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jueves, 9 de noviembre de 2023

De venenos y envidias

 

Ribera, Capilla del Tesoro de San Gennaro, Nápoles

Domenichino, ¿envenenado por Ribera?

Hace poco hablamos de José de Ribera, Lo Spagnoleto (puedes revisarlo por aquí). Un gran pintor del Barroco italiano (¿o español?), ya que desarrolló toda su actividad en Nápoles. Te contaba en esa oportunidad la mala fama que tenía: que era escabroso, que era un maleante, que derrochaba el dinero… Bueno, lo de escabroso se lo tenía ganado, porque, si Caravaggio era tremebundo en sus cuadros, Ribera lo era aún más. ¿Podemos deducir de lo que vemos en un cuadro la personalidad del artista? ¿Hasta qué punto las pinturas la revelan? En fin, Ribera era un español en el Reino de Nápoles, que era parte de la Corona española. No podía caer bien dentro del circuito artístico: era uno más de los que vinieron a dominar la ciudad.


Ribera, Martirio de San Lorenzo, 1628


Una de las leyendas que se cuentan por ahí es que pertenecía a la “cábala napolitana”: era una asociación de artistas que se había propuesto no permitir que no napolitanos recibiesen un encargo en Nápoles, y lo hacían con métodos violentos. Dicen que la dirigía Ribera, Corenzio y Caracciolo. Si es verdad, ¿por qué lo hacía? ¿Para demostrar su italianidad? ¿Para expresar su compromiso con la gente del lugar? ¿O sólo para evitar que le quiten un encargo? ¿O son historias inventadas para denigrarlo?

Artemisia Gentileschi, El martirio de 
San Gennaro en el anfiteatro de Pozzuoli, 1636

El momento crítico fue la ejecución de los frescos de la Catedral, donde se resguardan las reliquias de San Gennaro, el patrón de la ciudad. Cosa seria. Allí se desarrolla la liquefacción de la sangre del santo todos los años. Y si no ocurre, seguro que está por venir alguna desgracia.

La Diputación, el organismo que custodiaba la Capilla del Tesoro de la Catedral, decidió contratar a artistas que no fueran de Nápoles para los frescos de la catedral, pensando en que, si se los otorgaban a alguien de afuera, se evitarían las disputas entre los artistas napolitanos y que conseguirían a un artista de mayor nivel.


Domenichino, La muerte de San Pedro Mártir


El primer elegido fue Cavaliere d’Arpino (Giuseppe Cesari), pintor romano. Era conocido en Nápoles porque en 1589 había estado trabajando en la Certosa di San Martino, aunque no había llegado a terminar el trabajo. Cuando llega a la ciudad en 1630, recibe amenazas de muerte por parte de la Cábala y huye a Montecasino. Él recomienda que llamen a Guido Reni, quien tampoco era napolitano.

Reni llega a la ciudad con su asistente. Oh, sorpresa, a la mañana siguiente lo encuentra muerto, mejor dicho, asesinado a cuchilladas, y huye rápidamente a Roma. ¿Quién fue el asesino? Parece que un tal Corenzio, ¿te suena? Lo apresaron como sospechoso, pero lo soltaron enseguida por falta de pruebas.

Domenichino, El camino hacia el Calvario


Los administradores siguieron buscando, ninguno de los artistas les venía bien. ¿A quién llaman, pues? ¡A Corenzio! Quieren a un napolitano, pues ahí lo tienen. No les gustó el resultado, borraron todo lo que había hecho.

Es entonces, en 1630, cuando se les ocurre llamar a Domenico Zampieri, mejor conocido por Domenichino. Tenía mucha fama, encargos importantes, pero no era napolitano. Grave error. Cuando le llega la propuesta, estando en Roma, duda en aceptarla. Casi al mismo tiempo le llega una carta con amenazas de muerte desde Nápoles. Pensando en el apoyo del Virrey español, decide ir, dejando los trabajos que tenía pendientes en Roma. Recibe nuevas amenazas de muerte y pide protección al Virrey. Éste le dice que no se preocupe, que no pasa nada, pero Domenichino no confía: sólo sale de su casa para ir a la Catedral y cumplir con su trabajo. Y a la mañana siguiente, se encontraba con que manos anónimas habían borrado lo que había pintado el día anterior.

Domenichino, Dama y unicornio, Palacio Farnesio,
Roma, 1602


En 1634 se cansó de la situación y huye a Frascati, donde pide asilo a la familia Aldobrandini. Su mujer y su hija se habían quedado en Nápoles y el virrey, enojado por su actitud, las arresta, casi considerándolas como rehenes. Al año regresa a la ciudad de sus infortunios y entonces, liberan a sus seres queridos.

Domenichino, Cristo con San Gennaro,
Capilla del Tesoro, San Gennaro


Así y todo, logró pintar 9 frescos de la cúpula. Pero la bóveda no la pudo terminar. En 1641 hace testamento, porque sospecha que va a ser envenenado o acuchillado. Vivía con miedo. Profecía cumplida: aparentemente fue envenenado a través de la comida 10 días después. Su esposa estaba convencida de que efectivamente sus temores se habían hecho realidad.

Ribera, San Gennaro saliendo ileso del horno,
Capilla del Tesoro de San Gennaro


Domenichino
no alcanzó a terminar el encargo.
El mismo año a Ribera le encargaron el retablo de San Gennaro y pinta su “San Gennaro saliendo ileso del horno”.

La Cábala dejó de actuar en 1641 cuando murió Domenichino.

Domenichino, La cabeza del Bautista


¿Realmente Ribera necesitaba participar en este tipo de amenazas? Realmente, no: sus cuadros se vendían muy bien y era muy famoso. ¿Era una cuestión de ser aceptado en ese medio?

¿Será verdad? Al menos, por ahora, parece ser una leyenda… ¿Sería una manera de difamarlo?

Ay, la envidia….


Fuentes: Bellori, G.P. Das Leben von Domenico Zampieri, gen. Domenichino. Göttingen, Wallstein V., 2022

Wittkower R. y M. Nacidos bajo el signo de Saturno. Madrid, Cátedra, 2020

 

 

 

 

 

 

 

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