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jueves, 19 de enero de 2023

Amores a la Shakespeare

Rossetti, Regina Cordium, 1860

 

Elizabeth Siddal y Dante Gabriel Rossetti

Hoy te traigo la historia de 2 artistas unidos por un amor trágico, casi propio de una tragedia de Shakespeare. Y eran ingleses, así que esto de Shakespeare les cabe muy bien.

Se trata de Dante Gabriel Rossetti y Elizabeth Siddal. ¿Los conoces?

Para eso tenemos que remontarnos a la Inglaterra de mediados del sg. XIX. Cuna de la Revolución Industrial, la reacción por parte de los artistas no se hizo esperar. Sobre esto te conté aquí y aquí, a propósito del Movimiento Arts & Craft, William Morris, Burne-Jones y la Hermandad Prerrafaelita.

Siddal, Madonna con el Niño, s.f.


Buscaban renovar e impulsar el arte en su país y para ello buscaban inspiración en la Edad Media y en el Prerrenacimiento, o sea, todo lo que hubiera antes de Rafael, una época espiritual e incontaminada, según ellos.

Hunt, Retrato de Rossetti, 1882

Rossetti
(1828-1882) era inglés,
de ascendencia italiana, napolitana, para ser más estrictos. Fue parte del grupo desde el comienzo. Sus raíces italianas se manifestaban en toda su personalidad: afable, irónico, de buenas maneras y seductor, muy seductor. Tenía un talento especial para la pintura: para componer sus obras, apenas si dibujaba, aunque era muy bueno en esta disciplina. Cuando retrataba a una modelo, no la representaba tal cual, sino que ella era el punto de partida para llegar a su ideal de mujer, imaginada. (Como lo hacía Rafael, por otra parte.)





Rossetti, Elizabeth Siddal,
1850



Elizabeth Siddall
(Rossetti le hizo sacar la última “L”) (1829-1862) era una chica de clase media, respetable, que trabajaba en una sombrerería. Deverell, un pintor del grupo, la vio allí y la convenció de que posara para sus cuadros. Ella accedió, sin dejar de trabajar en la tienda, al menos, al principio.

Ella era alta, de rasgos finos, ojos grises, de andar elegante y una cabellera pelirroja con la que llamaba muchísimo la atención. Elizabeth no tenía buena salud. Su corta vida la pasó enferma; era muy frágil y débil.





Le encantaba leer y escribir poesías; era muy talentosa: Ruskin le pagaba una beca para que pudiera dedicarse sólo a pintar. Se convirtió en la modelo favorita de todos los prerrafaelitas.

Es la Ofelia de Millais. La hizo posar en una bañera. Para que el agua se mantuviera caliente, colocó debajo de la bañera lámparas de aceite, que se fueron apagando poco a poco. Lizzie no dijo nada, para no perturbar la concentración del pintor; el agua se fue enfriando y se pescó una neumonía. Su padre se enfureció y conminó a Millais a pagar los gastos médicos.

Millais, Ofelia, 1851


Siddal, Sagrada Familia, s.f.

Rossetti
, en cuanto la conoció,
quedó prendado de ella y la tomó como su modelo exclusiva. Él le enseñó a pintar. Pronto se convirtieron en amantes; él le prometía matrimonio, pero eso no llegaba nunca. Los padres de él no estaban para nada de acuerdo con la unión y él andaba con una y otra.

Además, ella estaba siempre enferma. No se sabe de qué. No se sabe hasta qué punto usaba su enfermedad para retener a Rossetti. Se dice que tenía escoliosis y que tenía tanto dolor que tomaba analgésicos de tipo opiáceo, como el láudano. Una vez la enviaron al hospital y el médico le diagnosticó estrés y agotamiento mental y le recomendaron aguas termales. (La señora de Burne-Jones cuenta que siempre estaba en estado de ansiedad constante, especialmente, cuando Rossetti andaba por casa.) Finalmente, lleno de remordimientos, Rossetti cumplió con su palabra y se casaron en 1860 por iglesia, en una ceremonia muy sencilla, con testigos recogidos por la calle. Ella estaba tan débil que tuvieron que ir a buscarla en carruaje: no era capaz de caminar 5’. Se fueron de luna de miel a París, donde estaban los Burne-Jones. Con mucho entusiasmo le mostró sus cuadros a la señora Burne-Jones, buscando hacer amistad con ella y tener con quién conversar.

Siddal, Lady Clarke, 1854


Al poco tiempo, en 1861, quedó embarazada. La niña nació muerta y Elizabeth cayó en una gran depresión. Se sentaba al lado de la cuna vacía y gritaba: “¡No despierten al niño!”.

En 1862 volvió a quedar embarazada, pero Lizzie no aguantó más. Ella, Rossetti y otra pareja más habían salido a cenar. Volvieron a casa, él la vio acostarse y salió de nuevo, para ir a la reunión de cofrades. Cuando volvió, la encontró inconsciente. Había tomado una sobredosis de láudano, el analgésico que le habían prescrito para sus dolores. Rossetti corrió a buscar un médico, le hicieron lavado de estómago, no hubo caso. Él se resistía a verla muerta, llamó a otros 3 médicos. Ya no había nada que hacer.



Cuentan que ella había dejado una nota de suicidio, diciendo “Cuida de Harry“ (su hermano menor, que era discapacitado). Otro artista, Madox Brown, le aconsejó que quemara la nota, pues, en caso de suicidio, no iba a poder ser enterrada cristianamente. Rossetti sintió muchísimo su pérdida; nunca más sería capaz de escribir poesías sin su musa. Entonces, colocó su cuaderno de poesías en su ataúd.

Tal era su desesperación, que la buscaba por medio de médiums en reuniones espiritistas.

Rossetti, Beata Beatrix,
1863

En 1863 pintó Beata Beatrix, a partir de su recuerdo,
en su honor. Lo hizo a partir de los innumerables dibujos que había hecho de ella en vida. La representó según la imagen de la Beatrice orante de Dante Alighieri, con una paloma roja, símbolo de la pasión amorosa, y la flor blanca del láudano. Un halo de luz la rodea, la luz que la llevará al más allá. Más atrás, el ángel del amor/muerte espera. A la derecha, un reloj de sol marca la hora en la que murió, las 21 hs. De este cuadro hizo varias versiones.







Al tiempo, Rossetti continuó con varias amantes y modelos para sus cuadros, todas pelirrojas (aunque con la única con la que se casó fue Lizzie). Y se arrepintió de haber dejado su cuaderno en la tumba de Elizabeth. En 1869 consiguió la orden de exhumación para recuperar sus poemas. No asistió a la ceremonia.

(Imagen: Wikipedia, Houghton
Library, Univ. Harvard)




Rossetti publicó los poemas, pero no tuvo éxito. Eran demasiado escandalosos.






Quedan muy pocas obras de Elizabeth Siddal. En su mayoría son dibujos. Sus colegas de la Hermandad apreciaban mucho su talento y llegó a participar en una de las exposiciones del grupo.


Siddal, La dama de Shalott, 1853


Una historia digna de formar parte de las tragedias de Shakespeare.

 

Fuentes: Adams, S. The Arts & Crafts Movement. North Dighton, JG Press, 1996

                MacCarthy, F. The Last Pre-Raphaelite. London, Faber & Faber, 2011

 Mayayo, P. Historias de mujeres, historias del arte. Madrid, Cátedra, 2017

 


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