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jueves, 16 de septiembre de 2021

“¿Ésos que van de negro?”

 

Vitral de St.Denis


¿Qué es el gótico?

Pensé que me estaban tomando el pelo, pero no: me estaban hablando en serio. No lo podía creer. Estaba dando clase y, no recuerdo por qué, mi explicación derivó a la Edad Media y a la pintura gótica. Uno de mis alumnos me hizo esta pregunta: “¿Quiénes, los góticos?, ¿ésos que van de negro?”. No sé ni cómo reaccioné, sólo recuerdo mi estado de shock y mi pronta necesidad de sacarlo de su confusión.

Qué curioso. Una cosmovisión del arte que se basa en las ganas de luz, de llegar al Cielo… y me lo confunden con los góticos, “ésos que van de negro”.


Martini, Guidoriccio da Fogliano, 1330, fresco


No viene al caso ahora explicar cómo derivó una cosa en otra, pero, dicho bien resumido: si la Edad Media es una época oscura y el Gótico es parte de ella (ah, no te olvides que para algunos el Románico es del sg. XIX: te lo conté aquí), lo tenebroso tiene que ser gótico. Y nada más lejos de la realidad.

Sin embargo, esta confusión tiene una razón de ser y se lo debemos a los críticos renacentistas: la Edad Media opacó al arte de Grecia y Roma y en ese momento tocaba recuperar el ideal de Belleza de aquella Edad de Oro; por eso, “Renacimiento”. Pero se basaban en una idea falsa de lo que era la Antigüedad Clásica: sólo tenían ruinas, estatuas desteñidas y textos. Hoy sabemos que la Edad Media fue una continuación de lo que se hacía antes, que Bizancio conservó. Lo llamaron “gótico”, de manera despectiva: era el arte de esos bárbaros, los godos, que arrasaron con todo.  

¿Y qué es el Gótico? (Ya me fui por las ramas.)

Es un desarrollo que tiene que ver con los avances técnicos en arquitectura. ¿Te acuerdas de lo que vimos acerca del Románico? Si alguna vez entraste a una iglesia románica, te habrá sorprendido la oscuridad que reina dentro de ella. El problema eran las aberturas: costó mucho tiempo, mucho ensayo-error, para poder abrir esos muros tan gruesos sin que se desmoronasen las paredes. Algo se había logrado, pero, para poder construir tejados de piedra (que antes eran casi todos de madera y, como los incendios eran muy comunes, no duraban demasiado) había que resolver este problema. La solución vino estirando las paredes hacia arriba, juntando pilares y columnas en grupos para que sostuvieran el techo y con contrafuertes por fuera (arbotantes). El edificio se convierte en un esqueleto, sin paredes para pintar. Pero sí hay lugar para los vitrales. Un vitral es jugar con transparencias, con colores y con la magia de la luz.

Catedral de Bourges, sg. XIII

Si bien el vitral es una invención del Románico,
su mayor desarrollo se da con el Gótico. Se considera que los vitrales son un tipo de pintura: son bidimensionales y, aunque en muchos casos las partecitas son de vidrio de color, en su mayoría éste era transparente y se lo coloreaba después.

Lorenzetti, Virgen en el trono con 
el Niño, 1340
Pero, como pasaba con el Románico, también hay muchos “Góticos”: cada nación le incorporó su manera de ver las cosas. Comienza a mediados del siglo XII y termina hacia 1450. Tampoco hay que entenderlo como una unidad en el tiempo y, en parte, es contemporáneo al Románico, dependiendo de las regiones. P.ej., mientras las catedrales góticas nacían en Francia, en Italia esto simplemente no existía y se seguían pintando murales. Cada zona tuvo su ritmo. Por eso, hablar de Gótico así, a secas, es una generalización. De todas maneras, se pueden encontrar características comunes.







Con el Románico decíamos que rara vez conocíamos los nombres de los artistas. En los siglos posteriores también abundan los “anónimos”, aunque comienzan a aparecer tímidamente los nombres de algunos y de otros tantos que firman sus trabajos. 

Es la época en que los vitrales son verdaderas obras maestras. También se siguen creando mosaicos.

Sibilla von Bondorf, Regla
Clarisa, sg. XV




La ilustración de manuscritos
(la llamamos “iluminación”) llega a su apogeo. Como te decía la otra vez, la única manera de conseguir un libro era mandarlo a copiar. Las órdenes religiosas, en especial, los benedictinos, tenían como tarea copiar textos para su conservación o por encargo. Y no sólo era escribir, tarea tediosa, sino también ilustrarlo. Y te encuentras con iniciales de capítulos decoradas de manera soberbia. O pequeños cuadritos pintados de manera magistral en esos folios de pergamino y contándonos con imágenes las historias del texto. No había óleo (o sí, pero en fase de experimentación y no se había extendido su uso): se pinta con temple al huevo; en el mural, la técnica del fresco o del a secco.







Se pinta sobre tabla, en pequeño para la devoción personal o en tamaños gigantescos, para los altares. En los retablos encontramos una parte central dedicada al tema principal y alas a los 2 lados que completan el suceso. Muchas veces suelen aparecer los donantes, los que encargaron el trabajo y lo han pagado. Debajo, suele haber un zócalo, al que solemos llamar “predela”, en el que se narra la situación de más arriba, en pequeños cuadritos-compartimientos. El retablo es un ejemplo de arte integral, pues trabajan en él ebanistas, doradores, escultores, pintores y hasta teólogos.

van Eyck, La Virgen del canónigo van der Paele, 1434


Cimabue, Virgen en el trono con 
ángeles, 1270

Los colores son vivos, vibrantes.
La pincelada es lisa (es lo que tiene el temple…). La composición es simple, con perspectiva intuitiva (no geométrica, que esto es invención posterior); los fondos están vacíos, sin especificar, y muchísimas veces, cubiertos con pan de oro.












En cuanto a los temas, siguen siendo religiosos; comienza a aparecer la devoción a la Virgen María y a los santos, cada uno representado con su atributo. Las figuras son alargadas, predomina la línea, aunque ahora ya los rasgos no son tan esquemáticos y se trata de lograr la impresión de realidad. Así es como debajo de esas vestimentas hay un cuerpo, quiero decir: que el artista se impone ser fiel a la anatomía de la figura humana.

Y, como te decía más arriba, cada región tiene su particularidad. Italia siguió pintando murales y tablas. Los centros más importantes: Lombardía, Roma, Toscana, Siena y Florencia.  Y ya comienzan a aparecer nombres ilustres: Cimabue, Duccio, Martini, Lorenzetti, Uccello… Cantados por los poetas y alabados por los historiadores contemporáneos. Ahora sí encontramos a artistas exitosos que firman y son reconocidos. 

Uccello, La batalla de San Romano, 1470


El más importante de todos, Giotto: con él comienza la pintura moderna, eso se dice (algo vimos por aquí). El esfuerzo colectivo de los artistas de esta época es inmenso: basta con recorrer las obras de todos ellos para reconocer todo lo que recogió Giotto y hasta dónde llega su originalidad.

Giotto, El sueño de Joaquín, 1302 (fresco)


Y más hacia el norte, en los Países Bajos, también se estaban haciendo cosas maravillosas. Buscaban la verosimilitud representando hasta el más mínimo detalle. El apogeo se da con Jan van Eyck y el altar de Gante (lo vimos aquí). Y, aunque no había la inmediatez actual de internet o nuestras redes sociales, se sabía qué se hacía en el sur y en el norte y tanto los italianos como los holandeses se espiaban entre sí para averiguar cómo y qué estaban haciendo. Las influencias son mutuas y no se podría decir quién inventó qué. Probablemente: el espíritu de la época o desarrollos simultáneos en la misma dirección. Y desde estos 2 polos irradiaron este estilo al resto de Europa.

van Eyck, El Altar de Gante, 1432



Hnos, Limburg, Las muy ricas 
Horas del duque de Berry, Junio,
1412

Pero… hacia el final de la Edad Media algo cambió.
La sociedad es otra: ahora se vive en ciudades; hay una nueva clase social con poder económico, los burgueses; el comercio entre regiones es potentísimo. Hay ganas de paz, de dulzura. Lo caballeresco y lo cortesano es moda. Y esto afecta al arte también: ahora el Gótico se llamará “Gótico Internacional” o “Gótico dulce” o “blando”. Ya no hay tantas diferencias nacionales: todos influyen en todos. Ahora no sólo hay temas religiosos: hay una clientela pudiente que necesita decorar sus casas y quiere ser retratada. Las pinturas tienen una atmósfera refinada, se detalla la riqueza de los vestidos, los gestos son elegantes.










En esto estábamos cuando una pequeña revolución comenzó y ya no habrá vuelta atrás. Giotto y sus colegas habían andado el camino hacia la perspectiva y el cuadro, de ahora en más, deberá ser una ventana abierta en la pared (te lo conté aquí).


 

Fuentes: Bonilla G., A., Gótico: El mercado del Arte. Madrid, Art Duomo, 2016

Gozzoli, M. C. Cómo reconocer el Gótico. Barcelona, Edunsa, 1993

Laneyrie-Dagen, N. Leer la pintura. Barcelona, Larousse, 2010


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