Velázquez, Juan de Pareja, 1649 |
Contado por Palomino
Nunca te hablé de Antonio Palomino. Bah, el Vasari español (¿te acuerdas de
este señor? Te lo conté por aquí.) Es que Vasari, con sus Vidas, sus
biografías de pintores ilustres italianos, motivó que otros autores, en un afán
por reivindicar a sus compatriotas, se largaran a escribir las biografías de
artistas de sus respectivos países. Como Karel van Mander y los artistas de los
Países Bajos, como ya te conté varias veces.
Simó, Retrato de Antonio Palomino,
1726
En España nadie se había animado a emular al italiano y Palomino se puso
manos a la obra. Está escribiendo en 1715, mucho tiempo después de Vasari y de
los artistas que describe. Su trabajo se llama el Museo Pictórica y la Escala
Óptica, en 3 tomos, que trata sobre la técnica de la pintura, la
perspectiva, etc., pero lo más interesante es el 3er tomo, el de las Vidas.
Allí aparecen las biografías de los artistas españoles que él considera
dignos de ser recordados por la posteridad. Hay de todo: pintores y escultores,
importantes y no tanto. Lo tienes a Rubens, aunque no sea español, pero más que
representado en la Colección Real. Lo mismo, Tiziano. La biografía más larga es
la de Luca Giordano (Lucas Jordán). Te podría contar muchas de las historias
que trae Palomino, pero, si tengo que elegir una, como para empezar, me quedo
con la de Velázquez.
Palomino, bóveda de la Basílica de Nuestra Señora de los
Desamparados, Valencia, 1701
¿Cuánto se puede hablar de Velázquez? Mucho y poco. Como ya te conté en
alguna oportunidad (puedes mirar por aquí), de Velázquez sabemos mucho de su
actividad en la Corte, pero poco de su vida diaria, de su personalidad… Todo
son inferencias.
Velázquez, Inocencio X, 1649
Palomino nos cuenta muchas cosas de Velázquez que ya sabemos: que era de
Sevilla, con quién estudió, que trabajó para el rey en Madrid, que viajó 2
veces a Italia… Sin embargo, hay un episodio de su vida que suele pasar
desapercibido.
….”cuando se determinó que retratase al sumo Pontífice, quiso prevenirse
antes, con el ejercicio de pintar una cabeza del natural, hizo la de Juan de
Pareja, (esclavo suyo y agudo pintor) tan semejante y con tanta viveza,/…/ a la
vista de algunos amigos, se quedaban mirando el retrato pintado y al original,
con admiración y asombro, sin saber con quién habían de hablar… “
Aquí aparece un nuevo personaje: Juan de Pareja, esclavo de Velázquez y
pintor. ¿Cómo? ¿Velázquez tenía un esclavo? Esto te preguntan hoy en día. Y sí,
era de lo más normal.
Sabemos entonces que el retrato de su esclavo fue pintado antes del
soberbio retrato de Inocencio X, como práctica, en Italia. Como para adiestrar
la mano. Nada más ni nada menos.
Pareja, Inmaculada, Iglesia de Santa Lucía,
Burgos, sg. XVII
Después, Palomino nos cuenta que el retrato de Pareja fue tan aplaudido que
fue expuesto en el Panteón de Roma, en la muestra de los Artistas Virtuosos.
Si Pareja era tan insigne pintor para Palomino, ¿habrá hecho una biografía
de él? Claro que sí. Pasemos unas páginas: ahí está.
Según Palomino:
“Fue natural de Sevilla, de generación mestizo y de color
extraño, fue esclavo de Don Diego Velázquez; y aunque el amo (por el honor del
Arte) nunca le permitió que se ocupase en cosa que fuese pintar ni dibujar sino
sólo moler colores y aparejar algún lienzo y otras cosas ministeriales del Arte
y de la casa.”
Pareja, La vocación de San Mateo, sg. XVII
Eso es lo que hacía Pareja. Se ocupaba de asistir a su amo en los
menesteres de la pintura y de las actividades domésticas. Imagínatelo al lado
del maestro, conociendo los secretos de su técnica, sus desvelos, sus luchas
con el lienzo… Allí estaba él como testigo mudo. Mudo, pero no ciego y aprendió
a pintar mirando al maestro. Y, por lo que dice Palomino, a Velázquez no le
gustaba que se dedicara a la Pintura.
Pareja, Perro con vela y lirio, 1660
Sin embargo, Pareja
“se valió de una industria peregrina. Había pues
observado que siempre que Felipe IV bajaba a las bóvedas a ver a pintar a
Velázquez, viendo un cuadro arrimado y vuelto a la pared, llegaba su Majestad a
darlo vuelta u ordenaba que lo dieran vuelta para ver qué cosa era.”
Pareja, La huída a Egipto, sg. XVII
Imagínate lo que hizo:
“… con este motivo, puso Pareja un cuadrito de su mano, como al descuido
vuelto a la pared; apenas lo vio el Rey cuando llegó a darle la vuelta y al
mismo tiempo Pareja, que estaba esperando la ocasión, se puso a sus pies y le
suplicó rendidamente le amparase para con su amo, …”
El Rey le dijo a Velázquez:
…”quien tiene esta habilidad no puede ser esclavo…”
Y Velázquez tuvo que otorgarle la libertad. ¿Lo habrá hecho voluntariamente
o sólo porque el rey lo ordenó? ¿Para no quedar mal con el rey?
Palomino nos cuenta que Pareja le fue fiel toda la vida a Velázquez, aún
siendo libre, y también a su hija, y que llegó a ser un gran retratista.
¿Cuánto hay de verdad en esto? Podemos hacer varias conjeturas. No podemos
creerle mucho a Palomino, pues él no conoció directamente a estos 2 personajes
y escribe lo que le han contado. Igual que Vasari.
Pareja, Judith, sg. XVII
Primero: “mestizo” y “de color extraño” dan a entender que era moro; otros
piensan que era mulato. Segundo: debe de haber aprendido a pintar a escondidas,
pues como esclavo que era no debía y, al parecer, a Velázquez no le gustaba
nada: el Arte no debía ser ejercido por alguien de tan baja condición.
Felipe IV reconoció el talento del muchacho y obligó a Velázquez a que le
otorgue la libertad. ¿Lo hizo de buena gana? No lo sabemos. Sólo sabemos que en
1650 le dio la libertad, que se haría efectiva 4 años más tarde y siempre y
cuando no se escapara o cometiera algún crimen.
Pareja siguió pintando, ya como hombre libre, en Madrid. Nos quedan pocas
obras suyas; muchas son de atribución dudosa. Dato curioso: siguió viviendo
junto a los Velázquez, y luego en la casa de del Mazo, el yerno del gran
pintor.
Sí, Velázquez tenía un esclavo: Juan de Pareja, pintor.
Fuentes: Bennassar, B. Vida: Velázquez. Cátedra, Madrid, 2012
Palomino, A. Las vidas de los pintores y estatuarios eminentes españoles.
Londres, Woodfall, 1744
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