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| Vermeer, La joven de la perla, 1665 |
350 años de la muerte
de Vermeer
Muchos años; sin embargo, parece
tan cercano a nosotros. Vermeer murió joven, dejando a su esposa con una
familia numerosa y llena de deudas.
Para nosotros resulta impactante saber que Vermeer fuera olvidado durante siglos, hasta que Thoré-Bürger, a partir de una visita a la Mauritshuis, en 1866, quedó impresionado por la “Vista de Delft”.
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| Vermeer, Vista de Delft, 1660 |
Buscó y rebuscó obras de este artista por todas partes. Descubrió varias atribuidas a otros pintores, que parecían haber sido hechas por una misma mano, y los asoció a Vermeer. Le adjudicó unas 70 obras; muchas, dudosas. Hoy se cree que pueden atribuírsele entre 30 y 35. En esa época en Holanda había muchos Vermeer, der Meer, van der Meer… fácil confundírselos. Encima, nuestro artista no solía firmar sus cuadros: muy pocos llevan su firma. La confusión sobre su obra, la falta de documentos, testimonios, escritos propios… todo contribuye a crear un halo de misterio en torno a su persona.
Ni siquiera le conocemos su
rostro. Siempre se nos ha presentado de espaldas.
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| Vermeer, Alegoría de la Pintura, 1665 |
La duda de cuántos cuadros existen de Vermeer todavía está sin resolver. De unos cuantos a la autoría se les pone un signo de pregunta.
Pero sobre “La joven de la perla”
no queda ninguna duda: es de Vermeer, ya que la firmó en la esquina superior
izquierda con “IVMeer”, que no se ve a simple vista, sino con aparatos
especiales.
Esta joven se ha convertido en un
icono. Todo el mundo la conoce, aunque no sepa quién la pintó.
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| ¿Maria Vermeer?, Muchacha con flauta, 1665 |
¿Por qué nos atrae tanto?
¿Sabías que durante mucho tiempo estuvo
en paradero desconocido? En 1881 un coleccionista holandés, Arnoldus Andries
des Tombe, pagó en una subasta por un pequeño cuadro muy sucio unos 2.3
florines (150 e); no tenía título y ni siquiera figuraba en el catálogo. Una
chica con turbante que se vuelve hacia nosotros. Des Tombe donó su colección a
la Mauritshuis en 1902. Enseguida este pequeño cuadro comenzó a atraer la
atención del público.
Pequeño, porque sólo tiene 46 x
40 cm. Las joyas siempre son pequeñitas.
¿Quién es esta chica? Podemos echar a volar la imaginación, pero no, en este caso no. Este cuadro, por el tamaño, es un tronie. Los tronies eran obras pequeñas que los artistas hacían para mostrar a sus clientes, para que éstos supieran el nivel de su talento. Rembrandt tenía unos cuantos. Se usaban modelos, pero no necesariamente el pintor la retrataba tal cual. Se cree que, en realidad, posó para él su hija mayor, María, de la que te hablé por aquí, quien tendría en esa época unos 16 años.
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| ¿Maria Vermeer?, Muchacha con sombrero, 1666 |
Vermeer pintó muchas veces a su hija, y también a su otra hija, a su esposa, a su criada y, con pocas ganas, a su suegra, que era quien los mantenía. Sin embargo, hay algunos que parece que los pintó María, o sea, son autorretratos. La tesis, como te conté, se basa en la falta de seguridad, las correcciones, que no aparecen en los cuadros que son efectivamente de Vermeer.
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| Vermeer, Alegoría de la fe, 1671 |
¿Se parece la joven de la perla a María? Algún parecido tienen. Pero, como te dije, Vermeer no estaba pintando a su hija, sino a la idea de la juventud, de la belleza…
Nos presenta a la joven
volviéndose a nosotros, envuelta en un turbante, un accesorio oriental, que no
era de uso corriente en Holanda. El pintor quiso darle un toque exótico, nada
de cofias holandesas. Era el pretexto de usar esos pigmentos tan brillantes, en
especial, el azul ultramar, un pigmento carísimo. Es como fabricar una tarjeta
de visita acuñada en oro, más o menos.
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| Vermeer, La joven de la perla, fragmento |
La mirada nos atrapa. La expresión de esa mirada dice más de lo que se esperaría de un cuadro. ¿Por qué? Mira esos dos puntitos de luz en las pupilas. Con eso basta. El resto del rostro son veladuras, transparencias magistrales. Y la boca entreabierta, que en el Barroco holandés significa que la persona está cantando o nos está hablando.
El rostro está lleno de luz, que
resalta contra el fondo oscuro. Nada nos distrae.
Y la perla que no es perla. No te
quiero desilusionar, pero no es una perla.
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| Vermeer, La joven de la perla, fragmento |
El cuadro no tenía título. En el museo, al principio, lo llamaron “La joven con turbante”. Fue el público el que le puso “La joven de la perla”.
Según los historiadores de joyas
antiguas, en realidad es una gota de plata, por el tamaño y por el tipo de
brillo.
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| Vermeer, Mujer pesando perlas, 1662 |
Vermeer sabía pintar muy bien las perlas. Eran joyas muy preciadas, que se habían puesto de moda por esa época. El joyero de su señora (¿o de su suegra?) tenía unas cuantas. Y aparecen en varios de sus cuadros. Curiosamente, cuando María se pinta a sí misma, también usa los pendientes de perlas que no son perlas. Definitivamente, estas joyas eran de la familia.
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| Vermeer, Mujer con collar de perlas, 1664 |
Vermeer no se equivocó al pintar la perla. No la exageró. Simplemente, pintó esa joya con un brillo tan impactante que todos miramos hacia allí.
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| Rembrandt, Retrato de una joven, 1655 |
Tampoco es que inventó nada. Rembrandt y Fabritius habían pintado retratos parecidos. Dicen que Fabritius puede haber sido el maestro de Vermeer, quién sabe. Pero si comparamos, vaya diferencia, ¿no? Los dos han pintado a sus respectivas esposas: la de Rembrandt lleva un pendiente de gota de plata; la de Fabritius, uno de cristal.
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| Fabritius, Retrato de una dama, 1654 |
No sabemos si Vermeer conocía estos cuadros. El de Fabritius probablemente sí, pues eran vecinos; los dos, de Delft. De todas maneras, los haya visto o no, su creación supera a los otros dos retratos. ¿No te parece?
“La joven con turbante” aparece
mencionada en el inventario de la colección de van Ruijven, el mecenas de
Vermeer. O sea, que la vendió enseguida. Cuando éste murió, su colección permaneció en
la familia hasta 1696, cuando fue subastada en lotes y se le perdió la pista a
la mayoría de los cuadros de Vermeer. Hasta que en 1881 un amante del arte supo
descubrir esa mirada por entre capas de suciedad y barniz amarillento.
Fuentes:
Binstock, B. Vermeer’s family secrets.
New York, Routledge, 2009
Dolnick,
E. Der Nazi und der Kunstfälscher.
Berlín, Parthas, 2014;
Schneider, N. Vermeer 1632-1675. Köln, Benedikt Taschen, 1994













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