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jueves, 8 de junio de 2023

“Nude”: ¿de qué “nude” me estás hablando?

 

 

Un color polémico

El color “nude” es un color polémico. Mejor dicho, el uso del nombre de este color provoca polémica.

“Nude” en perfecto castizo sería lo que antes llamábamos “color carne”. Recuerdo a una compañera de estudios de Pintura que vino feliz un día con su tubito de ese color. Creía que tenía solucionadas todas las “carnaciones” (lo vimos por aquí). El profesor le quitó la alegría de un saque: el color de la piel no es uniforme, no hay una persona que tenga el mismo color de piel que otra y menos, que la incidencia de la luz provoque el mismo tipo de sombras y luces.

Desde hace un tiempo el término “nude” se inmiscuyó en nuestras vidas. Y produjo polémica. ¿Por qué? Porque supone que el color de la piel es universal e igual para todos y, casualmente, está asociado a lo que llamamos “piel blanca”.

West, El tratado de Penn con los indígenas, 1771


Géricault, Estudio para retrato,
1818

Cuando empecé a interesarme por la teoría del color,
me topé en Alemania con la colorimetría, la teoría de las 4 estaciones (lo vimos por aquí). Una cosa me enganchó con otra y así llegué a una casa de cosméticos que ofrecía productos según esa teoría. Interesante. Pero, cuanto más investigaba, más me parecía que algo no cuadraba. Genial: sombras, labiales, lápices de ojos. Pero, en cuanto buscabas una base para la piel, todas en gamas de beige. Pasó el tiempo y tuve oportunidad de conocer a una persona que creaba productos de maquillaje: le pregunté por qué sólo había bases de color beige y nada para pieles más oscuras. Nada. La respuesta fue casi como de compromiso: me dijo algo así como que las pieles oscuras no necesitan base, que sólo hay que sacar brillos y me ofreció un gel matificante (o algo así, no recuerdo bien). No me convenció, pero tampoco tenía otros datos como para refutarle.

Y, finalmente, se puso de moda lo natural, la cara lavada (puro engaño, que se logra sólo con capas y capas de maquillaje). Todos en tonos de beige.

Después de todo, es un color neutro que combina con cualquier otro. O sea, un color cálido, pero aburrido, intrascendente, que no llama la atención. Se extendió su uso a otros ámbitos: los zapatos, los accesorios, la ropa, la decoración… Incluso, Pantone, la biblia de la clasificación de los colores, lo fijó bajo el nombre “Nude: 12-0911 TCX“. Pero, es sólo una manera de designar a un tipo de beige, que resulta de la mezcla de blanco, amarillo, rojo, azul. ¿O acaso no habíamos dicho por aquí que para lograr el color piel en pintura hay que mezclar blanco, ocre, carmín y algún color frío? Nada nuevo. Pero, señores de Pantone: Uds. tienen que ponerle un nombre a miles y miles de colores que Uds. tienen en sus archivos, pero no hay un único “nude”. Hablamos de “nude” cuando vemos un beige que tira al rosado, al rosa claro, al beige visón, etc. etc. Sin embargo, no hay un único color de piel.

Delacroix, Mujeres de Argel, 1834


En moda te lo recomiendan, por ejemplo, para estilizar la figura. El color se debe mimetizar con tu piel (si es que das con el tono justo). Un zapato en el mismo color de tus piernas las alarga ópticamente. Un esmalte “nude” convierte a tus manos en más esbeltas y elegantes, sobrias. Quizás con los esmaltes es más fácil encontrar el tono justo, pero ¿con los zapatos?



Vas a la farmacia, pides unos parches para heridas color piel, para que no se noten tanto, y, cuando te los pones, oh, se ven un montón. ¿Te ha pasado?

De a poco, el descontento fue aumentando y se instauró la polémica. ¿Por qué no se fabrican bases de maquillaje más oscuras o rojizas o amarillentas o más blancas? ¿Es que no hay usuarias que lo puedan pagar? ¿No hay mercado para eso? Sí que lo había y, de hecho, se escuchaban por ahí muchas voces de protestas. Y así, de a poco, fueron escuchadas por los fabricantes. Loboutin sacó su línea de zapatos “The nudes” para cubrir ese nicho. Las empresas de cosméticos ampliaron la gama de “nudes”. Nada que ver con los matificantes que me habían recomendado.



En Pintura este problema no existía: sólo basta con mezclar los colores en la paleta. Otra cosa es el afán de exotismo, la búsqueda de lo extraño a mí o la curiosidad por ver cómo se pintan esos tonos de piel tan distintos.

Carriera, Autorretrato, 1771

Claro, los puristas te dicen que no,
que el nude tiene que ser un color beige, porque siempre ha sido así, y ahora, ¿resulta que un tono tierra es “nude” también?… ¿No habrá que redefinir entonces el término “nude”? (De nuevo: un problema de etiquetas.)

En fin, la polémica está sobre la mesa y el fabricante que no se ponga las pilas ya pierde posiciones. Basta ver el hashtag en redes #NotMyNude o ver cómo se critica la poca “inclusividad” del término.

Y por lo que me contaron, es un gran negocio: los “nude” no tradicionales no duran mucho en la tienda. Se los llevan de inmediato.


Y, por supuesto,
Pantone tuvo que cambiarle el nombre a su 12-0911 TCX: ahora se llama “Peach-Taffy” (caramelo de melocotón). Vaya.


Fuentes: St. Clair, K. The secret life of color. New York, Penguin, 2016,

Notas personales

 

 


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