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jueves, 25 de enero de 2024

Pintoras traviesas

Ende, San Juan con su Evangelio (Beato de Gerona), 975

 


Las pintoras de la Edad Media

Uy, Edad Media, qué pereza. La llamada “Edad Oscura”. Un período histórico de 10 siglos: una bolsa en la que se ha metido de todo, hasta tal punto que hay que dividirla en 2, Baja y Alta: de nuevo el problema de las etiquetas y de las clasificaciones.

En fin, la Edad Media no fue oscura ni un agujero negro que abdujo todo el saber clásico. Fue una época muy fecunda, culturalmente hablando. No te voy a mencionar la larga lista de sabios, filósofos, teólogos, científicos, poetas, que vivieron en esta época. ¿Y los artistas? Seguro que enseguida piensas en los arquitectos de las grandes catedrales, de los cuales en muchos casos ni siquiera se conoce el nombre. Y escultores. Alguien tiene que haber hecho esas estatuas con las que se decoran esas iglesias, ¿no? Tampoco aparecen los nombres de muchos de ellos.

Sibila von Bondorf, Historia de San Francisco, sg. XV


El arte en esta época era colaborativo, por decirlo en términos actuales. Una empresa como la construcción de una catedral o de un palacio implicaba el trabajo de artesanos de todo tipo y no importaba su identidad. Todos, unidos en la ejecución y concreción de un proyecto. Por darte un ejemplo actual: la mesa que usas en tu casa, ¿quién la hizo? Sólo conocemos la marca, dónde la compramos… pero ¿quién cortó las tablas, la barnizó y la ensambló?  

Con el correr de los siglos nos fueron llegando hasta nosotros nombres de artistas que fueron famosos, requeridos para grandes encargos y que, asombrando a todos con su arte, pasaron a la posteridad. Por el contrario, ¿cuántos de ellos han pasado al olvido? Imagínate la cantidad de “anónimos” que poseemos, de esas obras de las que sólo podemos decir que es “Escuela de” porque se le parece a tal o cual artista, pero del cual no se sabe con seguridad quién lo hizo. (Te conté qué es el Románico y el Gótico por aquí.)

Ende y Emeterio, Beato de Gerona, 975


Cuando había que copiar un libro (a mano, página por página) intervenían varias personas. El que copiaba el texto y el que lo ilustraba. A veces estas 2 tareas coincidían en la misma persona. Otras veces eran varios copistas y varios ilustradores. 

¿Hubo pintoras en la Edad Media? Claro que sí, y tampoco escapan a la regla general: a nadie le interesaba sus nombres, y no porque fueran mujeres, sino porque eso pasaba con todos los artesanos, independientemente de que fuesen hombres o mujeres.

Ende y Emeterio, Beato de Gerona, 975


De la Antigüedad Clásica se conocen a algunas artistas femeninas porque las cita Plinio El Viejo, el gran enciclopedista antiguo, y Boccaccio, en su De mulieribus claris. De las medievales tienes que buscar un poco más. Están escondidas, ocultas, y se hacen notar de vez en cuando. Levantan la mano y te dicen: “Ey, mírame, aquí estoy”.

Anónimo, Marcia, De mulieribus claris, sg. XV


La actividad artística femenina en esta época abarcó muchos ámbitos. P.ej., la ejecución de tapices para esas frías paredes de los castillos sin calefacción suficiente. Pero no era una actividad privativa de las mujeres. Y al revés, también había mujeres albañiles y las que tallaban la piedra de las esculturas para la catedral…

Con los manuscritos pasaba lo mismo. La trasmisión de la cultura a través de la copia de libros, hecha por las órdenes religiosas, en especial, de los benedictinos, fue una tarea importantísima. Piensa que todos ellos han facilitado que hoy dispongamos de los textos de autores antiguos. Y dentro de este ejército de copistas también había monjas, novicias, nobles que eran educadas en los conventos… Muchas mujeres se refugiaban en ellos por propia voluntad: algunas, por miedo a la maternidad y al parto (la esperanza de vida era como promedio los 50 años); otras, con intereses intelectuales, encontraban allí la oportunidad de desarrollarlos, pues, si se casaban, debían abandonar estos estudios y dedicarse a su familia.

Ende y Emeterio, Beato de Gerona, 975


Con el tiempo se perdieron los nombres de las artistas que colaboraron en la copia de los libros. Si nadie las citaba en algún comentario, simplemente no habían existido. Pero… si buscas, si tienes buen ojo, las encontrarás.

Te presento a una monja llamada Ende, quien es una de las primeras pintoras que firma su trabajo. Aparentemente, estaba activa en el Reino de León. Aparece en el Beato de Gerona, del año 975. Un “beato” es un libro de comentarios del Libro del Apocalipsis. Ende y el fraile Emeterio son los que ilustran el texto; Ende lo firma con una leyenda en latín “Ende, pintora y ayudante de Dios; Emeterio, hermano y sacerdote”. Ella, en primer lugar y con letras más grandes.

Ende y Emeterio, Beato de Gerona, 975


Guda de Weissfauen era una iluminadora alemana del sg. XII. Fue la primera mujer que pintó un retrato de sí misma. Guda trabajó en el texto de las Homilías de San Bartolomé. En la letra inicial del texto, la “D” de “Dominus”, incluyó su autorretrato y esta inscripción en latín: “Guda, una pecadora, escribió y pintó este libro”. (Ey, aquí estoy… No te olvides de mí.)

Guda de Weissfauen, Homilías de San Bartolomé, sg. XII


La más juguetona: Claricia. Ella y otras 3 monjas más se dedicaron a iluminar el manuscrito del Salterio de Claricia (sg. XIII), que, por la travesura de la monjita (o quizás, novicia), pasó a llamarse así. No tuvo mejor idea que pintarse a sí misma como el palito de la “Q”, de la letra inicial del texto, balanceándose como en un columpio.

Claricia, Salterio de Claricia, sg.XIII


¿Otra? Sibilla von Bondorf, una monja clarisa, alemana, del sg. XV. Se ocupó de iluminar el libro de San Buenaventura sobre la vida de San Francisco, Santa Clara y Santa Isabel y una copia de la Regla de las clarisas como regalo a las hermanas del monasterio de Villingen. En la primera ilustración Sibilla pone: “Esta imagen es de la hermana Sibilla de Bondorf. Oren a Dios por ella.”

von Bondorf, Historia de San Francisco, sg.XV


Y una francesa: Jeanne de Montbaston. Jeanne trabajó junto a su marido Richard, en París, entre 1338 y 1368. Ellos iluminaron las 19 copias del “Roman de la Rose”, de las cuales Jeanne hizo 5. En 1353 murió Richard y, para poder seguir con su labor, tuvo que hacer juramento (obligatorio para todos los copistas) en el gremio correspondiente.

Jeanne de Montbaston y Richar, Los 7 durmientes, sg. XIV


Sin embargo, la más famosa de las francesas fue Anastasia (sg. XIV-XV), pues Cristina de Pizán la menciona en su libro “La ciudad de las mujeres” como la mejor de París. Anastasia es la que decoró con sus pinceles esta obra.

Anastasia, La ciudad de las damas, sg. XV


¿Una más? Hitda de Meschede, una abadesa alemana, entre los siglos X y XI. Ella ilustró los llamados Evangelios de Hitda o Códice Hitda.

Hitda de Meschede, Evangelio de Hitda, sg. X


¿Quién se acordaba de ellas? Siempre se supo de su existencia; sin embargo, gracias a los últimos estudios sobre la posición de la mujer en el arte a través de la Historia, ya no siguen escondidas.

 

Fuentes: Ferrer, S. Breve historia de la mujer. Madrid, Nowtilus, 2017

Mayayo, P. Historias de mujeres, historias del arte. Madrid, Cátedra, 2017

Notas personales

 

 



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