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jueves, 31 de agosto de 2023

Cuadro a dos manos

 


Morisot, La lectura

(o El retrato de la madre del artista y su hermana)

Hay piezas de música destinadas a ser tocadas por 2 intérpretes: duetos de guitarra, piano a cuatro manos… ¿Se puede pintar un cuadro de a dos? ¿Por qué no?

Este cuadro fue pintado por Bazille, pero Manet puso su parte por ahí: la figura del anfitrión, Bazille, fue pintada por él. En este caso, los dos estaban de acuerdo y hasta debe de haber sido un juego entre los 2. Yo te pinto a ti y tú me pintas a mí. Cosas de amigos.

Bazille, Estudio en 9 Rue de la Condamine, 1870


Pero, ¿qué ocurre cuando el 2do artista se entromete en una obra que no es suya y a pesar del autor original? De nuevo, Manet, pero esta vez la perjudicada fue Berthe Morisot.

Berthe pintó este cuadro de su madre y su hermana en 1869. Tenía toda la intención de presentarlo en el Salón Oficial, junto a este otro, un paisaje de Lorient, donde vivía su hermana Edma.

Morisot, El puerto de Lorient, 1869


Morisot, La hermana de la artista
junto a una ventana, 1869

Las dos habían crecido juntas,
habían compartido clases de pintura, se apoyaban mutuamente. Sin embargo, Edma se casó y tuvo que resignarse a dejar la pintura, como se esperaba que hicieran las señoritas de su clase. Edma extrañaba esa vida y los pinceles, pero no podía hacer más. Berthe extrañaba a su hermana: ahora estaba sola con su pasión por la pintura y esto le quitaba libertad, pues ya no podía andar por ahí como quisiera. (Te conté por aquí cómo siguió la historia.)

Cuando Berthe pinta este cuadro, Edma estaba embarazada y había ido a alojar a la casa de su familia en Passy, para hacer reposo y esperar el momento del parto. Berthe pinta esta escena de intimidad familiar en el salón: en un formato muy grande para lo que ella estaba acostumbrada (101 x 72 cm). Sabía que con esta obra se la estaba jugando. Estaba llena de dudas, no estaba para nada segura del resultado. Sentía que le faltaba formación, siempre se sentía como con lo que hoy llamamos “el síndrome del impostor”. Quería participar en el Salón, pero tampoco quería hacer un papelón. Era una mujer que quería abrirse paso en un mundo de hombres, y encima, ¡como profesional! ¡Una chica de su clase!

Morisot, Un rincón entre los rosales, 1885


Le mostró el cuadro a su amigo Puvis de Chavannes. Le cuenta a su hermana en una carta de marzo de 1870:

“Puvis me dijo que la cabeza no estaba hecha y que no se podría hacer; acto seguido, gran conmoción; hice, rehice. El viernes por la tarde le escribí una nota pidiéndole que viniera a verme; él respondió inmediatamente que no podía y me felicitó profusamente por el resto de la pintura y me pidió que sólo pusiera algunos acentos en la cabeza de mi madre. Hasta entonces mis problemas no habían sido tan grandes.”

Morisot, Margaritas, 1885


Desesperación. Si alguna vez has pintado, seguro que conoces la impotencia de saber lo que quieres hacer, pero no lo logras, que se te escapa… Agrégale el sentimiento de inferioridad ante sus colegas y la sensación de que podrías hacerlo si te lo hubiesen enseñado convenientemente. Y realmente, tanta sinceridad por parte de Puvis es apabullante. Si realmente esa cabeza estaba mal hecha o le faltaba trabajo, le hizo un favor, pero, si no estaba dispuesto a ayudarla, ¿para qué se lo dijo?

Morisot, Rosbras, 1867


Y sigue contándole a Edma en la misma carta:

“Cansada, nerviosa, fui el sábado al estudio de Manet; me preguntó qué estaba haciendo, y viendo que estaba indecisa, me dijo con entusiasmo: ‘Mañana, después de que envíe mis cuadros, iré a ver los tuyos, puedes ponerte en mis manos: te diré lo que debes hacer.’”

Morisot, Dos hermanas en el sofá, 1869


Imagínate a Berthe, desesperada, y que su tan admirado Manet le prometa que la va a ayudar con sus problemas. Y le sigue contando la experiencia:

Morisot, Mujer y niña en el balcón,
1872

 
“Al día siguiente, que fue ayer, llegó a la una, dijo que estaba bien, excepto la parte inferior del vestido; tomó los pinceles, agregó algunos acentos que se veían bastante bien; mi madre estaba en éxtasis. Entonces comenzaron mis desgracias; así como comenzó, nada podía detenerlo; pasó de la falda al busto, del busto a la cabeza, de la cabeza al fondo; hizo mil chistes, se rió como un loco, me dio la paleta, la volvió a tomar, y finalmente a las cinco de la tarde habíamos hecho la caricatura más bonita que haya sido vista.”








El mensajero estaba esperando para llevarlo al Salón. Ella se sintió pésimo con toda la situación y deseaba con todas sus ganas que la obra no fuese aceptada. Y sí, fue aceptada.

¿Para qué hizo esto Manet? ¿Era una manera de demostrarle su superioridad? ¿Realmente quiso ayudarla? Es cierto que cuando corriges una parte de un cuadro, esto te lleva a retocar el resto. Y más cuando es otra mano: se nota muchísimo la diferencia de la pincelada. Yo no he visto el cuadro en persona, pero los que sí dicen que se ve perfectamente que hay 2 tipos de pincelada. La parte izquierda de la obra es de un artista diferente al de la derecha.

Morisot, Rosas, 1894

Además, tiene mucho negro:
ése es el aporte de Manet; ella nunca hubiese pintado el cuadro así.

 Berthe le contó esto sólo a su hermana, estaba muerta de vergüenza. Sin embargo, a la madre le pareció una historia divertida. Y la verdad, la cabeza en cuestión no había quedado bien.

La madre, viendo el estado anímico de su hija, que no probaba bocado por la angustia, pensó que quizás se podía arreglar el asunto retirando el cuadro de la competición. Pero, en cuanto lo recibieron de vuelta, la madre pensó que quizás Manet se ofendería y la obra volvió al Salón. Sin embargo, Berthe le dice a Edma en otra carta:





Morisot, La cuna, 1872

“Desde luego que mostré mis dos cuadros; es mi principio nunca tratar de rectificar un error, y ésa es la razón principal por la que no me beneficié de la intervención de mi madre. Ahora estoy agradecida: habiendo superado mi primer impulso, encuentro que uno siempre se beneficia de exhibir su trabajo, por mediocre que sea.
Por otro lado, no estoy recibiendo muchos cumplidos, como piensas, pero todos son lo suficientemente amables como para no hacerme sentir arrepentida, salvo por supuesto Degas, que tiene un desprecio supremo por todo lo que hago…”







El cuadro estuvo expuesto en el Salón de 1870 y más tarde, aparentemente, en la 1ra exposición impresionista de 1874. Estuvo en poder de Edma toda su vida; más tarde, lo heredó su hija, que lo vendió en 1930. Pasó por varias manos hasta llegar en 1963 a la colección de la National Gallery de Washington.

  

Fuentes: Higonnet, A. Berthe Morisot. Berkeley, Univ. of California Press, 1990

Rouart, D. Berthe Morisot: The correspondence. London, Moyer Bell, 1987

Textos de las cartas tomados de Rouart

Traducción: C. del Rosso

 



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