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jueves, 12 de marzo de 2020

Rembrandt y sus colegas en el Museo Thyssen



Antes de que te pongas a leer el artículo de esta semana, me gustaría contarte algo. 

Suelo escribirlos con 2 meses de anticipación: esto me da margen ante cualquier inconveniente que surja. Uno nunca sabe qué puede pasar y esto no tiene por qué afectar a la frecuencia semanal del blog.
Este que te presento hoy lo escribí hace más de un mes. Le asigné esta fecha por cuestiones de conveniencia de calendario y de temario.
Pero la vida te depara muchas sorpresas: ¿quién se iba a imaginar el escenario en el que estamos viviendo? Así que tuve que adecuarlo a las circunstancias actuales.
Y como creo firmemente en que el arte alivia a las almas, espero que mi visita a esta exposición te ayude a sobrellevar estos malos tiempos. Ojalá que todo pase pronto y nos reencontremos en algún museo por ahí, sin restricciones ni miedos.

Aquí lo tienes.


Rembrandt, Autorretrato con 2 cadenas, 1642
Andaba cerca y con tiempo. Había otras expos para ver, pero pensé: “Y la vas a dejar para último momento…” Y sí, mejor pájaro en mano que cien volando y me metí en el Thyssen para ver a Rembrandt.

En realidad soy más de Rubens, pero de Rembrandt siempre se aprende algo. Y como no creo que vaya nunca a Holanda a ver sus obras, tengo que aprovechar cuando las traen. Un razonamiento bastante oportunista y pragmático el mío, pero bueno.














de Keyser, Síndicos del Gremio de Orfebres de Ámsterdam,
1626
“Rembrandt y el retrato en Ámsterdam, 1590-1670”: te confieso que no había visto ninguna crítica ni había mirado la web del museo, no había tenido tiempo. Pero pensé en que “mejor, así las críticas no me condicionan”. O sea, vamos a ver retratos holandeses y entre esas fechas.













No había mucho público. La habían inagurado el día anterior y siempre dejamos las cosas para el final. Igualmente, las temporales en el Thyssen son siempre con turnos, así que es raro que te agobie la gente. La puesta en escena: paredes oscuras, ambiente en penumbras, luz en dirección a los cuadros, perfecto para ver pinturas en claroscuro, muy barrocas.


van der Voort, Retrato de familia, 1620 (Imagen: C.del Rosso)


Backer, Pareja de ancianos, 1635
(Imagen: C.del Rosso)
El hilo conductor de la expo es la evolución de Rembrandt en la técnica del retrato y en cada etapa, comparado con sus “competidores” (así los llaman en la expo). ¿Competidores? ¿Se podía ser competidor de Rembrandt? Creo que ni le llegaban a los talones, salvo algunas excepciones. Trajeron unos 22 cuadros de Rembrandt, de distintas épocas. A mí me gustan más los de estilo tosco, los últimos. Lo bueno de esta expo es poder ver su desarrollo a través de los años.
















Hals, Jan Jansz. Soop, 1636
Lo que más me gustó fue poder compararlo con los supuestos competidores: la figura del maestro se engrandece. Aprendí muchos nombres nuevos y conocí obras a las que jamás hubiese llegado por las mías. Te puede cansar un poco ver a tanto señor (o señora) vestido de negro con lechuguillas, encajes y etc., pero ahí está la gracia del asunto: poder ver la técnica de cada uno y ver quién sale bien parado en la competición.















Bol, Retrato de un niño, Frederick Sluysken, 1652
En fin, me dediqué a ver sólo los que me atraían: imposible dedicarle la misma atención a todos por igual.




















La expo comienza con un recorrido por los antecesores de Rembrandt, aquéllos que dominaban el mercado artístico en Ámsterdam, antes de que éste llegara de su Leiden natal.  Puedes ver obras de Tengnagel, van der Voort, van der Valckert o de Keyser. Mucho cuadro cívico, de grupo (te lo expliqué aquí, ¿recuerdas?): un género típicamente holandés. Me encantaron los orfebres de de Keyser o el Retrato de familia de van der Voort. (Algunas imágenes tienen mucho brillo, perdona, pero no había manera. Y muchas no están disponibles en las webs de los museos correspondientes, así que no me queda otra que mostrarte éstas que saqué yo.) En estos retratos de grupo siempre conviene quedarse un rato observando: mira el juego de manos, las poses, las miradas, el ambiente, los objetos que los definen… Una maravilla.



Backer, La lección de anatomía del Prof. Ruysch, 1670



Rembrandt, Retrato de un hombre en un
escritorio, 1631 (Imagen: C. del Rosso)
Y llegamos a los primeros retratos de Rembrandt: un maestro, sin duda. Aquí, el escribiente del Ermitage, que ya había visto otra vez. No viene mal contemplarlo de nuevo. Capta al personaje en lo inmediato, en la acción detenida. No hay pose rígida como en sus colegas. Sin embargo, esta pareja de ancianos de Backer acaparó mi atención. Hals le puede hacer frente sin problemas: sus personajes trasmiten mucha vida con sus gestos, y, fíjate, es mucho más colorido. 


















Rembrandt, Anciano con vestimenta
de fantasía, 1625 (Imagen: C.del
Rosso)
Y oh, este retrato de anciano con vestimenta de fantasía, aquí sí tenemos al Rembrandt potentísimo… Me quedé mirando las arrugas, la mirada apagada, sin punto de luz, su barba: cuánto se aprende.























Sandrart, Alida Bicker, 1641
(Imagen: C. del Rosso)
Sandrart, oh, esos encajes. Conocía a este artista por sus escritos, pero nunca había visto algún cuadro suyo. Me la pasé sacando fotos de esos encajes, qué maravilla. (Te pongo más abajo un detalle de este cuadro para que lo disfrutes conmigo.)





















Rembrandt, Retrato de un portaestandarte, 1654
Otros dos que competían con él eran Bol y Flinck: sin palabras. El retrato del niño de Bol es impresionante: aprendí muchísimo de esos rojos, de la copa, de la pose, en fin, el detallismo de estos holandeses no tiene igual. Pero claro, ahí está el autorretrato de Rembrandt y otra vez tienes que reconocer que como él no hay otro. Y cuando ya estás que no das más de tanto señor o señora de negro y encajes, ahí está de nuevo Rembrandt con el hombre del portaestandarte. La banda que cubre el pecho está en relieve, en dorado. Una lástima que mi foto no haya salido bien…  A todo esto, una señora, que me veía sacar fotos de este o cual detalle, se me acercó para conversar: “¿Por qué no sonríen?” Por ahí, en algún texto explicativo algo decía, supongo que le habrá quedado la inquietud. Ya me habían hecho mis alumnos alguna vez esa pregunta. Buena excusa para conversar y compartir experiencias.







Más allá, este cuadro tremendo de van der Helst (por supuesto, con un nombre tan largo e impronunciable como las dimensiones de la obra). Éramos varios los que nos quedamos a observarlo con más detenimiento: 4 personajes comiendo ostras y 3 criados detrás. Pura acción. Las valvas de las ostras, ya consumidas por el suelo; el tapiz sobre la mesa, el pan (un prodigio técnico) y… el señor del fondo, exprimiendo el limón sobre la ostra… (¿Ves las gotitas del jugo del limón?) Pronto surgió la conversación: nadie se había quedado indiferente. Había unos niños en el grupo maravillados, descubriendo esto o lo otro; algún papá tuvo que alzar a su hijo para que pudiera ver las gotitas del limón…

van der Helst, Regentes de la Kloveniersdoelen en Ámsterdam comiendo ostras, 1636



Rembrandt, Tito leyendo, 1660
Y más Rembrandt: esta vez el joven con gorra negra o su hijo Tito leyendo.






















La guinda del pastel, las lecciones de anatomía. (La del Dr. Tulp te la expliqué hace mucho aquí.) Trajeron una de Backer, interesante, bien hecha, pero…. ni punto de comparación con la del Dr.Deyman, de Rembrandt.  Muy cruenta, eso sí. Lástima que nuestra apreciación dependa del estado actual: la obra sufrió daños en un incendio (hay un pequeño boceto para comparar). Yo me quedo con la del Dr. Tulp.


Rembrandt, La lección de anatomía del Dr. Deyman, 1656


La última sala está dedicada a Rembrandt como grabador. Un genio. Es como para quedarse un rato largo viendo el cómo lo hizo. Buenísimo que hayan traído una plancha de cobre grabada por su mano, para que podamos ver cómo es el proceso del aguafuerte.


Sandrart, Alida Bicker, 1641
(detalle) (Imagen: C.del Rosso)



La recorrí de nuevo, pero al revés, rapidito y para tener una visión de conjunto. Seguía entrando gente. Salí con el alma llena de encajes…, me di una vuelta por la tienda, para ver qué había y ¡a tomar un café para reponer fuerzas!


















Ah, pero al salir, en el hall… otro más. Este cuadro enorme de Badens, que no entraba en las salas: ¡tiene unos generosos 362 x 186 cm!


Baders, Arcabuceros de la Compañía del Capitán Arentten Grootenhuys y
el teniente Jacob Florisz. Cloeck, 1603


Espero que te haya gustado la visita virtual a esta exposición y que la hayas podido disfrutar, aunque sea a la distancia.

Puedes ver la web del museo pinchando aquí.



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