes. Le escribe casi lo mismo que a los otros dos (un poco de cut & paste no viene mal). Ya son las 12 de la noche, un poco tarde ya (imagínatelo escribiendo a la luz de las velas). Está todo tranquilo y sereno y de tanto en tanto se oye el llanto de un bebé.
“Ahora la niña está despierta de nuevo y grita y estornuda y se libera con sus pequeñas manos” (de las mantas).
¡Imagínatelo escribiendo y
prestando atención al bebé!
Curiosamente, no hay retratos de su
primera hija.
Las horas del día, atardecer, 1821
Van pasando los meses y Caroline ya puede retomar la escritura de cartas
(siempre y cuando las tareas del hogar y su hija se lo permitan). Es ella ahora
la que les cuenta a los parientes cómo va creciendo Emma. La niña es muy vivaz,
le gusta jugar con otros niños de la calle o del parque, ya se sienta y ¡tiene
2 dientecitos! Le encantan los caballos. No se queda quieta; corre por entre
mesas y sillas y de aquí para allá. Es fuente de alegría para sus papás.
En 1822 Emma recibe un regalo muy especial por parte de su padrino y tío
Adolf. El pintor le escribe a su hermano lo siguiente:
“Emma te agradece por haberle aumentado sus ahorros, que ha visto por
primera vez y se alegró mucho al ver los táleros[1]
amarillos y blancos. Desde entonces, se ha acordado de ellos varias veces y
pide verlos. El hermoso y gran trozo de ámbar lo dejaré en la forma en la que
está, hasta que Emma llegue a la edad en la que se le permita llevar una de
estas joyas.”
Friedrich fue un padre atento con ella. No exterioriza mucho más: no
correspondía, no era la costumbre de la época.
Mar del Norte a la luz de la luna. 1823
Sin embargo, tuvo otros dos hijos: Agnes, en 1823, y Adolf, en 1824. Ni una
sola palabra acerca de ellos, nada. ¿Qué ha pasado? ¿Qué es lo que ha cambiado?
¿Ya no es novedad la paternidad?
Arbustos con nieve, s.f.
Quizás sea algo más complejo. Friedrich comenzó a tener problemas
neurológicos, depresiones, manías… La invasión a Dresden, su oposición a
Napoleón, la crisis económica por la situación política y el no poder pintar, provocaron
que se fuera centrando en sí mismo y que desconfíe de todo, incluso de su
querida esposa.
Quién sabe cómo habrá sido la relación con sus otros dos hijos. Qué
penurias habrá pasado Caroline.
Los hijos se casaron y tuvieron sus propias familias. Adolf se dedicó a la pintura.
Te dejo por aquí los otros artículos sobre Friedrich:
Fuente:
Friedrich, C.D., Die Briefe. Hamburg, ConferencePoint V., 2006
Wolf,
N. Friedrich. Köln, Taschen, 2005
Traducción:
Cristina del Rosso (carta 69,70,97)
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