Ingres, Mme. Leblanc, 1823 |
Creo que fue en el Thyssen, en la
expo de retratos de Rembrandt y sus colegas (pincha aquí). Yo iba contemplado
los retratos, sacando fotos de detalles que me podían inspirar para posteriores
cuadros, tomando apuntes en mi libretita, sacando fotos de las cartelas… Una
señora seguía mis pasos; no de manera voluntaria, sino que recorríamos el mismo
camino, por pura casualidad. (¡Qué tiempos aquéllos! ¡Quién se iba a
imaginar lo que vino después!)
Hals, Peter van der Broecke, 1633 |
Finalmente, ella quiso entablar conversación. Me pregunta: “¿Por qué no sonríen? No hay ni una sonrisa en estos cuadros…”. No sé si me habrá visto cara de profesora o de entendida. Me desconcertó con su pregunta, no me la esperaba. No por el tipo de pregunta, pues ésa me la han hecho mis alumnos muchas veces, sino porque no esperaba que quisiera hablar conmigo y que se le ocurriera justamente eso para empezar a hablar. Comencé a explicarle; me escuchaba con mucha atención. La gente que estaba alrededor se acercaba con mucha discreción. No quise armar una conferencia allí; yo sólo era una visitante más. Le contesté brevemente y seguimos con la visita, cada una por su lado (aunque nos cruzamos más de una vez…).
De Kooning, Mujer III, 1952 |
Y sí, en los retratos no suele haber sonrisas o carcajadas. Hay demasiada solemnidad. Pero… ¿es tan así? Te aseguro que no. A ver:
Es cierto que en la mayoría de
los retratos no hay sonrisas. En primer lugar, porque las dentaduras en esas
épocas dejaban mucho que desear. No había conciencia de higiene bucal, y, si
alguien quería cuidar este aspecto, recurría a enjuagues de hierbas, se
frotaban los dientes con cenizas, sal, huesos molidos… Si se necesitaba
atención especial, ahí estaban los barberos, que oficiaban de cirujanos:
después de todo sabían usar de maravillas las navajas y las cuchillas. Y todo
sin anestesia, está claro, por lo menos hasta comienzos del sg. XIX.
van Ostade, Barbero extrayendo un diente, 1630 |
Así que no se mostraban los
dientes por pudor, por una cuestión de imagen.
Velázquez, Felipe IV, 1623 |
Otra razón es que se consideraba vulgar. La pose elegante, adecuada al estatus del retratado (quien, después de todo, es el que está pagando el cuadro), implicaba una actitud hierática y majestuosa. A los monarcas les correspondía mostrarse con una actitud que estuviera más allá de las veleidades y pasiones humanas. Sin embargo, esta manera de ser retratado se extendió a nobles y burgueses. Eso de quedar fijado para la posteridad riéndose no quedaba bien. (Basta con recorrer el Instagram de ciertas influencers… ¿quién sonríe ante la cámara?)
Y otra causa, más pedestre: que
es muy difícil pintar bocas con risas. La boca humana tiene una anatomía
especial, tienes que tener en cuenta 12 músculos. Y por más que en la escuela
de Artes te enseñen a dibujar la anatomía humana, este tipo de pose no se
practica. No se hace precisamente porque no se puede tener al modelo detenido
en ese gesto durante mucho tiempo. ¿Cómo haces para tener quieto a tu cliente de
esa manera? Si ya es difícil con las poses tradicionales…
Así es.
Picasso, Dora Maar con gato, 1941 |
Pero… ¿realmente no existen cuadros de figuras risueñas en la Historia de la Pintura? ¡Claro que existen! A veces son sonrisas tímidas o sarcásticas; otras, son carcajadas potentes… La risa en la Pintura está reservada a los cuadros costumbristas, con personajes de clases bajas, bebiendo, en fiestas… No quiere decir que los personajes de clases altas no experimentaran estos sentimientos de alegría: sólo que no estaba bien visto mostrarlos en público.
Y teniendo en cuenta lo que te
decía antes, hay que valorar mucho este tipo de retratos… Lograr una sonrisa
bien dibujada, que no parezca artificial o dura es lo más difícil que hay para
un pintor.
Leyster, Niño y niña con un gato y una anguila, 1635 |
Velázquez, Infanta Margarita, 1659 |
Salvo que seas una infanta o heredero a un trono y que debas guardar el decoro correspondiente.
Velázquez, El bufón don Sebastián de Morra, 1643 |
Pero mira los retratos de bufones de la Corte pintados por Velázquez: los engrandece, los eleva a la nobleza al no ridiculizarlos; los representa sin la risa, ésa que tenían como distintivo de su ocupación en palacio.
da Messina, Retrato de un desconocido, 1465 |
Hay algunas muy extrañas, como la de este retrato de da Messina. ¿Qué nos querrá decir con esa mirada?
Vigeé-Le Brun, Mme. Vigeé-Le Brun y su hija, 1786 |
Hay señoras que se permiten sólo un pequeño gesto, sin perder el aplomo y la elegancia. Algunas sonrisas son de ternura; otras, de complicidad con el artista.
Vermeer, Muchacha con copa de vino, 1659 |
Murillo, Dos jóvenes en una ventana, 1665 |
¿Y estas jóvenes en la ventana que nos trae Murillo? ¿Qué estará pasando en la calle que se las ve tan risueñas, hasta tal punto que una de ellas se tapa la cara?
La sonrisa más famosa del mundo
ya sabes cuál es: la de La Gioconda. Un cuadro enigmático, que ha dado que
hablar por siglos. ¿Por qué tanto lío con esta sonrisa? Porque está pintada de
manera magistral, con miles de veladuras, sin líneas, difuminando una y otra
vez los contornos. Porque nadie sabe qué nos quiere decir: se han escrito
bibliotecas enteras sobre esto. Se cuenta que Leonardo la entretenía con
bufones y músicos para que no perdiera la posición y que su semblante
apareciera relajado. (Te lo conté aquí.)
(No creo que haga falta decir quién es...) |
No he encontrado muchos ejemplos en el arte más reciente (y de los que te pueda mostrar imágenes). Klee apenas si indica una mueca. Picasso le regala una sonrisa a Dora Maar en su retrato. De Kooning le da a sus mujeres una boca risueña, pero parece más una sonrisa diabólica que otra cosa (no sé qué opinarás tú…).
Klee, Fuego y muerte, 1940 |
Y para terminar, el último
autorretrato de Rembrandt. Tú sabes, Rembrandt se pintó a sí mismo casi 100
veces. Como una autobiografía. Éste se llama “Autorretrato como Zeuxis”. Cuenta
la leyenda que Zeuxis de Heraclea (te conté quién es aquí) tuvo
que pintar a una mujer muy fea y que, al ver el resultado, le dio un ataque de
risa y murió. ¿Por qué Rembrandt se pinta así? El artista era un anciano
derrotado, en la ruina, lleno de desgracias familiares. Se ríe de nosotros, los
espectadores, como si fuésemos esa mujer fea de Zeuxis; se ríe porque sabe que
también nosotros nos enfrentaremos a la muerte. Se ríe de sí mismo, repasando
su vida y comprendiendo la inutilidad de las glorias terrenales.
Rembrandt, Autorretrato como Zeuxis, 1662 |
Ya ves, hay muchos tipos de
sonrisas y de risas. Se dice siempre que la boca expresa más que una mirada. Si
no logras darle la expresión justa, tu obra no servirá para nada. (Algunos,
seguro, le pondrán la mascarilla a sus retratados para salvar este inconveniente…)
Velázquez, El triunfo de Baco, Los borrachos, 1629 |
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