Bonnard, La ventana abierta, 1921 |
Ventanas y más ventanas
¿Qué gracia tiene pintar una ventana en un cuadro? A ver: si es sólo una
ventana.
Si supieras… La verdad, no sé por dónde empezar. No es fácil explicar esto
sin enredarse.
Si el espejo (lo vimos aquí) te muestra lo que está delante del cuadro y lo
que no podemos ver, la ventana es un recorte de la realidad, que te muestra lo
que está más allá del cuadro. O sea, otro recurso más para dar ilusión de
profundidad.
Menzel, Vista desde la ventana en Marienstr.,
1867, gouache y pastel
Los bordes de la ventana son como el marco de un cuadro dentro de otro cuadro.
Si el artista acude a esto es porque quiere llevar tu mirada hacia otro plano,
más allá. Entonces, se da una realidad en 2 instancias: un interior, con una
pared con su abertura, y el exterior. La ventana es la frontera, el límite,
entre esos dos espacios. En algunos casos, la necesidad del pintor de representar
ese espacio exterior hace que no podamos encasillar la obra en algún género:
¿pintura de interior o pintura de paisaje? ¿Qué es lo que más le importa al
artista?
¿Y si la ventana es el motivo del cuadro? Ellas son las protagonistas. Es
la mirada del pintor que observa el paisaje y quiere compartirlo contigo. Los
románticos pintaron este tipo de obras muy a menudo.Wasmann, Vista desde una ventana,
1832
Vermeer, Mujer con aguamanil, 1662
Otras veces esas ventanas no te muestran nada: el pintor sólo ha querido
mostrar ese interior y la ventana pasa a ser sólo un foco de luz. Se me ocurre
ahora mismo esa luz envolvente de los cuadros de Vermeer, con la fuente de luz
siempre a la izquierda, que baña a esas mujeres ensimismadas en su trabajo o
leyendo cartas. En el caso de Vermeer, la ventana aparece a veces; otras, las
adivinamos por esa luz maravillosa que entra en la habitación.
Con esto, ya nos vamos dando cuenta de que incluso no hace falta
representar las ventanas: sólo importa la luz que dejan pasar. Hasta tal punto,
que una sutil sombra y el rayo del sol que pasa a través del cristal puede
recordarnos su presencia. (Para esto, ¡los escandinavos son maestros!)
Hammershøi, Rayo de luz en el salón III,s.f. |
Leonardo, Madonna del clavel,
1470
En el Renacimiento, una ventana daba respiro a las atmósferas oscuras.
Abría el espacio hacia el fondo. El paisaje no era realmente lo que importaba
y, en la mayoría de las veces, era inventado. En el Barroco pasaba lo mismo.
¿Y qué ocurre cuando hay alguien que mira por esa ventana? Nos
identificamos con esa figura; los espectadores somos esa figura y sentimos la
necesidad de ver por esa ventana, de contemplar lo mismo que el personaje. ¿Qué
hay allí? ¿Por qué esa persona mira hacia afuera?
Aquí te muestro esta maravilla de van Eyck. Lo importante transcurre
delante, con el canciller Rolin y la Virgen con el Niño. Pero no alcanza: hay
que abrir el espacio hacia el fondo. El cuadro necesita aire. Y, entonces, nos
muestra ese paisaje (que no se sabe de dónde es) y, para llevarnos hasta allí,
pone en el balcón a 2 niñitos de espaldas. ¿No es precioso?
van Eyck, La Virgen y el Canciller Rolin, 1435
Otro ejemplo maravilloso es este retrato de Dalí de su hermana Ana María,
que entonces era una jovencita de 17 años. La presenta de espaldas, acodada en
la ventana, mirando el paisaje. ¿Está representando algo real o es otro de los
juegos ilusorios a que nos tiene acostumbrados? No. Ese paisaje es realmente lo
que se ve desde su casa de Cadaqués. Este cuadro es un retrato, una pintura de
paisaje y de interior a la vez.Dalí, Muchacha asomada a
la ventana, 1925
Miradas hacia afuera en Hopper aparecen una y otra vez. Nos identificamos
con la figura del cuadro y queremos ser parte de esa visión hacia afuera;
tenemos curiosidad por saber qué hay allí. (Ahora que lo pienso: este cuadro de aquí abajo es una ventana-el límite de la tela- de otra ventana....Como si el artista estuviera pintando desde otra ventana, ¿no?
Hopper, Oficina en ciudad pequeña, 1952
Murillo, Dos jóvenes a la ventana,
1665
¿Hacia afuera? ¿Sólo hacia afuera? ¿No podemos pararnos delante de una
ventana y contemplar lo que pasa dentro de una casa? Ah, no, eso es fisgonear.
Pero podría pasar, ¿no?
Las chicas del cuadro de Murillo no tienen ese problema. Muy desenfadadas
se ríen de algo que está pasando en la calle. Nosotros estamos afuera. ¿Se ríen
de los espectadores? Vaya a saber.
Sorolla, Patio de la Danza, Alcázar
de Sevilla, 1910
No siempre las aberturas son ventanas hechas y derechas. Cualquier elemento
natural o arquitectónico puede servir para provocar sensación de profundidad.
Mira los árboles y enredaderas que enmarcan el jardín en este cuadro de
Sorolla, que nos invita a pasear por allí.
O el arco de este puente de Caillebotte.
Caillebotte, El puente de Argenteuil y el Sena, 1883
Friedrich, Acantilados en Rügen,
1818
O las formaciones rocosas de los acantilados de Rügen con forma de corazón,
que Friedrich pintó en su luna de miel, pensando en el futuro que tiene por
delante junto a su flamante esposa (te conté la historia por aquí).
Tiremos un poco más de la cuerda. Te dije hace un rato que la ventana es
como un marco de un paisaje, dentro de un cuadro. El marco o encuadre hace que
exista el paisaje. ¿Y si pintamos lo que vemos por la ventana sin alféizar, sin
su marco? Cuando pintamos un paisaje recortamos un trozo de realidad para que
nos quepa en el lienzo: hay una selección previa del artista, el motivo. En el
fondo, pintar lo que vemos a través de la ventana sin que ella aparezca no es
más ni menos que el mismo procedimiento mental que hacemos cuando pintamos un
paisaje. La naturaleza se convierte en paisaje sólo cuando es recortada por
nuestra mirada.
Caillebotte, El jardín de la cocina de Yerres, 1885
Caillebotte, Balcón en París, 1881 |
Caillebotte tiene varias obras de este tipo, en las que explota este
recurso.
Magritte, La condición humana,
1933
Hace mucho vimos este cuadro de Magritte, “La condición humana” (está por
aquí). Magritte es muy de hacer estos juegos de significados y tiene varias
obras en el que trabaja el tema de la ventana. En “La condición humana” plantea
la cuestión de la Pintura como engaño o ilusión.
Magritte, El telescopio, 1963
Aquí te muestro otro, en el
que te trae la dupla exterior/interior: ¿cuál es el interior, si las ventanas
reflejan nubes? ¿Están cubiertas de espejos? Esas nubes no están fuera; la
abertura nos muestra un espacio negro: ¿qué está pasando?
Magritte, El bello mundo, 1962
Otro de Magritte: de la ventana quedan sólo las cortinas (hablamos de ellas por aquí). ¿Dónde quedó la abertura? Se esfumó: el paisaje de nubes lo ocupó
todo.
Y volvemos al principio del asunto. Parafraseando a Alberti, el teórico del
Renacimiento, un cuadro debe ser una ventana que te lleva a otros mundos,
colgado en tu pared.
Ancher, Salón con cortinas lila y clemátides
azules, 1913
Fuente: Gombrich, E.H. Arte e ilusión. London, Phaidon, 2002
Stoichita,
V. La invención del cuadro. Barcelona, Ed. del Serbal, 2000
Notas
personales
Me encantó esta entrega, sobre todo el cuadro de Hopper, Oficina en ciudad pequeña!
ResponderEliminarGracias por tu comentario! Hopper tiene muchos cuadros con el tema de la ventana. Me pareció más adecuado éste, por el juego de significados que tiene.
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