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jueves, 26 de diciembre de 2019

¿Ganaste la lotería de Navidad?


Guillaumin, La isla Besse en Agay, 1900


Por aquí, en España, el 22 de diciembre se realiza el sorteo del Gordo de Navidad. Y así es también en muchos otros países. 

Guillaumin, Paisaje en Crozant, sg.XIX
Ganar la lotería… un sueño de muchos. Compramos el billete, como si fuera un pasaje hacia la libertad y la abundancia. Nos imaginamos lo que podríamos hacer, cómo nos mejoraría nuestra vida actual… Hasta que todo termina como el cuento de la lechera.



Te estarás preguntando a qué viene todo esto… Paciencia, espérate un poco.











Imagínate a unos pobres artistas (mejor dicho, a unos artistas pobres), que no tienen ni para comer ni para pagar la calefacción. “Artista muerto de hambre” es una expresión fosilizada por la costumbre, pero que no deja de ser real. Vivir de la pintura es sólo para unos pocos elegidos: esto ha sido así desde lejanos tiempos.

Guillaumin, Agay, Paisaje del Midi, sg. XIX

Los pintores comenzaban a aprender el oficio en un taller, con un maestro. Allí tenían casa y comida asegurada. Nada de lujos, naturalmente: comida frugal y muchas veces, el colchón era la paja del establo o se dormía en el mismo taller.  Y luego, si eran buenos en lo suyo, podían independizarse y abrir su propio taller. Y entonces tenían que agenciarse encargos para poder sobrevivir.

Y aunque tuvieras muchos clientes, esto tampoco garantizaba el pan de cada día. Vermeer murió dejándole deudas inmensas a su viuda; su suegra era la que en realidad mantenía a la familia (vimos algo aquí). De van Gogh conocemos muy bien sus penurias: su hermano le enviaba dinero constantemente y se sentía una carga (pincha aquí).  El gran Tiziano, reclamado por las Cortes de aquí y allá, tenía tremendos problemas de dinero ¡porque tales reyes no le pagaban!

Guillaumin, Atardecer en Ivry, 1875


Monet mismo, en sus comienzos, vivía de la caridad de Bazille o de Caillebotte. Rembrandt se gastó toda su fortuna y terminó asediado por acreedores y declarado inhábil para los negocios (tuvieron que hacerse cargo su esposa y su hijo).

De Hooch había ganado mucho dinero con sus obras, pero nunca le alcanzó para comprarse una casa. Terminó sus días en un manicomio.

Sisley vivió en la pobreza más absoluta. Lo ayudaban Monet, Manet, Durand-Ruel… Su familia lo había perdido todo en la guerra franco-prusiana y él dependía de esa renta. Nunca pudo recuperarse económicamente. Frans Hals tuvo más suerte: era un pintor reconocido, con muchísimos clientes, pero cayó en la ruina. Intentó trabajar como marchante y restaurador, abrió su taller, pero no funcionó. La municipalidad de Haarlem, en reconocimiento, le otorgó una renta y vivienda gratis.

Guillaumin, Paisaje de montaña, Pontgibaud, 1895

Otros optaban por un 2do empleo, que les permitiese pagar las cuentas. Jan Steen, quien también vendía muy bien sus cuadros, intentó tener un 2do ingreso abriendo una cervecería, que tuvo que cerrar al poco tiempo. Van Ruysdael era cirujano. Velázquez, el gran Velázquez, fue ayuda de cámara del rey: tenía que controlar su comida y ponerle la mesa, que su habitación estuviese limpia, revisar la apariencia de los sirvientes, vigilaba la calefacción, le organizaba los viajes al rey… (te lo conté aquí).

Cézanne había estudiado Derecho; Bazille, Medicina (mira este post anterior); Kandinsky, Derecho, Economía y Etnología. Klee era violinista y tocaba en una orquesta (te lo conté aquí).

Guillaumin, Autorretrato, 1875
Pero el que más suerte tuvo, el que fue tocado por la fortuna, fue Armand Guillaumin. No es un pintor muy conocido. ¿Habías oído hablar de él?

Era de origen humilde: trabajó en una lavandería y, más tarde, en el ferrocarril: primero, construyendo vías; luego, como ayudante de maquinista. Y mientras, estudiaba en la Académie Suisse y trataba de hacerse un hueco en el ambiente artístico de París. Finalmente, para poder pintar durante el día, trabajaba en turnos nocturnos y dormía sólo 3 hs. Participó en 6 exposiciones de los impresionistas (1874-1886); era amigo de Pissarro, de Cézanne, de Monet y de van Gogh. Él y Pissarro llegaron a pintar carteles para poder ganar algún dinero.









Su situación mejoró hacia 1886 cuando se casó: su esposa era profesora en uno de los mejores colegios de señoritas de París, un sueldo más. Sin embargo, no tenían casa propia: vivían con la madre de ella. Algunos galeristas, como Théo van Gogh, comenzaron a interesarse por sus cuadros y se vendían de tanto en tanto. Y entretanto, lo ascendieron a capataz del turno de la noche.

Guillaumin, Quai de la Gare, Impresión de nieve, 1873


Pero… en 1891 ¡ganó la lotería! Vaya suerte que tuvo el hombre: ganó unos 100000 francos oro de esa época en la Lotería Nacional (serían unos 400000 euros hoy). Los intereses le daban 5000 al año (para comparar: el sueldo medio anual de un trabajador era de 1750 francos). ¡Se acabaron las penurias! Mme. Guillaumin continuó trabajando en el colegio. A él le faltaba un año para jubilarse, así que siguió trabajando hasta completar sus años de cotización. 

Guillaumin, Epinay-sur-Orge, sg. XIX


De ahí en más se dedicó a lo que más le gustaba: pintar al aire libre. Sus obras se vendían bien. Sin embargo, a pesar de haber sido un miembro activo del grupo de los impresionistas y haber sido condecorado varias veces, no es un artista muy conocido. Murió en 1927, fue el último sobreviviente del grupo, cuando ya el arte marchaba por otros rumbos.

¡Eso sí que fue un golpe de suerte!

Guillaumin, Moret-sur -Loing, sg. XIX

Fuente: Budde, R. Vom Spiel der Farbe: Armand Guillaumin
Köln, Wallraf-Richartz-Museum, 1996


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