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jueves, 2 de noviembre de 2023

La vida transcurre como en un baile

 



Edvard Munch, El baile de la vida

Munch es uno de los pocos artistas de la Historia de la Pintura que tiene un emoji. Creo que no hay nadie que no conozca “El grito”, aunque no sepa quién lo pintó o, incluso, que sepa que está sacado de un cuadro. Hablamos de esta obra por aquí, hace un tiempito.

Pero, si bien representa perfectamente la personalidad de Munch (y hay que decirlo: que muestra cabalmente las neurosis de nuestra época), su obra no se reduce sólo a un fiordo en llamas y una cabeza de alien gritando desesperado.

Munch era noruego, con todo lo que eso significa. Los inviernos largos, oscuros, helados, y el sol pálido del verano te van moldeando el carácter de a poco. Pero, además, en su caso, él tuvo que lidiar con la amenaza de la muerte, que le arrebataba uno a uno a sus seres queridos.

Si es cierto que la Pintura refleja el alma del pintor, esta idea se puede aplicar perfectamente en el caso de Munch.

Sus obras tienen esa melancolía propia de los paisajes nórdicos más el agregado de su experiencia con la muerte. ¿Esperanza, alegría de vivir? No, mejor busca por otro lado: aquí no la encontrarás.

Sin embargo, este cuadro que te presento hoy (que no es el único: ha hecho unos cuantos sobre este tema) tiene toda la intención de ser alegre. ¿Alegre, Munch? ¿Seguro? Tú me dirás.

En la presentación de este mes te muestro una de las versiones de “La danza de la vida”. Dime qué te parece. ¿Te esperabas algo así de parte de Munch?

Te invito a contemplar este cuadro… Te espero por allí.


 


Fuentes: Argan, G.C. Die Kunst des 20. Jahrhunderts 1880-1940. Berlin, Propyläen V., 1990

Bassie, A.-Ingles, E., Edvard Munch. New York, Parkstone International, s.f.

Honour, H.-Fleming, J. Weltgeschichte der Kunst, Munich, 1983

 

 

 

 

 

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