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jueves, 7 de marzo de 2024

La dama del Impresionismo

 

Manet, Berthe Morisot con ramillete de violetas, 1872


Berthe Morisot

Esta mademoiselle nos ha visitado varias veces en este blog. Es una de las pocas pintoras que aparecen en las enciclopedias vetustas. La única que perteneció al grupo de los impresionistas desde el comienzo. Tiene muy bien ganado el título de “La dama del Impresionismo”. (Las otras pintoras impresionistas también eran damas, pero ella era lo máximo...)

Morisot, Autorretrato, 1885

Estudió pintura con Corot y otros maestros. Su hermana Edma era su compinche. Iban al Louvre a copiar grandes obras. Incluso participaron en el Salón Oficial. Edma se casó en 1869 y dejó de pintar: era lo esperable en una mujer de clase alta en esa época. Pero Berthe tenía una profunda vocación por la pintura. En una de esas visitas al Louvre, en 1867, Fantin-Latour les presentó a ambas a Édouard Manet. Berthe quedó encandilada con él. Manet ya era famoso, todavía resonaba su escándalo con su “Olympia” y su “Almuerzo sobre la hierba”. Y estaba casado con Suzanne. Manet, en cuanto la conoció, pidió permiso a su madre para retratarla: fueron 11 cuadros. Berthe tenía una belleza cautivante. Por supuesto, en las sesiones de posado, siempre estaba presente su madre: una señorita de su clase no debía estar a solas con hombres.




Morisot, La hermana de la artista
junto a la ventana, 1869

A raíz de este encuentro, comenzó a tener contacto con otros artistas, que también pintaban en el Louvre. Su madre hacía tertulias los jueves en su casa e invitaba a artistas, poetas e intelectuales a cenar: era la única manera en que las mujeres tuvieran contacto con el mundo exterior, aprender cosas nuevas o estar al tanto de la actualidad. Cuando su madre murió, ella retomó esta costumbre: por su casa desfilaban Renoir, Monet, Degas, Manet, Mallarmé, Puvis de Chavannes, Rodin y tantos otros.






Morisot, Lavandería, 1875


Degas fue quien la invitó a participar en la 1ra exposición impresionista. Con muchas dudas: durante toda su vida sintió lo que hoy llamamos “el síndrome del impostor”. Sentía que no podía medirse con sus colegas hombres, que le faltaba formación, se sentía siempre insegura de sus obras… y ellos tampoco ayudaban demasiado. O por no desilusionarla o por no tirarle el ánimo abajo o por querer mostrar su superioridad, quién sabe.

Morisot, Leyendo, 1873


En esa exposición, que fue un escándalo para el público por esos cuadros abocetados y que parecían sin terminar (una afrenta para el espectador: ¿cómo van a colgar un cuadro sin haberlo terminado?), ella era la única. En el periódico ponían en duda su honestidad: ¿qué hace una mujer exponiendo? ¿Qué clase de mujer sería? Pissarro se agarró a golpes con uno del público cuando osó llamarla “ramera”. Así estaban las cosas.

Morisot, Puerto en Lorient, 1869


En este contexto, Berthe se abrió paso en el difícil mundo del arte en París. No quería renunciar por nada del mundo a pintar y a exponer, o sea, ser artista profesional. ¿Era feminista? No en nuestros términos. (Mary Cassatt, p.ej., era sufragista.) No desdeñaba el matrimonio ni la maternidad, pero no podía entender por qué debía dejar de pintar si se casaba, como le ocurrió a su hermana.

Morisot, Un rincón del jardín, 1885


Pasaban los años y Berthe no demostraba interés por ningún hombre en particular. La madre estaba desesperada. Una mujer sin protección masculina en esos tiempos estaba condenada al ostracismo. No podía salir sola, interactuar con hombres, era estar condenada a la pobreza…, y encima, ¿con pretensiones de ser una artista profesional? La madre propiciaba encuentros con probables partidos y Berthe terminaba huyendo de ellos. Todos unos imbéciles.



Morisot, El puerto de Niza, 1882

Y pasaba el tiempo y Berthe era una solterona. Allá por 1874, la familia Morisot y la de Manet pasaron unas vacaciones en Normandía. Berthe salió a pintar con Eugène, el hermano del gran Manet, y, después de ese encuentro, decidieron comprometerse y casarse.

Eugène era de buena familia: los Morisot no tenían motivos como para oponerse. Se conocían muy bien. Era un buen hombre, pero no tenía ocupación conocida y el padre tenía recelos ante esta situación. De todas maneras, no había problemas de dinero: Eugène vivía de rentas. Y lo principal, no le molestaba que su futura esposa fuese artista. Todo lo contrario, la apoyó siempre.



Morisot, Eugène Manet e hija en el jardín, 1883


Para Berthe esto era más que suficiente. Se casaron en 1875; ella, con 33 años, una vieja para las costumbres de la época. Cuenta en sus cartas cómo fue la ceremonia. Se casaron en Passy, en donde su familia tenía una casa de veraneo. Ella, de negro, pues estaba de luto por la muerte de su padre (el luto en negro duraba un año), con su vestido de calle, sombrero y guantes. Una vieja como ella no necesitaba más. Del notario fueron caminando a la iglesia, que estaba al lado. Se casaron por iglesia no tanto por convicciones personales, sino más bien para hacer honor a las tradiciones familiares. No hubo invitados, sólo los testigos: de parte de ella, su cuñado y un tío; de parte de él, su hermano Édouard y un primo. En el acta de matrimonio, Eugène aparece como “propietario” y ella, “sin profesión”: no era adecuado para una mujer de su clase declararse “artista”. Era denigrante tanto para ella como para su marido aparecer como desarrollando algún tipo de trabajo.

Morisot, Marina inglesa, 1875


Al año siguiente se fueron de luna de miel a Cowes, en la Isla de Wight, Inglaterra. Los dos se las arreglaban bastante bien con el idioma. Había en esa época una cierta admiración por todo lo inglés: Fantin-Latour, Whistler y Tissot vivían en Londres.

Morisot, Eugène Manet en la Isla de Wight, 1875


Allí Berthe pintó este cuadro: es el primero que le dedica a su marido. Están alojando en el Hotel Golden Globe. Lo retrata mirando por la ventana. Nos revela el puerto, mujeres paseando… Él nos invita a mirar más allá. Ella está pintando frente a esa ventana. ¿La figura es decorativa? Para nada: su marido es parte de la experiencia del viaje, de otros paisajes. Es su luna de miel. Es un cuadro que muestra perfectamente su estilo: pinceladas nerviosas, espontáneas, largas; atmósferas luminosas…

Morisot, Margaritas, 1885


A su marido lo pintó varias veces. No le gustaba posar; tenía que pintarlo muy rápidamente, antes de que se impacientara y se levantara de su asiento.

Morisot, Eugène Manet e hija en Bougival, 1882


Morisot, Julie soñadora, 1894

¿Estaba enamorada? No lo sabemos. En sus cartas demuestra cariño, agradecimiento y respeto hacia su marido. Tuvieron una hija, Julie, que fue su gran tesoro. Ella, que no estaba atraída por la maternidad, la descubrió con Julie.

Berthe expuso en todas las exposiciones impresionistas, salvo en una, en la de 1879, la 4ta, pues acababa de dar a luz a su hija Julie. Varias de ellas fueron financiadas por ella y su marido. En la de 1882, la 7ma, participó, aunque no pudo asistir, pues estaba en Niza tratando de que su hija se curara de una bronquitis. Su marido se ocupó de la expo y le iba contando por carta cómo iban yendo las cosas.




Morisot, Julie tocando el violín,
1893


En 1892 Eugène muere. Ella lo cuidó hasta el final. Dicen que encaneció de repente; así aparece en sus últimas fotos. En 1895 su hija Julie tuvo una gripe fuerte y Berthe se contagió. La enfermedad derivó en una neumonía mortal. Le dejó una carta estremecedora a su hija. Encargó a Mallarmé que se hiciese cargo de la jovencita y le aconsejó que se fuera a vivir con sus primas. Julie la echó mucho de menos.








Renoir, Berthe Morisot e hija, 1894

A Berthe no le fue mal. Pudo vender varias obras en vida. Expuso en Londres, en Bélgica y en Nueva York, gracias al apoyo de Durand-Ruel, el galerista. La mayoría de sus obras se encuentran desperdigadas en varios museos. Para verlas en conjunto hay que ir al Marmottan en París: los descendientes de Julie donaron la mayor parte de su colección a este museo. Allí puedes ver a Eugène Manet, mirando por la ventana, en su viaje de luna de miel.







Fuentes: Fuentes: Higonnet, A. Berthe Morisot. Berkeley, Univ. of California Press, 1990

Rouart, D. Berthe Morisot: The correspondence. London, Moyer Bell, 1987


Por si te los perdiste y si te interesa conocer más sobre Berthe:

¿Una mujer de la calle o una pionera?

El diario de Julie

Cena en lo de Degas

Cosas de artistas

Cuadro a dos manos


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