Bartolomé Murillo, La Sagrada Familia del pajarito
¡Qué difícil es encontrar el cuadro apropiado para saludarte en
Navidad! Es que hay tantos Nacimientos, Sagradas Familias, Niños Jesús y
Madonnas en la Historia del Arte… Elegir uno, sólo uno… súper complicado.
Dando vueltas por aquí y por allá, por estilos, épocas y artistas, y
sin convencerme ninguno, regresé a Murillo, y qué mejor, ya que este año se
cumplen 400 años de su nacimiento.
Se lo tiene un poco olvidado. Supongo que es
porque nos han saturado con sus Inmaculadas y Madonnas hasta el cansancio. Le
tocó competir en Sevilla con Velázquez (nada menos), Alonso Cano, Zurbarán…
Ellos se fueron a la Corte, él se quedó. Su producción es enorme: la mayoría
son obras de tema religioso, pero no hay que perder de vista sus cuadros de
niños mendigos, la cara de una Sevilla que ya no era lo que había llegado a
ser.
Murillo, Sagrada Familia del Pajarito, 1650 |
Murillo, Autorretrato, 1670 |
“La Sagrada Familia del pajarito” se encuentra hoy en el Museo del Prado y fue pintada en 1650. Es bastante grande: 144 x 188 cm. Murillo tenía 33 años y ya era muy famoso, los encargos le llovían. A primera vista, nada indica que sea una escena religiosa. Es sólo una familia, en un momento íntimo, y el cuadro evoca una instantánea de la vida de hogar. Una familia sevillana del siglo XVII: sin embargo, el título que le ha dado el pintor es éste y nos lleva a una nueva dimensión. Es un canto a la vida familiar y al trabajo.
El foco de atención es el Niño, que concentra toda la luz del cuadro. Juega con el pajarito (pobrecito) y con el perro: seguro que te hace sonreír. ¡Cómo ha captado el gesto del Niño y del animal!
El perrito es muy famoso: aparece en varios de sus cuadros. ¿Sería la mascota de sus hijos? (Por ese entonces tenía 4 hijos, pero sólo uno sobrevivió a la peste.) Murillo es el pintor de la infancia tierna e inocente.
El Niño está sostenido y abrigado por San José. Observa el gesto de sus manos. ¡Cuánto dicen sin decir!, ¿no? San José no aparecía casi nunca en las pinturas. Es por esta época en la que comienza su devoción y aquí tenemos un claro testimonio. Detrás, las herramientas del carpintero, los atributos del santo.
A la izquierda, la Virgen María observa la escena, mientras devana
lana. Fíjate en el juego de miradas, todas convergen en el Niño.
La escena está remarcada por las relaciones de luz y sombra (el famoso
claroscuro barroco). Murillo era un gran dibujante y no ahorra en detalles.
El cuadro pasó por varias manos hasta que ingresó a la colección de la
reina Isabel Farnesio. Fue robado por las tropas napoleónicas; estuvo en París
hasta que volvió a España en 1819 y recaló en el recién inaugurado Museo del
Prado.
En estas fechas tan significativas te deseamos unas muy felices
fiestas. ¡Que la Paz y el Amor inunden nuestros corazones y hagamos todos
juntos que este mundo sea un poquito mejor!
Fuentes: Angulo Íñiguez, D. Su vida, su arte y su obra. Murillo. Madrid, Espasa
Calpe, 1981
Triadó Tur,
J.R. Murillo. Madrid, Susaeta, s.f.
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