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jueves, 27 de junio de 2024

Juego de luces

 

Backer, Junto a la lámpara, 1890


La representación de la luz en la Pintura

 

Tema complicado. Me estoy metiendo en un lío. A ver cómo me las arreglo.

Perdón, estoy pensando en voz alta. Es un tema que cuando toca darlo en mi curso cuesta explicarlo.

En resumen: se trata de ver en los cuadros cuál (cuáles) es el foco de la luz y cómo se las arregla el artista para ubicar las sombras. Parece muy evidente, pero a veces…

Matisse, La ventana azul,
1913

Hablamos de Pintura figurativa, con intención realista, y que no sea moderna. A partir del sg. XX las sombras y los focos de luz prácticamente han desaparecido de los cuadros. Basta con ver un Picasso o un Matisse. No les interesa. Los problemas son otros.

Tampoco hay sombras en la Edad Media (lo vimos por aquí); eso es cosa del Renacimiento en adelante.







No hay luz sin su sombra. Bueno, tampoco es tan así. La sombra surge cuando el rayo de luz topa con un objeto sólido. Otra cosa es cuando el objeto es transparente: ahí tendríamos que hablar de refracción de la luz (mejor, otro día).

Chardin, Vaso con agua y jarra, 1760


La sombra hace que un objeto se afirme ópticamente en una superficie. Si no la pintas, da la impresión como que estuviese volando. 

Matisse, Naturaleza muerta con magnolias, 1941


Varo, El fenómeno, 1962

La sombra se adecua a la superficie donde se proyecta, como, p.ej., unos escalones.


Vamos a los focos de luz, que de las sombras ya hemos hablado bastante. Aunque una no vive sin la otra…







En la Naturaleza, bueno, es obvio: el foco de luz es el sol. Amanecer, mediodía, atardecer… cada momento del día tiene su propia intensidad de luz y sus sombras características: sombras cortas cuando el sol está bien alto, al mediodía; sombras largas, al amanecer y al atardecer.

Caillebotte, Le Parc Monceau, 1878

 ¿Y qué pasa si está nublado? La luz es difusa; la humedad del ambiente hace que los rayos del sol se diluyan y ya no hay sombras marcadas. Haberlas, las hay, pero no son preponderantes.

Caillebotte, Día de lluvia en París, 1877


 La luz del sol, en todo su esplendor, es amarilla, con tintes naranjas. Es luz cálida. Claro que depende del momento del día y también del lugar en donde estés (no es lo mismo el sol de Dinamarca...

Krøyer, Tarde de verano en Skagen, 1899

 que el de Argelia).

Sargent, Calle de Argelia, 1879


¿Y la luna? Ay, los paisajes nocturnos son uno de los géneros pictóricos más difíciles de ejecutar. ¿Cómo haces para pintar en la oscuridad? Pones una lámpara y ya te cambian las condiciones de luz. Antiguamente se hacían bocetos rápidos en acuarelas, se tomaban notas… Hoy estudiamos detenidamente el lugar durante el día y lo convertimos en un nocturno en el taller. Por supuesto, siempre existe la posibilidad de sacarle una foto, pero sólo como un auxiliar o ayudamemoria. En fin, la luna tiene luz blanca, fría. En noches de luna llena se pueden ver sombras largas y oscuras. La luna tiene un no sé qué que hemos querido pintarla durante siglos. 

Friedrich, Mar del Norte en claro de luna, 1823

Pintar el sol es más complicado: no hay pigmento que pueda asemejarse a su poder. Pregúntaselo a Turner.

Turner, Cerca de Venecia, 1844, acuarela


Mira este cuadro de Monet. Está en Sainte-Adresse, con su familia, pasando por una situación muy difícil. Se pone a pintar a su prima, la única de la familia que lo apoya. Pinta el jardín. Coloca el arbusto en el centro, que se convierte en el foco de atención del cuadro (lo vimos por aquí). Pero él quiere pintar a Jeanne-Marguerite y la pone a la izquierda. El sol le da en la espalda. Lo racional sería que toda la parte delantera de la figura estuviese en sombras. Pero no, Monet no puede hacer eso, porque la figura está compitiendo con el arbusto como foco de atención. Así que opta por pintarla de un blanco resplandeciente, aunque tenga que forzar las leyes de la Física.

Monet, Jeanne-Marguerite Lecadre en el jardín, 1866


¿Ves? Es un ejemplo de cómo un artista puede cambiar la realidad y que siga siendo verosímil.

Bien. ¿Y qué pasa con la pintura de interiores? Pues… depende. Hasta el sg. XIX iluminábamos nuestras casas con velas o lámparas de aceite. Después llegaron las lámparas de gas, la luz eléctrica…. Cada uno de estos focos de luz tiene su particularidad. Los cuadros con velas encendidas abundan en la Historia de la Pintura. Es una luz cálida, trémula, con tintes amarillos, naranjas, rojos. Y el resto de la habitación, en la oscuridad absoluta. La rutina diaria terminaba cuando el sol caía. Poco podías hacer de noche con las velas…

La Tour, El sueño de José, 1640


El maestro de la luz de velas es La Tour. Que depende directamente del tenebrismo de Caravaggio. Vimos algo suyo por aquí. Es interesantísimo lo que hace con el juego de luces y sombras en este cuadro.

Caravaggio, La cena de Emaús, 1603


Korovin, Restaurante, 1922

Después vino la iluminación artificial y el día se hizo más largo. El ocio nocturno se convirtió en una industria. Los comercios pudieron abrir durante más tiempo.










 Incluso los autos tenían sus lámparas para circular por las noches. 

Casas, Automóvil, 1901

Hoy tenemos gran variedad de tipos de luces; podemos elegir entre frías, neutras, cálidas… a nuestro entero gusto y conveniencia. 

Enjolras, La lectura junto a la lámpara,
sg. XX
Cuando analizas un cuadro de interior conviene revisar este aspecto. ¿De dónde viene la luz? ¿Hay alguna ventana abierta? A veces te encuentras con 2 focos de luz: ventana + lámpara. O varias lámparas. Si esto ocurre, verás que las sombras tienen dos direcciones distintas. (En el cuadro de Enjolras tenemos una lámpara sobre la mesita; sin embargo, la parte inferior de la falda de la joven no tiene la luz cálida de la lámpara.¿Dónde está ese foco de luz? ¿Frente a ella? ¿O se trata de una ventana?)








Renoir, Lisa con sombrilla,
1867

Una luz cenital hace que los rasgos de los personajes sean más marcados. Si los personajes van con sombrillas, paraguas o sombreros… el rostro deberá estar cubierto de sombra. 










A veces no hace falta un accesorio en el vestuario: basta con un árbol o un toldo para que los rostros aparezcan en penumbras.

Monet, Camille Monet en un banco del jardín, 1873


¿Y las luces de abajo-arriba?
Son raras, pero existen. Degas copiaba lo que veía desde el palco del teatro o del cabaré. Actrices, bailarinas, cantantes, iluminadas desde abajo.

Degas, Bailarina saludandon con ramo de flores, 
1877, pastel

Bazille, Autorretrato en St. Sauveur,
1868
¿Y si está a contraluz? ¿Qué gracia tiene pintar a una figura a contraluz? Este tipo de retratos sólo se entiende a través de la invención de la fotografía y la experiencia de percepción que tenemos a través de ella.











Desde el Impresionismo sabemos que las sombras son de color, del color del objeto del cual son parte. Ya no son tierra o negras. El resultado es un cruce infinito de luces reflejadas, sombras que se mimetizan con el entorno… Mira Le Moulin de la Galette de Renoir...

Renoir, Le Moulin de la Galette, 1876

o la manga del traje de Madrazo, en el retrato que le hizo Sorolla. ¿Es verde el traje? No, es sólo el reflejo del césped.  

Sorolla, Raimundo de Madrazo, 1906


Cassatt, Joven con collar de 
perlas, 1879
Lo mismo podríamos decir de las sombras en la piel humana: mira este cuadro de Cassatt (a contraluz). Cualquiera diría que esta joven está muy enferma, con esa piel verdosa…; sin embargo, goza de muy buena salud y lo está pasando fenomenal en el teatro.










Los artistas jugamos con este tipo de herramientas para sorprenderte. Muchas veces este juego se acomoda a la realidad; en muchas ocasiones, nos las ingeniamos para que parezca verdadero… aunque sea totalmente ilógico.

Ancher, Mujer de pescador cosiendo, 1890


Mi maestro, Sergio Stitchkin, nos decía que si un cuadro está bien valorizado (lo vimos aquí), o sea, las relaciones de luces y sombras están bien compuestas, éste brillará aunque esté en penumbras. Y es cierto. Prueba entrar a una sala de un museo y recorre con la mirada todos los que están colgados. Elige a uno antes de acercarte. Pregúntate por qué elegiste ése y no otro. Lo más seguro es que será por su luz. O por su colorido (pero ésa es otra historia).

El ojo humano siempre busca la luz.

Hopper, Drugstore, 1927



 

 

 

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