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jueves, 6 de junio de 2019

200 velitas


(Imagen: C. del Rosso)

No siempre se cumplen 200 años. En los lejanos tiempos de 1819, Fernando VII, siguiendo los pasos de otras casas reales, inauguró el Museo Real de Pinturas, donde el público podía acceder a la colección de arte de la Corona. La gente lo llamaba el Museo del Prado, por el lugar donde está situado, y así se fijó el nombre hacia 1920.

Velázquez, Las Meninas, 1656
Siempre se aprende algo en el Prado, siempre hay que volver. Es como una casa en la que vas a encontrarte con amigos de toda la vida. Hacía bastante que no iba, hay tanto por ver en la ciudad… Y pensé: “Está de cumpleaños, hay que celebrarlo”. 















Me largué una mañana, pensando en que, si llegaba temprano, me evitaría las colas de los turistas. No: había una cola inmensa. Se movía bastante rápido, pero aún así fueron 20’. Error: la próxima, sacar entradas online.

Me quise centrar en la colección permanente. Sabiendo que no iba a poder verlo todo, tomé un plano y marqué las salas que me interesaban ver sí o sí. Había leído por ahí que estaban expuestas esculturas de Giacometti, junto a cuadros emblemáticos del Museo; tuve curiosidad por ver qué impacto me producían. Interesante, y no mucho más. Las esculturas dialogan con Las Meninas, con El lavatorio de Tintoretto, con El Greco o Tiziano. Muy poca gente les prestaba atención. Es que son cuadros demasiado potentes, siempre salen ganando.

Tintoretto, El lavatorio de los pies, y Giacometti, Mujer de
Venecia (Imagen: Museo del Prado)

Tintoretto, Veronese, Tiziano… Redescubrir a Rubens: Las tres Gracias, El jardín del amor… o San Jorge (lo vimos aquí)

Rubens, El jardín del amor, 1632

Es una pena que cuadros tan gigantescos no se puedan apreciar cabalmente: el reflejo de las luces no permite ver su parte superior. Más de pintura flamenca: van Dyck, Jordaens y La familia del pintor.

Jordaens, La familia del pintor en el jardín, 1621


No se puede ir al Prado sin visitar al gran maestro Velázquez. Las Meninas siempre te dice algo nuevo. O Las Hilanderas. Para mí Las Meninas es el mejor cuadro de la Historia de la Pintura. Pero veo Las Hilanderas y comienzo a dudar. Supongo que éste último no sería posible sin el otro. Cómo describirte la situación: niños de colegios, turistas, todos a los gritos, guardias sobrepasados. Me costó mucho llegar hasta el cuadro y poder contemplarlo de cerca. De lejos, imposible. Así y todo, le descubrí nuevos detalles. Velázquez me volvió a enseñar algunos de sus trucos. Huí hacia otra sala: Goya, La familia de Carlos IV, otro cuadro potente, que no se entiende sin Velázquez (también rodeado de mucha gente).

Goya, La familia de Carlos IV, 1800


López Piquer, Isabel de Braganza como
fundadora del Museo, 1829
Oh, la recreación del Gabinete de Descanso de sus majestades. Llenísimo: pude darle sólo una ojeada rápida. No importa, estará hasta noviembre.  Era una pequeña sala donde los reyes podían retirarse un rato a descansar (ya quisiera una…). Han tratado de recuperar la disposición de los cuadros que había originalmente, con las paredes rojas, bien rojas, y banquetas. Al lado, una salita escondida para la higiene personal (con el inodoro original de Fernando VII). Allí puedes ver el cuadro de López Piquer con María Isabel de Braganza como fundadora del Museo, señalando el edificio y con los planos de las salas sobre la mesa. (Lamentablemente no dejan sacar fotos. Y no entiendo por qué).









Seguí con Murillo, La familia del pajarito (lo vimos aquí). Y un poco de pintura francesa del XVIII: Boucher, Watteau y Vernet. El primero, con sus colores pasteles de siempre;  un Watteau que representa una fiesta campestre con figuras diminutas y, el último, una vista de Sorrento magnífica de Vernet.

Watteau, Fiesta en el parque, 1712

Mengs, María Luisa de Borbón, 1770
(Imagen: Museo del Prado)
Luego, un ratito para ver a Tiépolo con su Entierro de Cristo: un Cristo lívido, gris, exangüe, y un contrapunto de rojo y azul en las túnicas de los personajes. Mengs: impresionante, un retratista increíble. Tuvo muchísima influencia en Goya: creo que, si me das a elegir, me quedo con Mengs. Es simplemente perfecto: manos, miradas, los pliegues de los vestidos, el cabello… ¡Mira esas puntillas!














De vuelta a ver Las hilanderas, con la esperanza de poder acercarme un poco más al cuadro. Había un artista copiándolo (qué envidia). Lo tenía bastante avanzado. La sala estaba llena de niños, sentaditos en el suelo y hablando a los gritos. Nuestro copista no se podía concentrar, apenas si dio 2 pinceladas. Pero a los niños les gustaba mucho verlo pintar y le preguntaban qué era lo que estaba haciendo y él les explicaba con mucho cariño y paciencia.

Velázquez, Las hilanderas, 1657


Me había puesto como límite 2 horas, un tiempo prudencial para mis escasas energías. Decidí cambiar el plan original e ir a ver algunas obras que no suelo mostrar a la gente a la que llevo de visita al museo (¡con la esperanza de encontrar esas salas vacías y en silencio!). Directo a la pintura holandesa, a la 2da planta. No es el fuerte de la colección, por razones históricas. Como tampoco hay mucho de pintura inglesa, por lo mismo.

Vernet, Vista de Sorrento, 1775


Rembrandt, Judith en el banquete de Holofernes, 1634
Había poca gente en estas salas. Se podía ver tranquilamente las obras, en silencio. Ahí me enfrenté a Rembrandt, a su Judith. 
















Claesz, Bodegón con copa roemer, tazza de plata
y panecillo, 1637
Me detuve en los bodegones de Claesz (¡esos pancitos!), de Clara Peeters (que ya los había visto en su exposición: te lo conté aquí


















y los cuadros de animales de de Vos: peleas de gatos y perros haciendo desastres en las despensas. 

de Vos, Pelea de gatos en una despensa, 1630 (Imagen: Museo del Prado)


¿Y éste de Snyders? ¡Precioso! También se pueden ver en esas salas las alegorías de los 5 sentidos que pintaron a dúo Brueghel y Rubens.

Snyders, Concierto de aves, sg. XVII /Imagen: Museo del Prado9


Ya era hora de ir terminando. Bajé y me fui directamente a ver el resto de pintura francesa, Lorena y Poussin. A éste lo vi muy rápidamente, sus obras no me llamaron la atención. Le dediqué más tiempo a Lorena y a sus atardeceres, paisajes lánguidos, ruinas… Unos turistas franceses copaban la sala. 

Lorena, Paisaje con San Onofre, 1638 (Imagen: Museo del Prado)

Caravaggio, David y Goliath, 1600
En la de al lado, Caravaggio

Esta vez no llegué a ver el resto de la obra de Goya, ni Ribera, ni La Tour, ni Zurbarán, ni Durero ni El Bosco ni













Ya saliendo, me puse a conversar con uno de los guardias. Me dijo que la mejor hora para ir es al mediodía: los turistas se van a comer y no hay colegios a la vista. Y, efectivamente, al salir, no había cola, ¡no había nadie esperando para entrar! (Así que ya sabes…)

Tiepolo, Entierro de Cristo, 1772 (Imagen: Museo del Prado)

Tendré que volver pronto. Los festejos por los 200 años siguen. Hace unos días se ha inaugurado una exposición sobre la Anunciación de Fra Angelico, otra de las joyas de este museo. Supongo que atraerá mucho público, tendré que organizarme mejor. ¿Lo lograré?


Paseo del Prado (Imagen: C. del Rosso)


Si quieres pasear por el Museo del Prado, pincha aquí para entrar a su web.


Si quieres saber más sobre este museo, puedes leer este post anterior:



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